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Por Favio Ré.- Las demandas de las poblaciones a nivel mundial por consumir alimentos que sean sanos e inocuos, conteniendo el menor nivel de residuos de agroquímicos posibles, crecen cada día más.
 
En Europa, las barreras ambientales contra el glifosato, por ejemplo, van en aumento y ahora es el Mercosur el que prepara el terreno para incluir el uso de agroquímicos en su agenda de debate.
 
El pedido al respecto fue formulado, desde Brasil, por el presidente de la Asociación Brasileña de la Industria del Trigo (Abitrigo), Rubens Barbosa, en el marco del Congreso Internacional de Trigo realizado en la localidad de Campinas y del que participó Agrovoz.
 
El último panel del encuentro fue sobre “Convergencia Regulatoria del Mercosur”, con la participación de funcionarios de Argentina, Paraguay y Brasil, donde el tema de los residuos de fitosanitarios en los alimentos fue el principal eje de debate.
 
Armonizar reglas
Al abrir el panel, Barbosa consideró “importante discutir la armonización de reglas en el Mercosur, para que luego se internalicen en cada país”. En ese sentido, completó: “En cuanto al trigo, por ejemplo, no hay reglas claras sobre los límites máximos de agrotóxicos, defensivos agrícolas y microtoxinas que pueden tener los alimentos y es un tema que está comenzando a debatirse con fuerza en Brasil”.
 
El representante de Argentina en el foro fue el jefe de Gabinete del Ministerio de Agroindustria, Guillermo Bernaudo, quien reconoció que el Mercosur “ha tardado en avanzar en normativas sobre sanidad e inocuidad alimentaria”.
 
 
De todos modos, reclamó que cualquier tipo de discusión al respecto “se debe hacer sobre bases sólidas y científicas”, con el fin de evitar que posturas parciales, como las de los ambientalistas más radicales, desvíen el foco y acaben por presionar decisiones incorrectas; así como también que los países no usen estos temas “para provocar trabas al comercio”.
 
En esa línea, la propuesta de Argentina fue arrancar tomando los parámetros de inocuidad y sanidad que impone la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).
 
Paraguay y Brasil
Desde Paraguay, el viceministro de Agricultura, Mario León, avaló la postura expresada por Bernaudo y pidió que haya “un equipo técnico especializado que trabaje sobre bases científicas para establecer los límites máximos de residuos de agrotóxicos”.
 
Por el lado de Brasil habló Daniel Leitao, funcionario del área de Asuntos Comercial del Mercosur del gobierno de Michel Temer, quien subrayó la necesidad de “revisar el modelo de toma de decisiones de los reglamentos técnicos del Mercosur”, citando como ejemplo justamente el tema de la inocuidad.
 
 
Según Leitao, la demora del organismo regional en armonizar normativas hace que muchas veces haya disposiciones en un país que son muy diferentes a la de su vecino y que complican el comercio exterior de alimentos. Citó, por caso, una decisión de la Justicia brasileña que obligó a poner etiquetas determinadas para productos alérgenos que, “en vez de crear una armonización, creó una desarmonización”, debido a que el Mercosur nunca avanzó en aunar un criterio al respecto.
 
De todos modos, Leitao plantó la postura de Brasil sobre que, si se respetan las últimas resoluciones de la OMC, uno de los criterios más importantes es que es el país importador el que establece los límites que permite de agroquímicos en los alimentos que compra a otros mercados. Argentina, como principal proveedor de trigo de esa nación, es algo que seguramente deberá tener en cuenta.