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La soja suma, pero el frío económico complica

El enfriamiento de la actividad económica pone a prueba un esquema de recaudación apoyado en las retenciones al complejo sojero y a ganancias ficticias en función de un salto inflacionario.
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clarin.com - Sábat
Por Daniel Fernández Canedo.- Los datos de la recaudación impositiva de los primeros cinco meses del año proyectan una radiografía de la economía que fue y de lo que puede venir.
 
Hablan de los beneficios que para el Tesoro implicaron la devaluación de enero y el salto inflacionario de los últimos meses, y ratifica la paradoja de que la exportación de soja es una de las vías más eficientes por la que se llena la caja del Gobierno.
 
También expresan que, para preocupación de Ricardo Echegaray y Diego Bossio, titulares de la AFIP y de la ANSeS, la caída de la actividad económica provocó una baja relativa de los ingresos por los gravámenes ligados al consumo y a los aportes previsionales.
 
Ese cóctel impositivo, con una recaudación creciendo 34,8% en los primeros cinco meses del año pero, a la vez, cayendo en términos reales frente a la inflación –y también si se la mide en dólares–, saca a la luz las dificultades que tendrá el Gobierno para mantener la recaudación en un contexto de alta inflación una vez que se termine la entrada de los dólares de la soja, a la que se le cobra el 25% de lo exportado.
 
El panorama se complica por el fuerte golpe a las cuentas de las empresas y al bolsillo de muchos trabajadores que implica el cruce de un salto de precios que proyecta la inflación por encima de 35% y el congelamiento de la base imponible del impuesto a las Ganancias.
 
Las empresas ya lo sintieron en mayo –la recaudación de Ganancias subió 38,6% respecto al año anterior– y seguramente, los empleados volverán a sentir el impacto pleno del golpe de este impuesto con el cobro del medio aguinaldo.
 
El enfriamiento de la actividad económica pone a prueba un esquema de recaudación que, con menos fuerza del consumo y apoyado en las retenciones al complejo sojero (representa 30% de las exportaciones) y a ganancias ficticias de empresas en función de un salto inflacionario, ingresó en zona de tensión.
 
Mientras tanto, los funcionarios y los operadores financieros siguen con la atención puesta sobre el jueves próximo, cuando la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos dirá si rechaza, toma o va en consulta al procurador estadounidense con el litigio entre los fundos buitre y la Argentina.
 
Si la Corte rechaza tomar el caso, la Argentina debería pagar US$ 1.330 millones y podría entrar en default técnico con los bonistas que entraron a los anteriores canjes de deuda, para cumplir con equiparar el mismo tratamiento a todos los acreedores.
 
Ese sería el resultado más difícil para la Argentina porque no sólo implicaría tener que desprenderse de reservas sino, también, implementar un “plan B” que contemple el pago al resto de los bonistas.
 
Las otras dos posibilidades, que la Corte tome el caso para su estudio o que le pida opinión al gobierno de los Estados Unidos, implicarían un desahogo en medio de un panorama financiero muy movido.
 
El reconocimiento de la deuda de US$ 9.700 millones con el Club de París, que implica el desembolso inicial de US$ 1.150 millones en efectivo en dos veces, se suma al pago garantizado de US$ 5.000 millones a Repsol por YPF.
 
Así, el blanqueo de deudas y compromisos (en el caso de YPF, el Estado se queda con la empresa) saca a la luz la necesidad de emitir una catarata de bonos a los que los argentinos deberán hacer frente en los próximos años.
 
Un informe de la consultora Analítica consigna que el blanqueo de deuda tiene varios capítulos y los describe así.
 
1) Se acataron los fallos del tribunal del Banco Mundial que obligaron a emitir US$ 500 millones para compensar a empresas de servicios públicos perjudicadas por el congelamiento y pesificación de tarifas en la crisis 2001-2002.
 
2) Se acordó con Repsol una compensación de US$ 6.000 millones por la estatización del 51% de YPF. El pago será con 4 bonos: US$ 800 millones con Bonar X, US$ 1.250 millones con Discount 2033, US$ 400 millones con Boden 2015 y, lo más importante, la emisión del nuevo Bonar 2024 por US$ 3,550 millones.
 
Por último, llegaron los US$ 9.700 millones para cancelar en cinco años la deuda con el Club de París a una tasa de 3% anual.
 
La lista de bonos del reconocimiento de deuda es engorrosa y llamativa.
 
Compromisos que estuvieron demorados de solución encuentran ahora un tratamiento expeditivo y solución rápida.
 
Como por arte de magia, la escasez de dólares, la necesidad de conseguirlos, llevó al Gobierno a hacer casi todo lo que no había hecho en los años anteriores: devaluar, subir la tasas de interés para compensar a los tenedores de pesos frente al salto inflacionario y evitar que un exceso de dinero alimente la inflación y, posteriormente, reconocer deudas que le impedían pensar en conseguir financiamiento en el exterior.
 
Aunque en forma aún borrosa, parte de los efectos de esas decisiones empiezan a hacerse sentir en los mercados.
 
El alto rendimiento que ofrecen los bonos argentinos (11,2% contra, por ejemplo 3,71% de Uruguay) está determinando un ingreso de capitales que va cobrando fuerza.
 
Los títulos argentinos están subiendo afuera en dólares y cada vez es más alta la comisión que se cobra por traer dólares al país.
 
Dos evidencias de que hay dólares entrando.
 
Pero el despunte de esa brisa financiera no llega a doblegar aún la caída en muchos rubros de la actividad económica. Ni tampoco, aún, a la idea de que el Gobierno se podrá encontrar a fin de año ante el dilema de volver a tener que devaluar el peso.
 
Desde el Banco Central, Juan Carlos Fábrega viene moviendo al dólar (ayer lo subió otro poquito a $ 8,105) confirmando su intención de no volver a retrasarlo.
 
Fábegra sube el precio del dólar y actúa como una gran aspiradora de pesos (colocando letras se llevó $ 51.000 millones en lo que va del año) en el intento de evitar que se encabriten los precios de los alimentos o el dólar paralelo.
 
El resultado es que las tasas de interés están en 25% anual para los depositantes y eso es un piso para el costo del crédito.
 
Hasta ahora, el jefe del Central viene muñequeando el dólar y las tasas pero la inflación se presenta rebelde.
 
Para el Estudio Bein, los precios minoristas subieron 1,9% el mes pasado y acumularon 35,3% en un año.
 
Con la inflación en esa altura, mantener al dólar aquietado resulta una obligación para cualquier jefe del Banco Central.
 
¿Podrá hacerlo sin que lleguen más dólares desde algún lugar?
Medio de comunicación
Clarin.com

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