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El Trigo, bajo una 'tormenta perfecta' de mal clima y mala gestión K

Mientras se espera que el Gobierno nacional se decida a importar Trigo, lo que según varios rumores ya habría decidido Guillermo Moreno pero no tendría la aprobación de Cristina, un informe de IERAL analiza cómo se llegó a esta situación y porqué la Argentina tiene el Trigro más caro del mundo. La conclusión es una suerte de ‘tormenta perfecta’ entre el mal clima en el campo y la mala gestión kirchnerista.
Ya a fines de julio pasado, había casi unanimidad en el sector rural sobre que la Argentina debería importar trigo en algún momento antes de fin de año. La última cosecha fue la peor en 100 años y las previsiones sobre la próxima campaña arrojan números que están por debajo del promedio histórico del país. La baja siembra producto del desincentivo que sufre el sector por las políticas nacionales sumado a otras condiciones generan el escenario para un desabastecimiento triguero.
 



El faltante del cereal disparó el precio de la harina y como él del pan, que llegó a pagarse cerca de los $20 por kilo. Además, aseguran que la calidad del trigo que existe "es baja" para la producción de pan.
 
En ese contexto, el 22/10 empezó a circular con fuerza el rumor de que el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno finalmente se habría convencido de la necesidad de oficializar la apertura de las importaciones de trigo.
 
IERAL, el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana creado por la Fundación Mediterránea, publicó un informe sobre la situación del Trigo, por Juan Manuel Garzón, que pone un poco más de luz sobre la situación en el sector y concluye que nuestro país ya tiene el trigo más caro del mundo.
 
A continuación el trabajo de Garzón:
 
No hace falta que los diarios lo digan. Quienes consumen pan saben que el kilo a 10 pesos, aquel que había establecido el gobierno por junio pasado, en un acuerdo con panaderos y molinos, ya no se consigue en ningún lado.
 
De acuerdo al relevamiento mensual que realiza el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba, el costo mensual de una canasta básica de panificados (por adulto equivalente) pasó de $55 a $173 entre 2009 y 2013 (primeros 9 meses de cada año), una suba del 212% en cuatro años. En este 2013 esta canasta acumula una suba del 43% interanual.
 
El mercado interno sufre una increíble escasez de trigo con calidad panadera, por ende de harina y finalmente de productos panificados. La situación es sorprendente por muchos motivos, pero sobre todo por los tres siguientes:
 
 
a) Argentina siempre generó grandes excedentes de trigo, es decir, históricamente produjo mucho más trigo del que consumimos localmente;
 
b) lo que sucede en Argentina no se observa en otros países productores;
 
c) Argentina exportará muy poco trigo este año (en relación a lo que es habitual).
 
Por detrás de la fuerte suba de precios de los panificados están, además de esta situación inusual de trigo escaso, la inflación general (en el rango del 20%-25% anual) y la tozudez de un gobierno que no parece dispuesto a reconocer la realidad tal cuál es ni mucho menos a aceptar que algunas de las cosas malas que suceden en ella tienen mucho que ver con errores y/o ausencias de su propia política económica.
 
La realidad es que los consumidores argentinos enfrentan actualmente el trigo más caro del mundo. En el Mercado a Término de Buenos Aires hay quienes han pagado más de US$ 500 la tonelada y en los últimos días más de US$ 600.
 
En el Golfo de México, región que genera la referencia más fuerte de precios internacionales, el trigoha promediado los US$ 300 –US$ 320 la tonelada, es decir se encuentra en un rango de precios como mínimo un 40% por debajo que en Argentina.
 
Las causas de la sobre reacción del precio interno del trigo deben buscarse en una combinación de mala praxis de política económica e infortunios climáticos.
 
La mala praxis surge desde el momento en que se castiga al trigo en el mercado interno con una “triple llave”: elevados impuestos a la exportación, cupos de exportación y fuerte inflación de costos en dólares.
 
Si un productor recibe entre el 55% y el 70% de lo que vale el trigo en el mundo durante muchos años seguidos (los últimos 7 para ser precisos) y además lo que recibe le permite comprar cada vez menos cosas en el mercado interno, debe esperarse que sus incentivos a producir trigo sean cada vez menores. Si un productor asume todos los riesgos que implica producir pero recibe un porcentaje de lo que vale su producto que es variable de acuerdo al criterio de un funcionario de turno, no debería sorprender entonces que se vaya inclinando cada vez más a destinar la tierra hacia otros cultivos o la deje en descanso hasta que entren los cultivos de verano.
 
 
Las estadísticas son contundentes: la superficie sembrada de trigo en Argentina pasó de un promedio de 6,4 millones de hectáreas (1997/2005) a 3,2 millones de hectáreas en la última campaña (2012/13).
 
La producción se redujo en un 40% en estos años, y la producción con calidad panificación probablemente más considerando que las condiciones climáticas de la última campaña no fueron las ideales.
 
La mala praxis fue un poco más allá. Se podría haber evitado o atenuado la sobre reacción del precio interno permitiendo la importación de trigo. El diferencial de precios entre mercado externo e interno permite holgadamente pagar los costos de traslado de trigo desde otros países. Pero basta con preguntar en el Uruguay para encontrar testimonios de operaciones de exportación que quedaron frustradas frente a la negativa del gobierno Argentino de permitir el acceso de trigo del país vecino.
 
Nótese que la importación (o su simple posibilidad) hubiese eliminado todo componente especulativo que suele generarse en situaciones de escasez de un producto.
 
¿Qué puede esperarse a futuro? La superficie sembrada de trigo se ha recuperado levemente en la campaña 2013/14 y quizás también lo haga la producción, aunque dependerá de cómo terminen de evolucionar los cultivos. Si los números productivos mejoran un poco, el mercado interno se distenderá y volverá cierta normalidad en materia de precios.
 
Pero quedan muchos interrogantes abiertos por el lado de la política económica, respecto de si ha habido o no algún aprendizaje en cuanto a que los efectos nocivos sobre la producción de ciertos instrumentos de intervención llegan siempre, a veces más tarde a veces más temprano, pero en todos los casos.

Foto. Martín G. Alzaga
Medio de comunicación
Urgente24.com

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