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El lado oscuro de la "lluvia de dólares": volvió la alarma por atraso cambiario
Industriales piden protección, mientras la performance del comercio exterior sigue siendo pobre y los turistas argentinos baten récords de gasto en el exterior. Para la mayoría de los economistas, es producto del ingreso de capitales. ¿Cómo evitar el ciclo clásico? El temor al "crowding out".
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Iprofesional
Con la economía totalmente seteada en "modo electoral", el Gobierno sabe a la perfección cuáles son las medidas económicas que tiene vedadas en el corto plazo. Y una de las principales es devaluar.
A la hora de argumentar que no hay atraso cambiario, cuenta con algo a su favor: a diferencia de lo que ocurría durante el kirchnerismo, ahora hay un mercado libre, en el que interactúan oferta y demanda sin cepos ni trabas regulatorias.
Y que, por lo tanto, si el dólar estuviese atrasado el simple impulso de ese mercado lo llevaría a su lugar de equilibrio. Federico Sturzenegger es quien defiende esta postura con más entusiasmo.
Alega que hoy día no se puede juzgar a la plaza cambiaria con los mismos parámetros utilizados cuando el precio era definido con criterio político.
Pero claro, esta vocación liberal tiene sus límites y puede no aplicar en algunas circunstancias.
Todos recuerdan que el sistema de "flotación sucia" que él defiende es válido siempre y cuando la cotización se mueva dentro de un piso y un techo fijados informalmente por el Banco Central.
Esto ya quedó demostrado con la intervención masiva que realizara la entidad en febrero último, cuando el dólar llegó a los $16 y tuvo que salir a disciplinar al mercado.
"Los operadores tomaron nota de esa actitud. A punto tal que hoy día no existe una corriente de inversores que pulseen contra el Banco Central", afirma un financista referente en la city porteña.
El otro tema que relativiza el argumento oficial es la "lluvia de dólares" tras la apertura de la ventanilla del crédito externo.
Con colocaciones de títulos en esa moneda, ingresaron más de u$s26.000 millones (sumando la deuda de la Nación y provincias).
Además, las recientes emisiones de Alfonso Prat Gay en pesos -celebradas por el Gobierno tras conseguir tasas al 15%- implicaron también un ingreso masivo de divisas estadunidenses, producto del alto porcentaje de inversores extranjeros.
De manera que el nuevo impulso a las reservas del Central (ahora en casi u$s40.000 millones) no es otra cosa que la contracara de una nueva y fuerte presión que tiende a atrasar el tipo de cambio.
Por lo pronto, la combinación entre:
-La expectativa de un dólar planchado durante buen tiempo
-Colocaciones en pesos que ofrecen muy altas tasas
hace que los inversores se entusiasmen con la obtención de rendimientos muy altos en "moneda dura" apostando a activos en moneda local.
Pero, sobre todo, lo que hace que el atraso cambiario vuelva al centro del debate es la economía real.
Con un ritmo de actividad todavía ralentizado y con una performance de comercio exterior pobre (el año terminará con un saldo en la balanza comercial no superior a u$2.000 millones), todas las luces amarillas volvieron a encenderse.
Curiosamente, el punto en el que parece haber consenso entre Gobierno, industriales, campo y la city financiera es que devaluar no es la solución.
Es más, para muchos, ni siquiera es posible en este contexto.
La vuelta a un terreno conocido
El discurso "políticamente correcto" es que la competitividad debe recuperarse no sobre la base de un dólar alto, sino mediante una baja de la presión tributaria, una mayor inversión en tecnología y mejoras en infraestructura y logística.
Pero claro, todo eso da resultados a largo plazo mientras que resolver los problemas generados por el atraso cambiario revisten caracter de urgentes.
Esto viene quedando en evidencia con los reclamos de protección por parte de los empresarios de sectores como el textil o el de la electrónica. Aquí es donde los economistas empiezan a diferir con la política del gobierno macrista.
Desde la Fundación Mediterránea, por ejemplo, sus analistas señalan que el abaratamiento relativo del billete verde es producto de "razones espurias".
"Los países que crecen en forma sostenida tienden a experimentar una progresiva apreciación de sus monedas en términos reales, frente a divisas de referencia como el dólar estadounidense", afirman.
"Las mejoras de productividad permiten a esas economías pagar mejores salarios sin perder competitividad", completan.
Por otro lado, formulan una advertencia inquietante: el actual proceso puede terminar igual que los anteriores. Es decir, con un ajuste brusco, en la que medida en que no se produzcan reformas estructurales.
"Resulta totalmente necesario aumentar fuertemente el stock de capital (inversiones) y mejorar la eficiencia. Para ambos requisitos, tanto el sector público como el privado tienen una enorme tarea por delante", expresan desde la Fundación.
En tanto, es el propio Banco Central el que deja en evidencia algunos síntomas sobre un tipo de cambio atrasado:
1. La cuenta "viajes y pasajes" registró un déficit de u$s1.500 millones en el segundo trimestre (récord para esa parte del año). Para igual período de 2015, ese rojo fue cercano a la mitad (u$s800 millones).
La conclusión está a la vista: aun con un tipo de cambio "sincerado" por el mercado, a los argentinos les resulta más económico vacacionar fronteras afuera que a los extranjeros venir al país.
2. De acuerdo con cifras oficiales, los argentinos "fugaron" al exterior u$s5.000 millones por sus viajes en los últimos 12 meses.
3. A este monto hay que sumarle u$s11.640 millones que sacaron del país en ese lapso. Por cierto, la dolarización de ahorros se mantuvo en niveles elevados aun después de diciembre de 2015, bajo el gobierno de Macri.
4.A la cuenta de los egresos hay que adicionarle las divisas que empresas giraron a sus casas matrices en concepto de utilidades y dividendos: u$s7.000 millones en los últimos 12 meses. Este ítem no tiene que ver con el atraso cambiario sino con los giros que tenían pisados.
Un dato interesante lo aporta el banco HSBC: el gasto en dólares con tarjetas de crédito de sus clientes pasó de 9% en 2014 a más de 14% este año.
En busca de respuestas
"Es innegable: algo de atraso cambiario existe, aunque para mensurarlo no me guiaría por los gastos de los argentinos en el extranjero", afirma Fernando Marengo, economista jefe del Estudio Arriazu.
En su visión, hay cierta distorsión porque aún hay cuotas de viajes que fueron realizados el verano pasado. Tampoco los giros de divisas a casas matrices son un buen indicador, ya que estaban pendientes desde épocas del cepo.
Pero, acto seguido, Marengo agrega un punto inquietante: "Para mí, el dato a relevar es la demanda de billetes verdes por parte del público".
"Es ahorro que prefiere canalizarse en la compra de dólares en lugar de direccionarse a alternativas que le sirvan a la economía argentina", expresa.
Por su parte, el economista Federico Muñoz hace referencia al Índice Falabella. Para su análisis, consignó los precios de diferentes artículos en Buenos Aires, Chile, Colombia y Perú.
De su investigación se desprende que los precios a los que vende esta cadena en la Argentina se ubican casi 120% por encima de los existentes en sus locales de otros países.
La lista elaborada por el economista incluye calzados, textiles, juguetes, indumentaria y electrónicos.
En este sentido, iProfesional dio cuenta tiempo atrás de lo caro que le resulta a los argentinos adquirir algunos productos (ver cuadro):
En su diálogo con iProfesional, Marengo aclara que estos precios más elevados dan la pauta de atraso del tipo de cambio, como así también de distintas "distorsiones".
-Combustibles más caros
-Infraestructura deficitaria, que "infla" los costos.
-Una carga financiera que, en muchos casos, es el doble
-El costo logístico, que también resulta más elevado en la Argentina
Sobre este último punto, Muñoz acerca un ejemplo: la tarifa por enviar una carga desde Mendoza a Buenos Aires puede superar a la de un flete marítimo a Europa o a Estados Unidos.
El miedo al "crowding out"
La pregunta que a esta altura muchos se formulan es cómo se financia la elevada salida de capitales.
En otras palabras, de qué manera el Estado termina haciéndose cargo del atraso cambiario que el propio Gobierno avala.
La respuesta es simple: con deuda. Con emisión tanto en dólares como en moneda nacional.
Por ahora, los vencimientos no parecen ser un problema. El año que viene el equipo económico tendrá que afrontar pagos por u$s7.000 millones por compromisos asumidos en esa divisa.
A su vez, deberá cubrir $180.000 millones por vencimientos en moneda local. Al tipo de cambio actual, el equivalente a u$s12.000 millones.
Desde los bancos insisten con que se trata de montos perfectamente atendibles. En todo caso, la cuestión más grave pasa por lo que en la jerga se conoce como "crowding out".
Este concepto hace referencia al desplazamiento del sector privado por parte del Estado a la hora de buscar financiamiento, ya que los bancos lo relegan en pos de hacerse de bonos emitidos por el Gobierno.
La manera de que esta dinámica no sea recesiva sería con un mayor endeudamiento en divisas estadounidenses.
¿Por qué? Porque el Estado tomaría esos dólares para enfrentar sus vencimientos en pesos y "liberaría" a los bancos locales. Así, estos podrían utilizar la expansión de sus depósitos para financiar a las empresas con ánimos de invertir.
Pero, a su vez, si esto ocurre, surge un círculo vicioso:
-Cuando el Estado toma deuda en dólares, esas divisas entran al BCRA
-Este ingreso termina presionando a la baja al tipo de cambio
-Así, el atraso se consolida, como también los males que éste acarrea.
La estrategia de un Banco Central comprando dólares que entran por endeudamiento para financiar la fuga (turismo, por ejemplo) tiene vida corta.
Nadie cree que este esquema no pueda funcionar durante 2017, ya que el Gobierno mantiene abiertas las puertas en Wall Street.
Pero todo el mundo sabe que esas puertas que son una invitación a participar de la fiesta, un día se cerrarán.
La historia argentina es rica en ejemplos de ese tipo.
A la hora de argumentar que no hay atraso cambiario, cuenta con algo a su favor: a diferencia de lo que ocurría durante el kirchnerismo, ahora hay un mercado libre, en el que interactúan oferta y demanda sin cepos ni trabas regulatorias.
Y que, por lo tanto, si el dólar estuviese atrasado el simple impulso de ese mercado lo llevaría a su lugar de equilibrio. Federico Sturzenegger es quien defiende esta postura con más entusiasmo.
Alega que hoy día no se puede juzgar a la plaza cambiaria con los mismos parámetros utilizados cuando el precio era definido con criterio político.
Pero claro, esta vocación liberal tiene sus límites y puede no aplicar en algunas circunstancias.
Todos recuerdan que el sistema de "flotación sucia" que él defiende es válido siempre y cuando la cotización se mueva dentro de un piso y un techo fijados informalmente por el Banco Central.
Esto ya quedó demostrado con la intervención masiva que realizara la entidad en febrero último, cuando el dólar llegó a los $16 y tuvo que salir a disciplinar al mercado.
"Los operadores tomaron nota de esa actitud. A punto tal que hoy día no existe una corriente de inversores que pulseen contra el Banco Central", afirma un financista referente en la city porteña.
El otro tema que relativiza el argumento oficial es la "lluvia de dólares" tras la apertura de la ventanilla del crédito externo.
Con colocaciones de títulos en esa moneda, ingresaron más de u$s26.000 millones (sumando la deuda de la Nación y provincias).
Además, las recientes emisiones de Alfonso Prat Gay en pesos -celebradas por el Gobierno tras conseguir tasas al 15%- implicaron también un ingreso masivo de divisas estadunidenses, producto del alto porcentaje de inversores extranjeros.
De manera que el nuevo impulso a las reservas del Central (ahora en casi u$s40.000 millones) no es otra cosa que la contracara de una nueva y fuerte presión que tiende a atrasar el tipo de cambio.
Por lo pronto, la combinación entre:
-La expectativa de un dólar planchado durante buen tiempo
-Colocaciones en pesos que ofrecen muy altas tasas
hace que los inversores se entusiasmen con la obtención de rendimientos muy altos en "moneda dura" apostando a activos en moneda local.
Pero, sobre todo, lo que hace que el atraso cambiario vuelva al centro del debate es la economía real.
Con un ritmo de actividad todavía ralentizado y con una performance de comercio exterior pobre (el año terminará con un saldo en la balanza comercial no superior a u$2.000 millones), todas las luces amarillas volvieron a encenderse.
Curiosamente, el punto en el que parece haber consenso entre Gobierno, industriales, campo y la city financiera es que devaluar no es la solución.
Es más, para muchos, ni siquiera es posible en este contexto.
La vuelta a un terreno conocido
El discurso "políticamente correcto" es que la competitividad debe recuperarse no sobre la base de un dólar alto, sino mediante una baja de la presión tributaria, una mayor inversión en tecnología y mejoras en infraestructura y logística.
Pero claro, todo eso da resultados a largo plazo mientras que resolver los problemas generados por el atraso cambiario revisten caracter de urgentes.
Esto viene quedando en evidencia con los reclamos de protección por parte de los empresarios de sectores como el textil o el de la electrónica. Aquí es donde los economistas empiezan a diferir con la política del gobierno macrista.
Desde la Fundación Mediterránea, por ejemplo, sus analistas señalan que el abaratamiento relativo del billete verde es producto de "razones espurias".
"Los países que crecen en forma sostenida tienden a experimentar una progresiva apreciación de sus monedas en términos reales, frente a divisas de referencia como el dólar estadounidense", afirman.
"Las mejoras de productividad permiten a esas economías pagar mejores salarios sin perder competitividad", completan.
Por otro lado, formulan una advertencia inquietante: el actual proceso puede terminar igual que los anteriores. Es decir, con un ajuste brusco, en la que medida en que no se produzcan reformas estructurales.
"Resulta totalmente necesario aumentar fuertemente el stock de capital (inversiones) y mejorar la eficiencia. Para ambos requisitos, tanto el sector público como el privado tienen una enorme tarea por delante", expresan desde la Fundación.
En tanto, es el propio Banco Central el que deja en evidencia algunos síntomas sobre un tipo de cambio atrasado:
1. La cuenta "viajes y pasajes" registró un déficit de u$s1.500 millones en el segundo trimestre (récord para esa parte del año). Para igual período de 2015, ese rojo fue cercano a la mitad (u$s800 millones).
La conclusión está a la vista: aun con un tipo de cambio "sincerado" por el mercado, a los argentinos les resulta más económico vacacionar fronteras afuera que a los extranjeros venir al país.
2. De acuerdo con cifras oficiales, los argentinos "fugaron" al exterior u$s5.000 millones por sus viajes en los últimos 12 meses.
3. A este monto hay que sumarle u$s11.640 millones que sacaron del país en ese lapso. Por cierto, la dolarización de ahorros se mantuvo en niveles elevados aun después de diciembre de 2015, bajo el gobierno de Macri.
4.A la cuenta de los egresos hay que adicionarle las divisas que empresas giraron a sus casas matrices en concepto de utilidades y dividendos: u$s7.000 millones en los últimos 12 meses. Este ítem no tiene que ver con el atraso cambiario sino con los giros que tenían pisados.
Un dato interesante lo aporta el banco HSBC: el gasto en dólares con tarjetas de crédito de sus clientes pasó de 9% en 2014 a más de 14% este año.
En busca de respuestas
"Es innegable: algo de atraso cambiario existe, aunque para mensurarlo no me guiaría por los gastos de los argentinos en el extranjero", afirma Fernando Marengo, economista jefe del Estudio Arriazu.
En su visión, hay cierta distorsión porque aún hay cuotas de viajes que fueron realizados el verano pasado. Tampoco los giros de divisas a casas matrices son un buen indicador, ya que estaban pendientes desde épocas del cepo.
Pero, acto seguido, Marengo agrega un punto inquietante: "Para mí, el dato a relevar es la demanda de billetes verdes por parte del público".
"Es ahorro que prefiere canalizarse en la compra de dólares en lugar de direccionarse a alternativas que le sirvan a la economía argentina", expresa.
Por su parte, el economista Federico Muñoz hace referencia al Índice Falabella. Para su análisis, consignó los precios de diferentes artículos en Buenos Aires, Chile, Colombia y Perú.
De su investigación se desprende que los precios a los que vende esta cadena en la Argentina se ubican casi 120% por encima de los existentes en sus locales de otros países.
La lista elaborada por el economista incluye calzados, textiles, juguetes, indumentaria y electrónicos.
En este sentido, iProfesional dio cuenta tiempo atrás de lo caro que le resulta a los argentinos adquirir algunos productos (ver cuadro):
En su diálogo con iProfesional, Marengo aclara que estos precios más elevados dan la pauta de atraso del tipo de cambio, como así también de distintas "distorsiones".
-Combustibles más caros
-Infraestructura deficitaria, que "infla" los costos.
-Una carga financiera que, en muchos casos, es el doble
-El costo logístico, que también resulta más elevado en la Argentina
Sobre este último punto, Muñoz acerca un ejemplo: la tarifa por enviar una carga desde Mendoza a Buenos Aires puede superar a la de un flete marítimo a Europa o a Estados Unidos.
El miedo al "crowding out"
La pregunta que a esta altura muchos se formulan es cómo se financia la elevada salida de capitales.
En otras palabras, de qué manera el Estado termina haciéndose cargo del atraso cambiario que el propio Gobierno avala.
La respuesta es simple: con deuda. Con emisión tanto en dólares como en moneda nacional.
Por ahora, los vencimientos no parecen ser un problema. El año que viene el equipo económico tendrá que afrontar pagos por u$s7.000 millones por compromisos asumidos en esa divisa.
A su vez, deberá cubrir $180.000 millones por vencimientos en moneda local. Al tipo de cambio actual, el equivalente a u$s12.000 millones.
Desde los bancos insisten con que se trata de montos perfectamente atendibles. En todo caso, la cuestión más grave pasa por lo que en la jerga se conoce como "crowding out".
Este concepto hace referencia al desplazamiento del sector privado por parte del Estado a la hora de buscar financiamiento, ya que los bancos lo relegan en pos de hacerse de bonos emitidos por el Gobierno.
La manera de que esta dinámica no sea recesiva sería con un mayor endeudamiento en divisas estadounidenses.
¿Por qué? Porque el Estado tomaría esos dólares para enfrentar sus vencimientos en pesos y "liberaría" a los bancos locales. Así, estos podrían utilizar la expansión de sus depósitos para financiar a las empresas con ánimos de invertir.
Pero, a su vez, si esto ocurre, surge un círculo vicioso:
-Cuando el Estado toma deuda en dólares, esas divisas entran al BCRA
-Este ingreso termina presionando a la baja al tipo de cambio
-Así, el atraso se consolida, como también los males que éste acarrea.
La estrategia de un Banco Central comprando dólares que entran por endeudamiento para financiar la fuga (turismo, por ejemplo) tiene vida corta.
Nadie cree que este esquema no pueda funcionar durante 2017, ya que el Gobierno mantiene abiertas las puertas en Wall Street.
Pero todo el mundo sabe que esas puertas que son una invitación a participar de la fiesta, un día se cerrarán.
La historia argentina es rica en ejemplos de ese tipo.
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El pasado miércoles 16, el Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Javier Alonso participó de una reunión de la Mesa de Trabajo para la Seguridad Rural con representantes de diferentes entidades que nucléan a los productores rurales, con el objetivo de coordinar acciones para prevenir los delitos en las zonas rurales de la Provincia de Buenos Aires.
2024-10-23
Acopio News
Lo resolvió la presidenta del directorio de gestión y funcionaria cercana al gobernador Axel Kicillof, Jimena López; se seguirá en el trabajo de una próxima licitación; había incertidumbre sobre la continuidad luego que trascendiera un supuesto interés del gobierno provincial de controlar un 30% de la operatoria. LA NACION - 26/09/2024
2024-09-27
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