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La rotación en el NOA puede funcionar y ser negocio

En el este de Tucumán, Aldo Capuano dejó la agricultura por arrendamiento y se concentró en el campo propio. Participa del programa de AGD y está haciendo doble cultivo trigo/soja, y maiz, aunque por esta campaña vaya todo a la oleaginosa.
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Infocampo
Por A.Monguillot.- Es vox pópuli dentro del sector agropecuario que el noroeste argentino es una de las zonas más desfavorecidas por el escenario económico actual. Al tipo de cambio y la suba de los insumos se le suma el flete, costos que ponen en jaque a la rentabilidad de la actividad.
 
En este sentido, los productores buscan caminos para salir bien parados. Uno de ellos es exprimir al máximo su rentabilidad sin morir en el intento, en una campaña que atravesaría por muchos cambios, tanto políticos como económicos.
 
Los Pereyras es una comuna rural perteneciente al departamento de Cruz Alta, en el este de Tucumán. Allí, Aldo Martín Capuano administra unas 1.000 hectáreas propias donde sembró unas 500 de trigo para mantener la rotación y tener los suelos limpios. Si hay algún beneficio, mejor. Si no, tendrá el campo en condiciones ideales para afrontar la campaña de soja, donde le meterá toda la tecnología posible para hacer la diferencia en el número.
 
“Trato de rotar entre el 30 y el 40% de acuerdo a los precios. Hago el 70% de soja y el 30% de maíz. De ahora en adelante, y debido al mal precio del maíz, voy a reducir la superficie de maíz y voy a ir al 100% de soja. También la idea es hacer el 100% de trigo el año que viene”, cuenta el productor a Infocampo.
 
Por estos días, Capuano se encuentra cosechando los frutos de esta campaña invernal. “Hace mucho que no teníamos trigos lindos y que llovía en invierno en Tucumán. Habrá que cosechar y ver qué pasa con el precio, que hoy es malísimo, pero habrá que guardarlo y esperar a diciembre con el nuevo gobierno”, dice.
 
En esa zona suelen sembrarse trigos con poca tecnología, dado que su objetivo primario es utilizarlos como cobertura, además de rotar y controlar malezas. “No invertimos mucha plata porque no sabemos si vamos a cosechar”, justifica el productor, que reconoce que ni siquiera incurren en gastos de fertilización.
 
Las condiciones climáticas podrían traer un cambio de planes, producto de las lluvias de agosto que mejoraron la calidad de los trigos. Capuano aclara que existe la posibilidad, aunque advierte que los costos de producción en el NOA son más altos que en el sur del país: "Tenemos la desventaja de los fletes. La idea era hacer cobertura y tener el campo limpio y ahora llegamos con un buen trigo y el campo impecable. Después, veremos si lo vendemos”.
 
Para que cierre el número y “queden unos pesitos”, Capuano aspira a obtener un rendimiento de 1.800 kilos por hectárea, donde el costo de producción le llevará unos 1.200. Un requerimiento sine qua non para que pueda venderse es que tengan buen gluten y condiciones.
 
Cuando se trata de trigos de baja calidad, su inserción en el mercado se dificulta aún más. “Directamente, no tienen mercado. Los trigos de bajo gluten no se venden. Por eso, mi política de este año va a ser que antes de cosecharlo, voy a hacer una prueba y si tiene condiciones lo cosecho. Si no tiene condiciones, directamente no lo cosecho”, dice.
Haciendo números, el productor calcula que les puede quedar “un trigo de $800 en la mano por hectárea con suerte, si está a todo bien”. Y agrega: “Ese el precio de tonelada, descontando el flete. Después tenés que restarle costos. Suponete que tengas un costo de $450 o $500 la cosecha, salís hecho si vos querés. Lo importante es que llegás con un cultivo limpio y con el campo con una buena cobertura porque tuvimos esa lluvia bendita en agosto, que no teníamos hace mucho tiempo”.
 
Todo a la soja
 
Por primera vez, Capuano dejará de lado el maíz y sembrará soja en las 1.000 hectáreas de su campo. Si los suelos tiene un buen perfil de humedad y quedan limpios por la rotación, fijó como fecha de siembra el 25 de noviembre. “Con las perspectivas de un año Niño, además de que venimos con algo de perfil, somos optimistas en cuanto al clima. No en cuanto al precio y la coyuntura política”, analiza.
 
Su estrategia será hacer un 60% de soja Intacta y un 40% de RR1, a las que le pondrá toda la tecnología. “La Intacta es una soja que está genéticamente modificada y no tenés que controlarla contra orugas. En Tucumán tenemos el problema de los picudos. Entonces, en los lotes que vienen del maíz o están libres de picudo es una tecnología que anda muy bien porque no lleva ninguna aplicación de insecticida”, describe.
 
Esta campaña tuvo una diferencia del 7% en el rendimiento, además de ahorrarse el monitoreo de la bolillera (Helicoverpa gelotopoeon). “De esta forma, al plaguero lo tenés descansando en la época de la oruga y que se concentre bien en la época de los picudos, que generalmente los ataques grandes son a fines de enero y principios de febrero”, agrega.
 
Para las dos primeras semanas de emergencia de la soja aplicará Lumivia RA, el tratamiento de insecticida de semillas que lanzó recientemente la firma DuPont. “Vamos a tener la tranquilidad que  la soja va a estar protegida y poder mirar para adelante el avance de la siembra, sin estar preocupado tanto en el control de las orugas cuando la soja está recién emergida”. Un curasemillas  cuesta entre 10 y 12 dólares por hectárea, mientras que la aplicación de insecticidas demanda hasta 15 dólares entre costo de producto y aplicación.
 
Precisión para obtener potencial
 
Cuando los arrendamientos se volvieron una alternativa sumamente costosa, Capuano decidió que el camino para crecer era sumando kilos. Se inscribió en el programa de agricultura de precisión de AGD y empezó a probar con sistemas de fertilización de dosis variables y fertilización por ambiente, tratando de maximizar todo para hacer un cultivo rentable.
 
“Antes fertilizaba al voleo 100 kilos por hectárea. Ahora, no. Después de un análisis exhaustivo de suelo, uso fertilizantes que necesita cada parte del lote. Es un servicio que está dando AGD con un equipo de fertilización variable. De acuerdo al análisis, aplico fertilizante donde haga falta”, describe. Actualmente lo usa para fósforo en presiembra.
 
Durante la campaña pasada tuvieron picos de rendimiento por encima de los 4.000 kilos por hectárea, cifra que esperan repetir. “Creo que haciendo las cosas bien y con los materiales que tenemos, no sería descabellado. Y que nos ayude el clima”, dice el productor, que estima que su rinde de indiferencia estará en los 2.800 kilos.
 
Cuando hayan terminado la cosecha venderán a los acopios tucumanos como AGD o Bunge, por citar algunos. Nuevamente, la lupa estará puesta sobre el flete, donde Capuano propone: “Hoy, entre un flete corto y largo de Tucumán tenemos casi 600 pesos. Es donde tenemos que apuntar. Reduciendo 300 pesos el flete somos muy competitivos. Hoy el flete nos mata”.
 
La estrategia
 
Sembró unas 500 hectáreas de trigo, que en un principio iban a ser de cobertura. Si tienen buen gluten podrá insertarlos en el mercado.
Hará 1.000 hectáreas de soja. El 60% será Intacta, que le da una diferencia del 7% en el rinde y evita el control de bolilleras.
Forma parte del programa AGD de agricultura de precisión, donde cuenta con un equipo de fertilización variable.  Lo usa para fósforo en presiembra.
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Infocampo

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