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Ing. Ag. José Cueva – Oncativo.- La cosecha de granos gruesos se está desarrollando a ritmo febril en la región Central de Córdoba, con buenos rindes en general para la soja. La misma información se tiene de otros lugares. En el Centro de la provincia todavía no se han levantado lotes de maíz y sólo algunos pocos de sorgo, de modo que es un tanto aventurado hablar sobre bases firmes antes de que entren las máquinas a los lotes. (Nota de opinión del Ing. Ag. José Cueva)
 
En estos días hemos escuchado y leído cálculos acerca de los millones de dólares que ingresarían a la provincia y al país por las cosechas de los agricultores.
Sería muy atinado, también, que los mismos que trazan esas estimaciones, cuando llegue el momento de establecer el resultado final, tomen en cuenta:
*Las zonas inundadas en las que no habrá cosecha o no se sabe aún si se podrá salvar algo y cómo quedarán los productores damnificados;
*Las pérdidas por falta de piso;
*Los costos extras que deben afrontarse para llegar a los campos;
*Los perjuicios sufridos por los camioneros cuyas unidades experimentaron serias averías en las verdaderas odiseas que tuvieron que enfrentar para poder pasar por caminos intransitables;
*Y otras innumerables contingencias.
Es cierto que no todo fue adversidad. Lo estamos diciendo: tenemos una buena cosecha. Pero a la par, pésimos caminos para sacarla de los campos. La falta de inversión en infraestructura vial es impresionante.
Es frecuente escuchar a los productores comentar que “por allí pasaba un canal”, “siempre dijimos que algún día llegaría mucha agua, como antes, e inundaría el pueblo”, “prometieron las autoridades que construirían en terraplén y no lo hicieron nunca”.
En fin, en aquellos cálculos nada se dice acerca de lo que se sabe desde hace largo tiempo, sobre lo que durante algunos años no pasaba y ahora pasó.
Hay estudios de cuencas muy buenos, mucho dinero puesto en estudios y muy poco o nada en llevar a cabo las obras necesarias o los controles que se debían realizar para asegurar lo programado.
Como casi siempre, en nuestro país la ley está dictada pero falta aplicarla, siempre hay alguien que la omite.
Todo lo anterior se escucha en las conversaciones corrientes que mantenemos los que trabajamos en el campo. Aunque debo reconocer que parte de todo esto nos lo merecemos porque no participamos ni denunciamos y menos aún ayudamos a mejorar nuestro ambiente de trabajo y de vida.
La presente, de todas maneras, aspira a motivar una reflexión para que cuando los entes oficiales y privados realicen sus números tengan en cuenta las pérdidas por falta de infraestructura. He mencionado sólo lo atinente a la agricultura, sin mencionar a la ganadería, que también ha perdido mucho.
Suena bien a los oídos de algunos la millonada de dólares de la cosecha que suponen que desbordará para mitigar los problemas de una sociedad agobiada y agrietada. Pero hay cosas de las que no se habla. O de las que no se quiere hablar. O se ignoran, que es mucho peor, porque se evidencia que al campo sólo se lo conoce por fotos o videos o frías estadísticas elaboradas en una cómoda oficina. Triste, descorazonador. Trágico, si así se pretende “dibujar” el presente y el futuro.