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Crece la ola de megafusiones en el mundo de los agronegocios y anticipan importantes cambios para la Argentina
Los accionistas de Monsanto dieron su “ok” al intento de compra de Bayer mientras sigue a todo vapor la unión entre DuPont y Dow, además de la adquisición de Syngenta por parte de ChemChina. Juntas, controlan más del 70% del mercado de semillas y agroquímicos. El efecto en el agro local.
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Martín G. Alzaga
Enmarcados en una vorágine que hacía tiempo no se observaba, el segmento de los agronegocios está cerrando el año como uno de los grandes protagonistas en el terreno de las fusiones y adquisiciones.
En línea con los movimientos ocurridos a lo largo de 2016, diciembre lejos está de ser un mes de calma para los “peso pesados” de la producción de insumos agrícolas a nivel mundial.
Los accionistas de Monsanto acaban de dar el “sí” a la oferta de hasta u$s66.000 millones elevada por la alemana Bayer, en lo que representa un paso enorme hacia la fusión definitiva con la estadounidense.
Los inversores de la compañía que creó el popular y controvertido herbicida glifosato recibirán u$s128 por acción.
Esto es, un 44% más que en mayo pasado, cuando la europea expresó su interés por quedarse con Monsanto.
Cabe aclarar que el pago está atado a que la operación supere las distintas evaluaciones regulatorias que hoy rigen en Estados Unidos y el Viejo Continente.
Según especialistas del mercado consultados por iProfesional, la compra será financiada por los bancos Credit Suisse, Goldman Sachs, HSBC, JP Morgan y Bank Of America.
El proceso de adquisición se estima que terminará de cerrarse a fines de 2017. Caso contrario, y de no superar los trámites de aprobación que restan, Bayer deberá abonarle a Monsanto u$s2.000 millones en concepto de indemnización.
Esta jugada es determiante porque dará origen a la fusión más grande de la historia en el ámbito de los agronegocios.
Pero no es la única: está siendo acompañada por otras operaciones de relevancia, que dejan a la vista un proceso de concentración de alcance mundial en el ámbito de los insumos agrícolas, con impacto en la Argentina.
En julio pasado, los accionistas de DuPont y Dow aprobaron la unión entre ambas compañías, en una transacción de acciones por u$s59.000 millones.
Al momento de confirmar el vínculo, ambas compañías reconcieron que, como consecuencia de ese proceso, están eliminando miles de puestos de trabajo y que la idea hacia adelante es profundizar aun más este achique.
“Estamos trabajando con los reguladores en jurisdicciones clave para cerrar la fusión lo antes posible. En caso de que los reguladores hagan uso de todo el plazo del que disponen, el cierre podría tener lugar en el primer trimestre de 2017”, declaró al respecto Ed Breen, titular de DuPont.
En tanto, China National Chemical Corp (ChemChina) también ultima detalles para hacer efectiva la compra de Syngenta.
La operación está valuada en u$s43.000 millones, un proceso que también terminaría de concretarse en el primer trimestre de 2017.
Para hacer efectiva la operación, ChemChina creará un fondo orientado a facilitar la adquisición. La estructura de financiación implicará que los inversores se comprometan con el fondo que, a su vez, sería dueño de acciones de Syngenta.
Esta última lidera el mercado de agroquímicos con una porción del 20% de la torta global, seguida por Bayer (18%) y BASF (13%), hasta ahora la única que no logró fusionarse con otras compañías, si bien hace un año mostró interés precisamente por Syngenta.
Herbicidas, insecticidas y fungicidas por un lado, y semillas por el otro, conforman las dos patas sobre las que se basan las estructuras comerciales de todos estos "peso pesados".
Concentración a la vista
Respecto de estos movimientos, el análisis que prevalece es que este marcado proceso de concentración está vinculado, principalmente, con la necesidad de las corporaciones del agro de incrementar sus inversiones en investigación y desarrollo.
Además, de forma paralela, las fusiones no hacen más que garantizarles a estas empresas un dominio todavía superior al que ya exhiben en el competitivo y muy peleado negocio de la comercialización de insumos básicos para la actividad agrícola, que es responsable de los siguientes números:
• Hasta las fusiones y alianzas que tuvieron lugar en este 2016, Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer y BASF acumularon ingresos conjuntos por más de u$s65.000 millones.
• Estas empresas concentran el 75% del mercado mundial de agroquímicos.
• También, manejan el 63% de la oferta global de semillas comerciales.
• En simultáneo, ostentan el 75% de toda la investigación privada en el sector de las semillas y los pesticidas.
La combinación de estas grandes espaldas resulta, justamente, uno de los aspectos que hoy enciende la atención en las entidades regulatorias tanto de Europa como de los Estados Unidos.
En primer lugar, por las amplias posibilidades de monopolio de los insumos que alientan las fusiones de actores ya de por sí predominantes en un mercado acotado.
“Los riesgos de que se produzca una posición dominante están y es uno de los argumentos que podrían ponerle un freno a las operaciones. Por más que los accionistas estén de acuerdo, hay que ver qué ocurre en Europa. Para Monsanto, la unión con Bayer es una puerta para poder colocar sus transgénicos en ese continente. Y también, por qué no, una forma de limpiar de alguna manera su imagen controvertida", explicó a iProfesional un analista del sector agropecuario, en estricto off the record.
En tono de seducción, Bayer ya se comprometió a destinar hasta u$s2.500 millones anuales para desarrollar nuevos cultivos de cara a, según la compañía, un “boom” demográfico que exigirá cada vez más alimentos de aquí a 2050.
“Con la compra, Bayer accede a todo el portafolio de semillas genéticamente modificadas que posee Monsanto. Se trata de activos clave para la producción en un contexto de cambio climático. Y eso también es un complemento para su propuesta en materia de agroquímicos. Al mismo tiempo, la mejor imagen social que posee Bayer en algún punto incidirá positivamente en la estadounidense. Si todo llega a buen puerto, la alemana habrá concretado un negocio clave para adaptarse al mundo que viene”, añadió.
Cómo pega en la Argentina
Sin dudas, de todas las uniones anunciadas, Bayer-Monsanto aparece como la más relevante también para el escenario local.
Básicamente porque, una vez concretada la adquisición, la alemana pasará a controlar más del 23% del mercado de agroquímicos. Esto le aseguraría un nivel de facturación anual cercano a los u$s600 millones.
El año pasado, Monsanto lideró las ventas con ventas por u$s377 millones, mientras que la europea ocupó el cuarto lugar con cerca de u$s210 millones. Luego de la estadounidense se ubicó Syngenta, con u$s306 millones, mientras que Dow informó ingresos por u$s278 millones.
Detrás del liderazgo claro de Bayer-Monsanto, siempre de lograrse todas las aprobaciones, la fusión Dow-DuPont permitirá que la alianza ocupe el puesto número dos del mercado, con un participación del 16,3%.
Pisándole los talones, Syngenta con ChemChina como controlante, se transformará en el tercer jugador, con una porción del 16,2 por ciento.
Debido a estas cifras, la preocupación en el sector productivo radica en la incidencia que esta concentración tendrá en términos de variedad de insumos y política de precios.
Consultado por iProfesional, Santiago del Solar, directivo de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA) y ex presidente de MAIZAR, sostuvo que un punto a observar en estas operaciones radica en "cuántas opciones tendrá el productor a la hora de adquirir tecnología”.
“La complementariedad parece la clave en las fusiones que se están dando en el mundo y un ejemplo es lo que ocurre con Bayer y Monsanto. El tema es cómo eso beneficia al productor si es que se acota la competencia entre las compañías. Habrá que prestar atención a las opciones de semillas y agroquímicos. Siempre es sano que sigan existiendo distintas alternativas. Al campo no le conviene un monopolio”, aseguró.
Para Del Solar, "la existencia de un mercado grande y genérico en productos como los agroquímicos oxigena las concentraciones que puedan darse en términos de marcas”.
“Hay mucha variedad de formulados que se hacen a partir de tecnología china. Como hay vencimientos continuos en las patentes internacionales, eso alienta que lleguen a la Argentina productos de esas características. Nidera, por poner un caso, formula fitosanitarios del país asiático. De alguna forma, eso flexibiliza la oferta. Hoy hay lugar para todos los jugadores en el mercado. La clave es que esto se mantenga luego de las fusiones”, advirtió.
En tanto, desde la consultora AgriTrend, el analista Gustavo López evaluó el cambio en el tablero mundial de gigantes de los agronegocios como “un síntoma de que la producción requiere, cada vez, un mayor nivel de capital para actividades como la investigación”.
“La Argentina será un escenario clave para ver cómo inciden estas fusiones en la productividad. Somos el tercer mercado mundial de relevancia en cultivos como la soja, detrás de Estados Unidos y Brasil. Es posible que nuestro país sea un poco el campo para la experimentación en el diseño de estrategias a partir de estos cambios en el modelo de negocios”, comentó a iProfesional.
López enfatizó que “no hay que pensar que las fusiones derivarán en una menor competitividad en nuestro sector. No tiene por qué ocurrir. Lo real es que el productor argentino se está volviendo cada vez más sofisticado, pide tecnología nueva, y las compañías necesitan millones y millones para atender esa demanda. Por eso, la inversión en investigación es vital para cualquiera de estas compañías".
"Hay una corriente que ve a estas operaciones como una única opción para atender a un mundo al que se le sumarán millones de nuevos habitantes. Harán falta más alimentos y eso requiere toda la atención. Con el tiempo, el mercado pondrá en claro si estas uniones fueron el camino correcto”, concluyó.
En línea con los movimientos ocurridos a lo largo de 2016, diciembre lejos está de ser un mes de calma para los “peso pesados” de la producción de insumos agrícolas a nivel mundial.
Los accionistas de Monsanto acaban de dar el “sí” a la oferta de hasta u$s66.000 millones elevada por la alemana Bayer, en lo que representa un paso enorme hacia la fusión definitiva con la estadounidense.
Los inversores de la compañía que creó el popular y controvertido herbicida glifosato recibirán u$s128 por acción.
Esto es, un 44% más que en mayo pasado, cuando la europea expresó su interés por quedarse con Monsanto.
Cabe aclarar que el pago está atado a que la operación supere las distintas evaluaciones regulatorias que hoy rigen en Estados Unidos y el Viejo Continente.
Según especialistas del mercado consultados por iProfesional, la compra será financiada por los bancos Credit Suisse, Goldman Sachs, HSBC, JP Morgan y Bank Of America.
El proceso de adquisición se estima que terminará de cerrarse a fines de 2017. Caso contrario, y de no superar los trámites de aprobación que restan, Bayer deberá abonarle a Monsanto u$s2.000 millones en concepto de indemnización.
Esta jugada es determiante porque dará origen a la fusión más grande de la historia en el ámbito de los agronegocios.
Pero no es la única: está siendo acompañada por otras operaciones de relevancia, que dejan a la vista un proceso de concentración de alcance mundial en el ámbito de los insumos agrícolas, con impacto en la Argentina.
En julio pasado, los accionistas de DuPont y Dow aprobaron la unión entre ambas compañías, en una transacción de acciones por u$s59.000 millones.
Al momento de confirmar el vínculo, ambas compañías reconcieron que, como consecuencia de ese proceso, están eliminando miles de puestos de trabajo y que la idea hacia adelante es profundizar aun más este achique.
“Estamos trabajando con los reguladores en jurisdicciones clave para cerrar la fusión lo antes posible. En caso de que los reguladores hagan uso de todo el plazo del que disponen, el cierre podría tener lugar en el primer trimestre de 2017”, declaró al respecto Ed Breen, titular de DuPont.
En tanto, China National Chemical Corp (ChemChina) también ultima detalles para hacer efectiva la compra de Syngenta.
La operación está valuada en u$s43.000 millones, un proceso que también terminaría de concretarse en el primer trimestre de 2017.
Para hacer efectiva la operación, ChemChina creará un fondo orientado a facilitar la adquisición. La estructura de financiación implicará que los inversores se comprometan con el fondo que, a su vez, sería dueño de acciones de Syngenta.
Esta última lidera el mercado de agroquímicos con una porción del 20% de la torta global, seguida por Bayer (18%) y BASF (13%), hasta ahora la única que no logró fusionarse con otras compañías, si bien hace un año mostró interés precisamente por Syngenta.
Herbicidas, insecticidas y fungicidas por un lado, y semillas por el otro, conforman las dos patas sobre las que se basan las estructuras comerciales de todos estos "peso pesados".
Concentración a la vista
Respecto de estos movimientos, el análisis que prevalece es que este marcado proceso de concentración está vinculado, principalmente, con la necesidad de las corporaciones del agro de incrementar sus inversiones en investigación y desarrollo.
Además, de forma paralela, las fusiones no hacen más que garantizarles a estas empresas un dominio todavía superior al que ya exhiben en el competitivo y muy peleado negocio de la comercialización de insumos básicos para la actividad agrícola, que es responsable de los siguientes números:
• Hasta las fusiones y alianzas que tuvieron lugar en este 2016, Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer y BASF acumularon ingresos conjuntos por más de u$s65.000 millones.
• Estas empresas concentran el 75% del mercado mundial de agroquímicos.
• También, manejan el 63% de la oferta global de semillas comerciales.
• En simultáneo, ostentan el 75% de toda la investigación privada en el sector de las semillas y los pesticidas.
La combinación de estas grandes espaldas resulta, justamente, uno de los aspectos que hoy enciende la atención en las entidades regulatorias tanto de Europa como de los Estados Unidos.
En primer lugar, por las amplias posibilidades de monopolio de los insumos que alientan las fusiones de actores ya de por sí predominantes en un mercado acotado.
“Los riesgos de que se produzca una posición dominante están y es uno de los argumentos que podrían ponerle un freno a las operaciones. Por más que los accionistas estén de acuerdo, hay que ver qué ocurre en Europa. Para Monsanto, la unión con Bayer es una puerta para poder colocar sus transgénicos en ese continente. Y también, por qué no, una forma de limpiar de alguna manera su imagen controvertida", explicó a iProfesional un analista del sector agropecuario, en estricto off the record.
En tono de seducción, Bayer ya se comprometió a destinar hasta u$s2.500 millones anuales para desarrollar nuevos cultivos de cara a, según la compañía, un “boom” demográfico que exigirá cada vez más alimentos de aquí a 2050.
“Con la compra, Bayer accede a todo el portafolio de semillas genéticamente modificadas que posee Monsanto. Se trata de activos clave para la producción en un contexto de cambio climático. Y eso también es un complemento para su propuesta en materia de agroquímicos. Al mismo tiempo, la mejor imagen social que posee Bayer en algún punto incidirá positivamente en la estadounidense. Si todo llega a buen puerto, la alemana habrá concretado un negocio clave para adaptarse al mundo que viene”, añadió.
Cómo pega en la Argentina
Sin dudas, de todas las uniones anunciadas, Bayer-Monsanto aparece como la más relevante también para el escenario local.
Básicamente porque, una vez concretada la adquisición, la alemana pasará a controlar más del 23% del mercado de agroquímicos. Esto le aseguraría un nivel de facturación anual cercano a los u$s600 millones.
El año pasado, Monsanto lideró las ventas con ventas por u$s377 millones, mientras que la europea ocupó el cuarto lugar con cerca de u$s210 millones. Luego de la estadounidense se ubicó Syngenta, con u$s306 millones, mientras que Dow informó ingresos por u$s278 millones.
Detrás del liderazgo claro de Bayer-Monsanto, siempre de lograrse todas las aprobaciones, la fusión Dow-DuPont permitirá que la alianza ocupe el puesto número dos del mercado, con un participación del 16,3%.
Pisándole los talones, Syngenta con ChemChina como controlante, se transformará en el tercer jugador, con una porción del 16,2 por ciento.
Debido a estas cifras, la preocupación en el sector productivo radica en la incidencia que esta concentración tendrá en términos de variedad de insumos y política de precios.
Consultado por iProfesional, Santiago del Solar, directivo de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA) y ex presidente de MAIZAR, sostuvo que un punto a observar en estas operaciones radica en "cuántas opciones tendrá el productor a la hora de adquirir tecnología”.
“La complementariedad parece la clave en las fusiones que se están dando en el mundo y un ejemplo es lo que ocurre con Bayer y Monsanto. El tema es cómo eso beneficia al productor si es que se acota la competencia entre las compañías. Habrá que prestar atención a las opciones de semillas y agroquímicos. Siempre es sano que sigan existiendo distintas alternativas. Al campo no le conviene un monopolio”, aseguró.
Para Del Solar, "la existencia de un mercado grande y genérico en productos como los agroquímicos oxigena las concentraciones que puedan darse en términos de marcas”.
“Hay mucha variedad de formulados que se hacen a partir de tecnología china. Como hay vencimientos continuos en las patentes internacionales, eso alienta que lleguen a la Argentina productos de esas características. Nidera, por poner un caso, formula fitosanitarios del país asiático. De alguna forma, eso flexibiliza la oferta. Hoy hay lugar para todos los jugadores en el mercado. La clave es que esto se mantenga luego de las fusiones”, advirtió.
En tanto, desde la consultora AgriTrend, el analista Gustavo López evaluó el cambio en el tablero mundial de gigantes de los agronegocios como “un síntoma de que la producción requiere, cada vez, un mayor nivel de capital para actividades como la investigación”.
“La Argentina será un escenario clave para ver cómo inciden estas fusiones en la productividad. Somos el tercer mercado mundial de relevancia en cultivos como la soja, detrás de Estados Unidos y Brasil. Es posible que nuestro país sea un poco el campo para la experimentación en el diseño de estrategias a partir de estos cambios en el modelo de negocios”, comentó a iProfesional.
López enfatizó que “no hay que pensar que las fusiones derivarán en una menor competitividad en nuestro sector. No tiene por qué ocurrir. Lo real es que el productor argentino se está volviendo cada vez más sofisticado, pide tecnología nueva, y las compañías necesitan millones y millones para atender esa demanda. Por eso, la inversión en investigación es vital para cualquiera de estas compañías".
"Hay una corriente que ve a estas operaciones como una única opción para atender a un mundo al que se le sumarán millones de nuevos habitantes. Harán falta más alimentos y eso requiere toda la atención. Con el tiempo, el mercado pondrá en claro si estas uniones fueron el camino correcto”, concluyó.
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Acopio News
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