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Soja: ante el menor ritmo de ventas de la historia
Al momento se comercializó alrededor del 73% de la producción de la campaña anterior. La industria está trabajando sólo al 60% de su capacidad.
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Martín G. Alzaga
Por Análisis de Mercado fyo (Ambito Financiero).- De acuerdo con datos del Ministerio de Agroindustria, nos encontramos ante el menor ritmo de comercialización de soja de la historia. A la fecha, las compras de la industria y la exportación apenas suman 42,5 millones de toneladas, cifra que representa el 73% de la producción, cuando en promedio deberíamos estar en un 80%.
Los productores arrancaron el año como es habitual con pocas ventas anticipadas, y se esperaba que en plena cosecha (de abril a junio) aceleraran sus ventas para cubrir los compromisos financieros que se difieren para estas fechas. Sin embargo, su oferta se encuentra muy retraída. El ritmo de ventas de los productores, que en la jerga se llama "farmer selling", fue más lento que lo esperado porque no fue necesario vender tanta soja para cubrir las deudas, gracias a la mejora en sus precios, y a la posibilidad de vender maíz a buen precio y sin restricciones, a partir de la eliminación de los ROE verde y los derechos de exportación.
Pero también los compradores estuvieron más tranquilos este año. Si bien la exportación volvió a tener un año activo, la industria de soja argentina sigue en jaque. La misma tiene una capacidad de molienda muy grande, pero cuando los productores no venden, las industrias no logran hacerse con la materia prima para moler, quedándoles entonces dos caminos: pagar sobreprecios para tentar a los vendedores, o bien reducir la molienda y aceptar que tendrán una mayor capacidad ociosa. En ambos casos se incurrirá en costos. En caso de pagar sobreprecios, los mismos implicarán pérdidas operativas. En el segundo caso, se tratará de mayores dificultades para absorber costos fijos y el costo de oportunidad de tener las plantas paradas. Pero esto último no se refleja en los balances. Por ello, finalmente, la industria fue por este otro camino, y está trabajando sólo al 60% de su capacidad instalada. En virtud de esto el ritmo de molienda mensual se ubica por debajo de los niveles del ciclo 14/15, con la consiguiente menor producción de aceite y harina de soja. Durante el año comercial, iniciado en abril del corriente año hasta el mes de octubre, se molieron 27 millones de toneladas de poroto de soja, frente a las 29 millones de la campaña pasada. En cuanto a la producción de derivados de soja, también se observa un menor ritmo respecto al ciclo 14/15 como consecuencia directa de la caída en la molienda. Con todo esto, lo que sorprende es que pese a una menor molienda, y por ende, menor producción de aceite y harina, las industrias cuenten con niveles de inventarios superiores al promedio de las últimas cinco campañas.
Las existencias de los derivados de soja se vinculan tanto con el ritmo de molienda como con la evolución de la demanda externa e interna. Este año se observó mayor dificultad en la colocación de la harina de soja, llevando a que el nivel de stocks de harina supere al del año anterior. No sucedió lo mismo con el aceite, debido a que el mercado internacional estuvo más demandado.
El problema de tener un lento ritmo de ventas de soja, es que implica que quedará mucha mercadería sin vender al cierre del ciclo comercial, lo que podría significar problemas para el año próximo. Partiendo de una producción de 58 millones y una existencia inicial de 6,4 millones de toneladas, si tenemos en cuenta que hasta el momento se han adquirido 42,5 millones de toneldas. de soja, restarían por comercializar unas 22 millones de toneladas. Con este panorama, dada la retracción de la oferta, y un ritmo actual de ventas semanales de 600 mil toneladas, el stock que pasaría a la campaña 16/17 podría estar en unas 10 millones de toneladas. Esta soja que pasaría a la próxima campaña, se sumaría a la producción del nuevo ciclo, y definirá un volumen de oferta total muy grande, y mayor oferta implica generalmente precios más bajos.
Los productores arrancaron el año como es habitual con pocas ventas anticipadas, y se esperaba que en plena cosecha (de abril a junio) aceleraran sus ventas para cubrir los compromisos financieros que se difieren para estas fechas. Sin embargo, su oferta se encuentra muy retraída. El ritmo de ventas de los productores, que en la jerga se llama "farmer selling", fue más lento que lo esperado porque no fue necesario vender tanta soja para cubrir las deudas, gracias a la mejora en sus precios, y a la posibilidad de vender maíz a buen precio y sin restricciones, a partir de la eliminación de los ROE verde y los derechos de exportación.
Pero también los compradores estuvieron más tranquilos este año. Si bien la exportación volvió a tener un año activo, la industria de soja argentina sigue en jaque. La misma tiene una capacidad de molienda muy grande, pero cuando los productores no venden, las industrias no logran hacerse con la materia prima para moler, quedándoles entonces dos caminos: pagar sobreprecios para tentar a los vendedores, o bien reducir la molienda y aceptar que tendrán una mayor capacidad ociosa. En ambos casos se incurrirá en costos. En caso de pagar sobreprecios, los mismos implicarán pérdidas operativas. En el segundo caso, se tratará de mayores dificultades para absorber costos fijos y el costo de oportunidad de tener las plantas paradas. Pero esto último no se refleja en los balances. Por ello, finalmente, la industria fue por este otro camino, y está trabajando sólo al 60% de su capacidad instalada. En virtud de esto el ritmo de molienda mensual se ubica por debajo de los niveles del ciclo 14/15, con la consiguiente menor producción de aceite y harina de soja. Durante el año comercial, iniciado en abril del corriente año hasta el mes de octubre, se molieron 27 millones de toneladas de poroto de soja, frente a las 29 millones de la campaña pasada. En cuanto a la producción de derivados de soja, también se observa un menor ritmo respecto al ciclo 14/15 como consecuencia directa de la caída en la molienda. Con todo esto, lo que sorprende es que pese a una menor molienda, y por ende, menor producción de aceite y harina, las industrias cuenten con niveles de inventarios superiores al promedio de las últimas cinco campañas.
Las existencias de los derivados de soja se vinculan tanto con el ritmo de molienda como con la evolución de la demanda externa e interna. Este año se observó mayor dificultad en la colocación de la harina de soja, llevando a que el nivel de stocks de harina supere al del año anterior. No sucedió lo mismo con el aceite, debido a que el mercado internacional estuvo más demandado.
El problema de tener un lento ritmo de ventas de soja, es que implica que quedará mucha mercadería sin vender al cierre del ciclo comercial, lo que podría significar problemas para el año próximo. Partiendo de una producción de 58 millones y una existencia inicial de 6,4 millones de toneladas, si tenemos en cuenta que hasta el momento se han adquirido 42,5 millones de toneldas. de soja, restarían por comercializar unas 22 millones de toneladas. Con este panorama, dada la retracción de la oferta, y un ritmo actual de ventas semanales de 600 mil toneladas, el stock que pasaría a la campaña 16/17 podría estar en unas 10 millones de toneladas. Esta soja que pasaría a la próxima campaña, se sumaría a la producción del nuevo ciclo, y definirá un volumen de oferta total muy grande, y mayor oferta implica generalmente precios más bajos.
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Acopio News
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