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El vaso rebalsa por una gota, pero cuando lo hace no rebalsa una gota. Y eso está ocurriendo con el conflicto gremial en Terminal Puerto Rosario (TPR), que tuvo una nueva escalda esta semana cuando los concesionarios de las terminales I y II –luego de contabilizar pérdidas de clientes y cargas estratégicas por las continuas medidas de fuerza que sufrieron este año- decidieron decir basta y dejar de ceder ante lo reclamos del gremio de estibadores (Supa) por entender que ante cada compromiso que cumplían les corrían la vara sumándoles nuevas pedidos. Y la cuerda se tensó tanto que ahora los muelles locales están paralizados y revivió el viejo mote de “puerto sucio”.
 
¿Qué pasó? El viernes se venció la conciliación obligatoria, cuyo inicio fue accidentado ya que la conducción del gremio no pudo contener a bases que no la acataron desde el principio. Según confirmó punto biz con el Ministerio de Trabajo, TPR cumplió con su parte y mensualizó a 22 operarios temporales, (con sueldos de bolsillo de de $16 mil al mes) que, asegura la empresa, representa un fuerte compromiso en tiempos de derrape del comercio exterior. También se comprometió a regularizar la deuda de la cuota sindical (nunca hubo atraso en salarios) en la medida que ingrese plata cuando mejore la operatoria.
 
Pero el lunes, estibadores empezaron con quite de colaboración que desde el miércoles se convirtió en un piquete en el ingreso por calle 27 de febrero y Circunvalación que prohíbe tránsito de camiones. ¿Qué piden? Aumento de $40 para jornaleros (sobre jornal de $1.000) y cobrar 50% extra cuando se pegan jornales en el día (cada uno es de seis de 6 horas).
 
 El tema es que hace tres días llegaron dos barcos para cargar en TPR (uno harina y el otro mineral de hierro). Pero los agarró la medida de fuerza y quedaron a medio cargar sin poder irse por razones técnicas y de seguridad, una suerte de “secuestro”, que además de costos extra podría terminar con denuncias judiciales contra la terminal y el gremio. Este “rapto” se suma a las cargas generales y clientes que TPR perdió en los últimos meses a manos de puertos de San Nicolás y Zárate porque los operadores huyen a terminales con menor conflictividad.
 
Lo cierto es que pese a que el último reclamo (que es el menor en términos económicos ya que lo de los $40 representan un costo de $500 mil año), TPR se plantó y dijo que no va a seguir cediendo porque aseguran que pese a que no hicieron otra cosa más que eso en los cuatro años que llevan de concesión, el gremio siempre les corre la vara y llevan en el último año casi 60 días en conflicto (entre paros, quites y piquetes), lo suficiente como para quitarle previsibilidad al puerto y conspirar contra su crecimiento. Resultado: el puerto quedó parado.
 
Quienes siguen el conflicto se preguntan: ¿Por qué la conducción del Supa que asumió en noviembre pasado, pese a tener un discurso conciliador con la empresa cuando era oposición, les hizo más paros este año que todos los que se hicieron en los últimos cuatro años? ¿Será que le falta pinel para controlar a las bases y por eso tiene que terminar convalidando cualquier reclamo? ¿No se da cuenta de que están matando a la empresa? ¿No se dan cuenta que con el puerto paralizado habrá problemas para pagar sueldos? ¿Y el gobierno provincial por qué no interviene? ¿No toma en cuenta que pese a que el concesionario invirtió más de u$s 30 M en el último año se perdió todo el avance por los paros?