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Por Javier Blanco.- Con la inestimable ayuda del fuerte aumento en las tasas de interés para el corto plazo dispuesto antenoche por el Banco Central (BCRA), el peso logró ayer ganarle el primer round al dólar en lo que va del año, en una pelea que perdía por paliza.
 
Lo hizo, además, para moverse esta vez en sintonía con la tendencia que muestran desde hace semanas el resto de las monedas emergentes frente a esa divisa, como quedó a la vista en el mínimo anual que el dólar marcó ayer en Brasil, tras perder otro 1,35 contra el real.
 
La moneda local recuperó del 1 al 1,2% de valor, según se considere la variación de precio mayorista o minorista, y lo mejor es que el vuelco se produjo sin que la entidad que conduce Federico Sturzenegger debiera seguir sacrificando reservas para lograrlo. O, lo que es lo mismo, el precio promedio de venta del dólar al público retrocedió de $ 16,07 a 15,88 (19 centavos) y el pactado en grandes operaciones cayó de 15,81 a 15,67 (14 centavos), poniendo fin a una carrera alcista que no tuvo pausas durante 22 ruedas consecutivas y amenazaba con dar nuevo impulso a la inercia inflacionaria.
 
El positivo impacto que el aditivo de tasa tuvo sobre el mercado cambiario no hizo más que agigantar las sospechas en el mercado sobre el apuro con que la autoridad monetaria dio por superadas las turbulencias cambiarias, lanzándose a un agresivo proceso de recorte en los tipos de interés desde fin de año, lo que, para muchos, terminó favoreciendo la dolarización y acentuando el desequilibrio de la plaza a favor de la demanda en estos meses de bajo ingreso de divisas.
 
A la vez que generó el primer cortocircuito en lo que podría llamarse el equipo económico.
 
El cambio de tendencia en el mercado llegó un día después de que el BCRA ofreció vender hasta US$ 500 millones de sus reservas. "Desempolvaron la vieja fórmula de colocar en la apertura una oferta imposible de ser absorbida por la demanda y lo hicieron luego de comunicarles a los bancos que quedaba suspendida la última cuota que tenían para seguir recomponiendo su posición general de cambios. Esa combinación, que actuó sobre las dos vías, calmó al mercado", describió el analista Fernando Izzo. Al haber acompañado esto luego con un incremento del 31 al 37% en las tasas que validó por la deuda que coloca a corto plazo (35 días), "estimuló un desarme de posiciones dolarizadas y restó presión sobre las reservas. Así emitió una señal bastante contundente sobre el nivel de precio que tolerará para el tipo de cambio", coincidió su colega Gustavo Quintana, de PR Corredores de Cambio.
 
El dato que dejó al mercado haciendo cuentas y terminó de fomentar un arbitraje a favor de un peso fortalecido por la tasa fue la cotización para el dólar que significaban los tipos de interés convalidados ayer por el BCRA. Esa tasa traducida en precios supone un dólar a $ 16,46 para el 6 de abril, de $ 16,85 para el 4 de mayo y de $ 17,31 para el 8 de junio, es decir, un billete en alza sostenida aun en el momento de mayor ingreso de divisas genuinas por la exportación de la nueva cosecha de soja.
 
La movida oficial apunta a tratar de asegurar precisamente un tránsito sin nuevos sobresaltos cambiarios ni mayor pérdida de reservas hasta que esos ingresos comienzan a producirse o al menos comience a ingresar el financiamiento externo, una posibilidad que luce más cercana desde anoche, toda vez que el juez Griesa levantó el congelamiento que impedía al país pagar los bonos ya reestructurados. Hay que tener en cuenta que la posición del BCRA sigue siendo débil, ya que su tenencia su encuentra en el menor nivel de los últimos 10 años, si no se cuenta el crédito puente por US$ 5000 millones recientemente recibido de bancos internacionales.