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Alquiler de campos

El negocio agrícola tradicional en campo alquilado es inviable: cuáles son los nuevos criterios que se están empleando para reformularlo

Los contratos se adaptan al nuevo escenario económico del sector.
El negocio agrícola en campo arrendado fue una alternativa viable durante la década pasada. Pero en los últimos años ese paradigma está en crisis a causa de la creciente suba de costos combinada con una mayor variabilidad climática.
Entonces: o cambia la dinámica del negocio. O se acaba. En la presente campaña comenzó a advertirse la consolidación de algunos cambios en ese sentido.
Por ejemplo: la mayor parte de los alquileres negociados este año por empresarios del grupo CREA Santa Isabel (región Sur de Santa Fe) se hicieron en cuotas determinadas con el precio de referencia de la soja nueva (mayo 2013) y con parte del pago a cosecha, según indica un artículo publicado en la última edición de la Revista CREA.
“Queremos mantener esa metodología en las próximas campañas porque la consideramos más adecuada para la estructura de costos del negocio”, comenta Sebastián Pizzi, asesor del CREA Santa Isabel.
Otra de las tendencias es el uso creciente de acuerdos asociativos –aquellos en los cuales el dueño del campo comparte el riesgo con el productor de manera parcial o total– para disminuir el riesgo del negocio a cambio de perder ingresos en años climáticos buenos.
“El aspecto central de un acuerdo asociativo es arbitrar bien los porcentajes, de manera tal que los propietarios, a cambio de compartir del riesgo con el arrendatario, ganen mucho más dinero en los años climáticos favorables”, comenta Agustín Barattini, asesor del CREA Casares-9 de Julio. Empresarios de ese grupo CREA en esta campaña lograron acuerdos asociativos con una base de 7 a 8 qq/ha de soja (pago adelantado o en pocas cuotas en base a soja mayo 2013) con una distribución 50-50% entre las partes de los rindes que superaron determinadas escalas (que se calculan en cada caso particular según la historia productiva de cada campo).
Los avances realizados durante los últimos años en ambientación agrícola permitieron determinar que la variabilidad intra-zonal de ambientes es tan significativa como la presente entre regiones productivas diferentes
Actualmente existen herramientas tecnológicas que permiten medir esa variabilidad con información satelital. Los números del negocio agrícola actualmente son tan finos que ningún empresario debería cerrar un acuerdo de alquiler sin antes examinar las imágenes satelitales del campo debidamente procesadas e integradas con un sistema GIS (Geographic Information System).
“En el contexto actual la capacidad de pago de un arrendamiento debería realizarse en función del potencial productivo presente en cada ambiente y no en el promedio de cada zona”, asegura Santiago González Venzano, director de la consultora Solapa4.
“En el norte de Buenos Aires, por ejemplo, que es una zona en la cual se han pagado alquileres muy caros en algunos casos, encontramos que la capacidad de pago es evidentemente alta en algunos ambientes con un FAS teórico de 592 u$s/ha, pero en otros casos ese valor es de 310 u$s/ha”, explica González Venzano. “Todo empresario agrícola que trabaje en campos de terceros, más allá de cuál sea el riesgo que esté dispuesto a asumir, tiene la obligación de conocer esa heterogeneidad”, añade.
“La variabilidad climática también debería comenzar a estar presente en los acuerdos de arrendamientos, ya sea arbitrando formas de alquiler que contemplen la posibilidad de siembras fuera de época o determinando el pago sobre la superficie efectivamente disponible para sembrar”, comenta González Venzano.
 
Foto: Martin G. Alzaga
Medio de comunicación
Fuente: Valorsoja.com

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