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Por Matías Longoni.- Los Grobo SA festejó ayer en su sede central de Carlos Casares sus primeros 30 años. En ese período sufrió mutaciones de las más variadas, pero nunca había achicado tanto como ahora su principal especialización: la siembra en campos arrendados. La empresa nació tras las grandes inundaciones de los ochenta en el oeste bonaerense, cuando Gustavo comenzó a trabajar asociado a chacareros que no podían volver a sembrar. Pero ahora, como la mayoría de las grandes agrícolas locales, redujo al mínimo sus alquileres buscando achicar pérdidas. Hace dos años sembraba 120.000 hectáreas.
 
Esta campaña lo hizo solamente sobre 40.000 hectáreas, de las cuales casi la mitad son de propiedad familiar.
 
Horacio Busanello, ex ejecutivo de Monsanto y ahora CEO de Los Grobo, explica con claridad los motivos de este achicamiento: “Así como está planteado, el negocio no da para alimentar a tanta gente”, fue su argumento. Se refiere a que la renta agrícola, incluso con la soja, no es suficiente hoy para satisfacer a los dueños de la tierra, los productores, los contratistas y el Estado, que se apodera del 35% del total del dinero por vía de las retenciones.
 
Esta crisis de los pooles, fagocitada por la última gran sequía, no detuvo a Grobocopatel, que tras pasar la semana pasada por Roma para visitar al Papa Francisco, hizo escala en Albania, una ex república soviética que –a través de acuerdos con la Universidad de Harvard- quiere poner en marcha su aparato productivo. “Es un país insólito donde se subsidia solamente a los productores que tienen más de 15 vacas y no a los que tienen menos”, describe el inquieto empresario.
 
En su flamante rol de consultor internacional (hace unos años realizó una experiencia fallida en la Venezuela de Hugo Chávez), Grobocopatel también fue requerido por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, para cooperar en el diseño de políticas agropecuarias que consoliden el “proceso de paz” y permitan la sustentabilidad de los campesinos afectados por la narcoguerrilla. Otro proyecto parecido está en marcha con Honduras.
 
“El modelo de agricultura en red es equivalente a las cooperativas del Siglo XXI. Aquí o en Albania el pequeño productor no es viable si no se especializa y se vincula con quienes lo complementan”, enfatizó el agrónomo de Casares que, aunque no consiga ser profeta en su propia tierra, hace algunos años exportó su sistema productivo a Brasil y montó un pequeño imperio que luego vendió por más de 200 millones de dólares a la japonesa Mitsubishi.