NOTICIAS Y VIDEOS /

Bloquear los accesos a la Capital terminó siendo más efectivo que apelar a la adhesión orgánica de los gremios, como sucedió tradicionalmente. No es casual: la fractura de las CGT y la atomización del sindicalismo, en donde no pesa tanto la disciplina interna y se consolida la autonomía de cuerpos de delegados combativos, es el nuevo dato que explica en gran medida esta fisonomía de día feriado que tienen muchas ciudades.
 
Hugo Moyano apeló al apoyo de piqueteros y de comisiones internas radicalizadas más por necesidad que por convicción, pero su pragmatismo terminó siendo clave para el éxito de la primera huelga general dispuesta contra el gobierno de Cristina Kirchner.
 
Curiosamente, hasta hace no muchos años, la mayoría de los sindicalistas atacaban y desconfiaban de los piqueteros, que irrumpieron en las calles y en las rutas en la década del 90 como expresión de desocupados o de trabajadores no contenidos por ninguna organización. Hoy, este contundente 20N del sindicalismo disidente le debe mucho al acatamiento de sus afiliados, pero muchísimo más a los piquetes organizados por “ex enemigos” como la Corriente Clasista y Combativa, de Juan Carlos Alderete, el Movimiento Barrios de Pie, de Jorge Ceballos, y el MST Teresa Vive, de Gustavo Giménez, además de grupos enrolados en partidos de izquierda como el Polo Obrero.
 
También es cierto que desde hace muchos años, Hugo Moyano realiza medidas de fuerza que consisten en bloqueos a las entradas de muchas empresas, que sufrieron tanto diarios como supermercados. Y que, cuando el camionero era un leal soldado del kirchnerismo, eran tolerados con un cómplice silencio por la Casa Rosada.
 
Por eso llama la atención la connotación despectiva de la palabra “piquetazo” que eligió el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, para explicar la alta adhesión a la huelga: el kirchnerismo no sólo virtualmente aplaudió los bloqueos moyanistas durante años sino que también siempre le dio un trato preferencial (además de dinero del Estado y cargos en la administración pública) a piqueteros como Luis D’Elía y Emilio Pérsico, actual subsecretario de Agricultura Familiar, que funciona en la órbita del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. 
 
Entonces, ¿hay piquetes buenos y piquetes malos? Parecería que el Gobierno piensa que sí (por algo criticó en algún momento “los piquetes de la abundancia” en pleno conflicto rural), pero también, por lo visto, hay huelgas que duelen en el espinazo del poder.


Foto: infocampo.com.ar