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Hubo un pecado inicial y Mauricio Macri no ha podido menos que comenzar a admitirlo delante de su círculo íntimo. El Presidente asume que el Ejecutivo se confió y demoró demasiado el envío al Congreso del proyecto de Ganancias. Un error que la oposición capitalizó. Claro que a ese desliz siguieron otros, pero -dicen en la Casa Rosada- ninguno como el "mamarracho" -así lo llaman- de tener que apelar a una fe de erratas, como hizo Axel Kicillof, para dejar al desnudo que no habían hecho bien los deberes y que el costo fiscal de la iniciativa bendecida por Sergio Massa era mayor al que habían anunciado. No era una cuestión simple de subsanar. Según los cálculos del oficialismo, sólo esa enmienda implicaría para el Estado un costo adicional de 30 mil millones de pesos. Macri había caído en el desánimo cuando Alberto Abad, el jefe de la AFIP, le reportó aquella cifra.
 
En privado, el jefe de Estado empezó a acuñar la expresión inglesa "black hole". Es eso lo que más le preocupó desde el día en que Diputados le dio media sanción al proyecto: el agujero negro en el que, dice, pocos reparan cuando se discuten los proyectos. Marcos Peña, el jefe de Gabinete, lo ha expresado de otra forma en las últimas reuniones de ministros: “Los políticos y la sociedad estaban acostumbrados a que el Estado mintiera con las cifras". En la cima del poder se preguntan: “¿Sabés cuántas cosas se pueden hacer con ese error de cálculo de 30 mil millones?”
 
No sólo se lo preguntan. Tienen las respuestas. “A Mauricio le gusta que andemos con la calculadora. Quiere números exactos”, dicen en su entorno. Los asesores del Presidente prepararon un cuadro comparativo para ayudar al primer mandatario a clarificar su posición frente a sus interlocutores, que en las últimas 24 horas -cuando pasó a de monitorear las negociaciones a ponerse al frente- fueron desde sus propias espadas hasta el jefe de la bancada del FPV, Miguel Pichetto y Hugo Moyano, con el que inauguró la ronda de diálogo, como reveló clarin.com. Las respuestas: 30 mil millones de pesos equivalen a todo el presupuesto para rutas y autopistas de 2016, o a la construcción de 30 mil viviendas. Equivalen a tres veces más de lo presupuestado para la creación de jardines de infantes para 2017 y a más de la mitad de lo establecido para pagar las Asignaciones Universales por Hijo de este año. Existen otras dos cifras que Macri suele utilizar como ejemplo: con 4 mil millones de pesos se pueden pavimentar todas las calles de Conurbano que están destruidas o sin asfaltar y con otros 4 mil millones se haría lo mismo en todas las ciudades postergadas del interior.
 
Esa preocupación por el costo fiscal de Ganancias y la necesidad de bajar el déficit fue la que Macri intentó transmitirle a Moyano. Es cierto que la charla entre ellos estaba agendada hacía tiempo, pero no menos cierto es que la ratificaron la noche anterior con un llamado telefónico. El Presidente le solicitó comprensión y recbió algunas señales positivas (aunque Moyano le propuso mantener la exención del pago de Ganancias sobre horas extras y viáticos, le dijo que aceptaría poner un tope en ese beneficio de los trabajadores), pero también sufrió reproches. El jefe de Camioneros dejó trascender que lo convocaron a destiempo y que la CGT está fraccionada. Esta última imagen , sin embargo, no le desagrada para nada al macrismo.
 
“Las cosas no son gratis. La gente tiene que entenderlo. Podemos hacer un esfuerzo pero tenemos que respetar los límites fiscales del Presupuesto”, dice Macri. El concepto volvió a emerger en Olivos, cuando recibió a quienes alistó para estar al frente de la negociación con los opositores. Los actores se dividieron en cuatro grupos: Gabriela Michetti y Federico Pinedo en el Senado; Emilio Monzó en Diputados; Mario Quintana y Jorge Triaca hablarán con los sindicatos y Rogelio Frigerio encarará a los gobernadores. También tendrá un rol en las sombras Ernesto Sanz, quien en las últimas 48 horas se vio dos veces con Macri. El Presidente permanecerá a tiro del teléfono, pero esa será la última carta, y para el caso de que sus ministros dejen de ver luz al final del túnel.