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Con el fallo adverso de la Corte Suprema de EE.UU. la cuenta por pagar se hará más grande

El campo no podrá asumir tal compromiso si sigue trabajando a media máquina, el sector agroindustrial es la principal fuente generadora de divisas.
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Valor Soja
Por Ezequiel Tambornini.-  Las divisas aportadas por el campo argentino hacen posible la existencia de la industria automotriz y química (entre muchas otras). Cubren el bache del creciente déficit energético. Permiten que los argentinos viajen al exterior (incluyendo los que fueron a Brasil para alentar a la selección nacional). Y brindan los dólares necesarios para pagar deuda emitida en moneda extranjera.
 
Con la decisión tomada ayer por la Corte Suprema de EE.UU., la cuenta que debe pagar el sector agroindustrial argentino es ahora mucho más grande. En principio se trata de una suma de 1330 millones de dólares –más intereses– que debe abonar el Estado argentino a un grupo de fondos especulativos. Pero si otros tenedores de bonos argentinos defaulteados se animan ahora a iniciar juicios contra la Argentina, esa cifra puede crecer en los próximos años hasta los 15.000 o incluso 20.000 millones de dólares.
 
La Argentina no tiene acceso al crédito internacional. No recibe grandes inversiones externas. La única fuente generadora de divisas disponible es la agroindustria. El problema es que muchos de los sectores que podrían estar en estos momentos aportando grandes cantidades de dólares fueron deliberadamente perjudicados por el mismo gobierno que –paradójicamente– hoy los necesita más que nunca.
 
Ya se perdió la oportunidad de promover una mayor siembra de trigo y cebada (algo que hubiese permitido disponer de una gran masa de dólares a fines del presente año). La lógica política detrás de esa actitud económicamente irracional es que no puede haber perdón para los insubordinados.
 
Pero esa lógica política –propia de un ejército de ocupación– ya no tiene lógica en un escenario de retirada. A menos, claro, que el objetivo sea dejar tierra arrasada para que el próximo gobierno argentino no tenga ningún margen de acción.
 
Necesitamos divisas –muchas– más que nunca. Y la única fábrica argentina generadora de dólares está operando hace años a media máquina por restricciones implementadas por el kirchnerismo con excusas tales como “cuidar la mesa de los argentinos” (cuando el único bien que tenían que cuidar para eso era el valor del peso argentino, que en el último año se depreció en un 44% según el IPC San Luis).
 
El aporte tributario de los derechos de exportación vigentes sobre el maíz, girasol, sorgo, lácteos, carnes y un largo etcétera es insignificante si se lo compara con la capacidad inmediata de generar divisas que tales cadenas de valor tendrían en caso de operar sin restricciones comerciales ni impuestos distorsivos. Lo que sucedió recientemente con el biodiesel es un caso testigo de la fuerza de ese potencial dormido.
 
Argentina está esperando que un gobierno argentino ponga a funcionar la máquina generadora de divisas presente en el campo. Esperemos que sea cuanto antes.
 
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