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En septiembre la inflación medida por el INDEC mostró un alza del 1,1%, y del 1,3% en el indicador de la Ciudad de Buenos Aires.
 
En tanto, los precios al consumidor subieron un 2,7%, según estimaciones de consultoras privadas.
 
El número encendió alarmas en el Gobierno, que está buscando frenar incrementos que se pueden decidir por estos días, como el de los combustibles que se esperaba para este martes.
 
Las petroleras habían pedido una recomposición de entre 7% y 8%, mientras que el Poder Ejecutivo estudiaba la posibilidad de una suba menor.
 
Aunque las compañías estaban listas para ajustar desde la medianoche, la luz verde del Gobierno nacional no llegó.
 
Es que una de las razones de la suba de octubre es el nuevo cuadro tarifario del gas, y en el Gobierno creen que la nueva situación beneficiará a las petroleras.
 
El aumento del pasaje de subte -el viaje subió de $ 4,50 a $ 7,50- también dejará huella en las estadísticas.
 
En ese marco, la suba de la nafta y el subte a la vez tendría un impacto negativo en la opinión pública.
 
"En la mayoría de los países, un ministro habla de acuerdo de libre comercio con otros mercados y los ejecutivos de las empresas aplauden. Acá, se enojan", pintan en un ministerio, donde entienden que falta colaboración de ese sector con el Poder Ejecutivo.
 
El gobierno acumula un déficit fiscal de $185.000 millones a septiembre. Ese dato inquieta en las empresas, aunque en el Poder Ejecutivo insisten que a los inversores internacionales no les hace tanto ruido, según infrmó Clarín.
 
El aumento del gas también apunta a disminuir el déficit fiscal. Las petroleras venían cobrando u$s1,29 por millón de BTU por parte de los particulares, mientras que el resto (de un precio de u$s6,80) lo pagaba el Estado. Con el aumento de tarifas, las empresas pasarán a cobrar u$s3,42 por el gas.