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Manejo sanitario

Soja: consejos clave para controlar a las enfermedades

Marcelo Carmona, reconocido experto en fitopatología, aconseja qué hay que tener en cuenta ante creciente presión de patógenos fúngicos en un año "Niño”.
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Martin G. Alzaga
El control químico de las enfermedades es una de las medidas de manejo más empleadas en la agricultura, debido a que los fungicidas se han convertido en una parte integral de la producción eficiente de alimentos. En muchas ocasiones la utilización de fungicidas constituye una medida eficiente, rápida, práctica, y económicamente viable.
   
Particularmente este año ha sido categorizado como Niño casi en forma unánime por la mayoría de los climatólogos del mundo. La consecuente mayor temperatura invernal, y los excesos de lluvia repercuten y lo seguirán haciendo sobre varios aspectos del control químico con fungicidas que resultan clave poder analizar.
 
   
Entre ellos se pueden destacar los siguientes:
  
Mayor severidad de ataque de patógenos que dañan la parte aérea (debido a la mayor humedad del canopeo) y más horas de mojado predisponentes, mayor número de ciclos de infección, aumento significativo de  la reproducción fúngica incrementando la cantidad de esporas de cada población, mayor variabilidad, y por todo ello, mayor presión de enfermedades y el consecuente mayor riesgo de generación de resistencia a  las moléculas fungicidas.
  
Aparición o re-emergencia de enfermedades económicamente importantes, como mancha ojo de rana.
  
Las lluvias más intensas y sorpresivas podrían lavar más los fungicidas con necesidad de  moléculas que mejoren la penetración y evitar evaporación.
  
Las plantas podrían absorber menos los fungicidas por mayor grosor de la cutícula y ceras; u Mayores temperaturas acelerarían la metabolización del fungicida.
        
Necesidad de analizar adecuada y precisamente el momento de control , tecnología de aplicación y la dosis a utilizar.
  
En este contexto será necesario fortalecer las decisiones relacionadas con el momento de aplicación, tipo y dosis de fungicidas, a la vez que será necesaria una acción simultáneamente, preventiva y curativa.
     
No olvidar las buenas prácticas agrícolas relacionadas con la implementación de medidas anti-resistencia de hongos a fungicidas.
       
Para esto último, se recomienda:
Aplicar un fungicida solamente cuando es necesario, de acuerdo con los umbrales de daño económico desarrollados y validados en el país.
  
No llegar tarde, aplicar en el momento óptimo de acuerdo con la metodología científica disponible y siempre que sea necesario.
  
Utilizar mezclas de principios activos con diferente mecanismo bioquímico de acción. Ambos principios activos deben tener alta eficiencia en el control del o de los patógenos que son objetivo de control.
  
Complementar los fungicidas con inductores de la resistencia , por ejemplo fosfitos, y agentes de control biológico.
 
Alternar principios activos; u Respetar las dosis de marbete y obedecer las restricciones indicadas en los mismos.
  
Implementar un programa de manejo integrado de enfermedades que incluya genotipos resistentes o tolerantes, rotaciones, uso de semilla libre de patógenos, aplicación de prácticas culturales, utilización de la nutrición, de inductores, y del  control biológico como complemento para el manejo de enfermedades, etc.
 
 
 
               
               
 
 
 
Medio de comunicación
Clarin

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