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Por ejemplo, ayer la soja disponible abierta cotizó en la Bolsa de Rosario a $2.500 la tonelada. Pero “por abajo”, como se dice en la jerga a los negocios que se concretan mano a mano y que involucran lotes más grandes, se llegó a pagar $2.520. El volumen negociado en la plaza orilló las 80 mil toneladas.
 
 
Pero corre-acopios lo único que pudieron hacer es desprenderse de hasta 15 mil toneladas vía operaciones cortas (primeros días de mayo) en los mercados de futuro a un precio inferior al disponible que fue de $2.490.
 
 
Si bien luego compensan con otras operaciones a futuro, en los corrillos del recinto la interpretación que se hace es que tras ser el año pasado quienes mejores precios conseguían, en esta campaña –luego del cepo exportador- logran –con mucho esfuerzo- sacar un empate.
 
 
El tema es que los corre-acopio generaron tanto volumen de oferta que ahora tienen que ingeniárselas para poder venderlo. Y quienes están haciendo diferencias con esta situación son los acopios y compradores no tradicionales  (como se les dice a los nuevos exportadores, que no suelen tener presencia física en la Bolsa) que compran en futuros esa soja más barata a los corre-acopio y luego ayer la podían vender disponible (con descarga la semana que viene) sacándole como mínimo $10 más por tonelada.
 
 
Finalmente, hay corre-acopios que apuestan a que en un segundo momento los exportadores con menos capacidad de originación directa aflojen un poco el cepo. También están haciendo en masa los trámites en la Bolsa para habilitar a sus comitentes. Es que mientras que antes el que vendía al exportador o la fábrica era el acopio del grupo, ahora para no perder la venta el que tiene que estar consignado es cliente del acopio. En definitiva, la presión exportadora le desarmó las posiciones de corre-acopio y los vuelve a bajar al llano como corredores.