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Para el trigo, la nutrición tiene un rol protagónico

En el IPNI destacan la importancia de utilizar el análisis de suelos y pensar en la fertilización balanceada para la rotación.
En la Argentina, los nutrientes tradicionalmente deficientes para el cultivo de trigo han sido el nitrógeno (N) y el fósforo (P) y, en los últimos años, se han determinado deficiencias de azufre (S) en numerosas áreas trigueras. Otros nutrientes, como el caso del cloro (Cl), zinc (Zn) y otros micronutrientes, han mostrado deficiencias y respuestas en algunas situaciones específicas de suelo, clima y manejo.
 
"Existe una gran cantidad de información actualizada anualmente en cuanto a las mejores prácticas de manejo (MPM) para N, P y, en menor medida, de S y otros nutrientes, para distintas zonas y sistemas de producción", explican Fernando García y Adrián Correndo, del IPNI Cono Sur, quienes destacaron las mejores prácticas de manejo para la nutrición del trigo.
 
Después del agua, el N constituye el principal factor limitante de la productividad del cultivo. El trigo demanda unos 27 kg de nitrógeno por tonelada de grano producida, de los cuales extrae en grano unos 18 kg. Para realizar un manejo eficiente de este nutriente es necesario un diagnóstico correcto de las carencias para ajustar las recomendaciones de fertilización y optimizar la nutrición del cultivo.
 
Dentro de las opciones de herramientas de diagnóstico se encuentra la disponibilidad de N-nitratos a la siembra (suelo + fertilizante) hasta los 60 cm de profundidad. Complementariamente, en el sudeste bonaerense se ha observado que la incorporación del N anaeróbico (potencialmente mineralizable) al modelo anterior puede mejorar sensiblemente el diagnóstico de las necesidades del nutriente.
 
También existen otras herramientas que se pueden utilizar durante el desarrollo del cultivo para corregir deficiencias nitrogenadas: la disponibilidad de N en suelo al macollaje, la concentración de N total en planta o de nitratos en base de pseudo tallos, el índice de verdor (Minolta SPAD 502) en el comienzo de la elongación de los tallos y los sensores ópticos remotos que evalúan la reflectancia del canopeo del cultivo. Para incluir características específicas de suelo, manejo de cultivo y de riesgo climático, el uso de modelos de simulación es una alternativa interesante. Un ejemplo es el software Triguero (Aacrea-Fauba), que ha sido ampliamente evaluado y es utilizado como herramienta para la toma de decisiones en distintas regiones trigueras.
 
Hay que tener en cuenta que, en general, las aplicaciones de N a la siembra tienen una eficiencia de uso similar o superior que las aplicaciones al macollaje. Esto se da en situaciones de bajas precipitaciones entre siembra y fin de macollaje. Esta situación es común para una gran parte de la región triguera argentina. Sin embargo, en regiones con excesos hídricos a la siembra y
 
o probabilidad de precipitaciones elevadas durante el periodo siembra-fin de macollaje (como en la pasada campaña 2012/13), las aplicaciones diferidas al macollaje pueden presentar una mayor eficiencia de respuesta, mayores rendimientos y menores perdidas de N. Esta situación suele ser común en el área sudeste de la provincia de Buenos Aires.
 
Por eso, a la hora de tomar la decisión del momento de aplicación, también se deben incluir aspectos relacionados con el rendimiento potencial y la disponibilidad inicial de N, y con la logística. Cultivos con potenciales de rendimientos elevados (> 6000 kg ha-1) requieren de al menos 125 kg N ha-1 a la siembra, complementando con aplicaciones posteriores como proponen investigadores como Jorge González Montaner para la Región CREA Mar y Sierras.
 
EL FÓSFORO
 
El trigo requiere 4-5 kg de P por tonelada de grano producida, de los cuales extrae en grano 3-4 kg y el análisis de suelos (P extractable o P Bray-1) es la herramienta de diagnóstico más importante. La probabilidad de respuesta a la fertilización fosfatada es alta cuando el análisis de suelo indica niveles menores de 16-18 ppm.
 
En cuanto a la forma de aplicación de los fertilizantes fosfatados, la respuesta al P aplicado en línea es generalmente superior que al voleo, cuando los suelos son muy deficientes en P y se aplican dosis bajas. Sin embargo, la aplicación al voleo -previo a la siembra- ha resultado en eficiencias de uso del fertilizante similares a la aplicación en bandas, si se utilizan dosis de fertilizante fosfatado superiores a los 18-20 kg P ha-1.
 
EL AZUFRE
 
El trigo requiere 4-5 kg de S por tonelada de grano producida, de los cuales extrae 1-2 kg en grano. Las respuestas a S, frecuentes en la región pampeana norte en lotes con prolongada historia agrícola y disminuciones significativas de materia orgánica, se han extendido a otras zonas trigueras como el sur de la provincia de Buenos Aires. Actualmente no existen métodos calibrados que sean confiables para el diagnóstico de S en recomendaciones de rutina. Investigaciones recientes han demostrado la posible utilidad de la relación N:S en planta, desde fin de macollaje hasta aparición de hoja bandera y la concentración de S y de la relación N:S en grano, como indicadores de diagnóstico.
 
CON LA ESTRATEGIA DEL DOBLE CULTIVO
 
Una proporción elevada de los cultivos de trigo será seguida por una siembra de soja de segunda y es importante -y de hecho posible- plantear el manejo de la nutrición para el doble cultivo trigo/soja al momento fertilizar el trigo. Este aspecto es de gran importancia a la hora de tomar la decisión de fertilizar con P y S, nutrientes que muestran una excelente residualidad. Así, las dosis por aplicar deben considerar tanto los requerimientos del trigo como de la soja y pueden aplicarse en su totalidad en el cultivo de trigo.
 
Por otra parte, la nutrición balanceada a través de las mejores prácticas de manejo permite mejorar la eficiencia de uso de todos los recursos e insumos involucrados en la producción. Por ejemplo, en la Red de Nutrición de la Región CREA Sur de Santa Fe, la eficiencia de uso de agua se incrementó 162%, 49% y 284% en las campañas 2007/08, 2008/09 y 2009/10, respectivamente, con fertilizaciones con N, P y S.
 
Con un enfoque más sistémico y de largo plazo, el manejo de la nutrición de un cultivo debe considerar la fertilidad de los suelos y la productividad de la rotación. Este concepto de "fertilización del sistema de producción" se basa en el efecto residual en el suelo de los nutrientes en formas orgánicas (N, P, S, otros) y / o inorgánicas (P, K, otros). Los ensayos demuestran de la fertilización del sistema. "La nutrición balanceada de los cultivos resulta en la nutrición balanceada del suelo", afirman los especialistas del IPNI.


Foto: Martín G. Alzaga
Medio de comunicación
Lanacion.com.ar

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