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A falta de gas, Manfrey incorpora al sorgo en su matriz energética
La cooperativa de Freyre construyó un gasificador de biomasa y con el asesoramiento del Inta evalúa alimentarlo sobre la base de variedades que llegan a medir hasta cuatro metros de altura.
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Agrovoz
Por Favio Ré.- La apuesta que muchas empresas están haciendo por la bioenergía podría resumirse en dos objetivos primordiales: reducir los costos energéticos y ser más amigables con el ambiente.
La cooperativa láctea Manfrey se cuenta entre las industrias que enfilan hacia este horizonte: construyó un gasificador de biomasa para alimentar la caldera que es el motor de muchos de sus procesos productivos y de este modo reemplazar el uso del fueloil.
El proyecto se inició con chips de madera, pero ahora, con el asesoramiento del Programa Nacional de Agroindustria y Agregado de Valor-Bioenergía del Inta, está evaluando otra alternativa más “cordobesa” y de la que Freyre es la capital nacional: el sorgo.
Pero no se trata de cualquier variedad; a diferencia de las que se implantan con destino forrajero, el sorgo “biomásico” llega a medir hasta cuatro metros de alto.
Historia
Marcos Bragachini y Diego Mathier, del Inta Manfredi, y José Méndez, del Inta Totoras, son tres de los técnicos que están trabajando en el proyecto. “La planta de Manfrey está ubicada en una zona donde no hay gasoductos, lo que la pone en desventaja con otras lácteas, que tienen gas natural. Por eso, decidieron reemplazar el fueloil y pidieron asesoramiento al Inta de San Francisco”, comentó Bragachini a Agrovoz .
De allí surgió el plan para utilizar biomasa y sustituir, en un principio, entre 60 y 70 por ciento de la energía calórica que necesita la planta. Los chips de madera fueron la primera alternativa, pero rápidamente se advirtió la necesidad de buscar otra fuente energética, debido a que la materia prima debe traerse del norte del país o del valle de Calamuchita, con el consecuente gasto en fletes, que encarece el proceso.
Pablo Alonso, ingeniero encargado del gasificador de biomasa en Manfrey, amplía: “Con los chips, los costos se reducen a menos de la mitad, pero es un mercado muy informal: a veces la madera viene bien, pero otras llega con mucha humedad o pedazos muy grandes”.
Por eso surgió la alternativa del sorgo biomásico, “que tiene características contrarias a las que ofrecen las variedades para forraje y alimentación animal: son de muy baja digestibilidad y alto contenido de lignina; además de generar volúmenes importantes, llegan a medir 4,20 metros de altura”, explica Méndez.
Técnicamente, Alonso describe que lo que realiza el gasificador es una combustión incompleta, que genera lo que se denomina “gas pobre”, de menor poder calórico que el gas natural, pero que “se quema en la caldera como cualquier otro gas”. Cuando todos los procesos estén afinados, el gas que produce este generador de bioenergía equivaldría a 10 megavatios térmicos, suficientes para hacer funcionar todos los procesos que dependen del vapor.
Evaluaciones
Hoy, la posibilidad de usar el sorgo como materia prima está en etapa de pruebas. Hasta el momento, se evaluaron materiales de empresas privadas y del Programa Nacional de Mejoramiento de Sorgos del Inta durante dos campañas (ver página 3). “Algunos dieron resultados promisorios, de más de 40 mil kilos de materia seca por hectárea. Ahora estamos probando de qué manera adaptar ese sorgo para poder entregarlo al equipo gasificador”, agrega Méndez.
En concreto, tras ser cosechado, picado y ensilado, el material necesita ser densificado y contar con un porcentaje de humedad y una estructura determinadas para poder ser introducido al gasificador. La alternativa más potable detectada es que la planta madure bien en el campo, para que tenga la menor cantidad de humedad posible, y luego de su recolección, ser prensada. Otras posibilidades serían generar “briquetas” o “pellets” de sorgo pero, por ahora, fueron descartadas ya que tienen un costo de procesamiento muy alto, en términos energéticos. “Para secar, hay que usar energía. Por eso estamos afinando los procesos, para poder entregar el material al gasificador como este lo necesita, pero sin gastar energía de más”, puntualiza Bragachini.
Durante el último año, Manfrey sembró las primeras 60 hectáreas de sorgo biomásico en un campo propio, y lo ensiló para poder iniciar las pruebas. A futuro, necesitará implantar unas 400 hectáreas por año para cubrir una demanda de 50 toneladas de materia seca por día. Una estrategia que evalúan es tentar a productores asociados para que formen parte del negocio. Esto es, que en los campos donde tienen los tambos, en vez de cultivar soja o maíz, siembren este sorgo y sean a la vez proveedores de leche y de esta biomasa.
De la cosecha, al silo; del silo, a la prensa
Una vez cosechado, el sorgo biomásico se pica y se ensila. Luego, para poder ser utilizado como fuente energética, necesita ser secado y densificado.
Una combustión que genera gas “pobre”
Allí se produce una combustión que genera un “gas pobre”, de menor poder calórico, pero mayor volumen que el gas natural, y que luego se quema en la caldera.
La cooperativa láctea Manfrey se cuenta entre las industrias que enfilan hacia este horizonte: construyó un gasificador de biomasa para alimentar la caldera que es el motor de muchos de sus procesos productivos y de este modo reemplazar el uso del fueloil.
El proyecto se inició con chips de madera, pero ahora, con el asesoramiento del Programa Nacional de Agroindustria y Agregado de Valor-Bioenergía del Inta, está evaluando otra alternativa más “cordobesa” y de la que Freyre es la capital nacional: el sorgo.
Pero no se trata de cualquier variedad; a diferencia de las que se implantan con destino forrajero, el sorgo “biomásico” llega a medir hasta cuatro metros de alto.
Historia
Marcos Bragachini y Diego Mathier, del Inta Manfredi, y José Méndez, del Inta Totoras, son tres de los técnicos que están trabajando en el proyecto. “La planta de Manfrey está ubicada en una zona donde no hay gasoductos, lo que la pone en desventaja con otras lácteas, que tienen gas natural. Por eso, decidieron reemplazar el fueloil y pidieron asesoramiento al Inta de San Francisco”, comentó Bragachini a Agrovoz .
De allí surgió el plan para utilizar biomasa y sustituir, en un principio, entre 60 y 70 por ciento de la energía calórica que necesita la planta. Los chips de madera fueron la primera alternativa, pero rápidamente se advirtió la necesidad de buscar otra fuente energética, debido a que la materia prima debe traerse del norte del país o del valle de Calamuchita, con el consecuente gasto en fletes, que encarece el proceso.
Pablo Alonso, ingeniero encargado del gasificador de biomasa en Manfrey, amplía: “Con los chips, los costos se reducen a menos de la mitad, pero es un mercado muy informal: a veces la madera viene bien, pero otras llega con mucha humedad o pedazos muy grandes”.
Por eso surgió la alternativa del sorgo biomásico, “que tiene características contrarias a las que ofrecen las variedades para forraje y alimentación animal: son de muy baja digestibilidad y alto contenido de lignina; además de generar volúmenes importantes, llegan a medir 4,20 metros de altura”, explica Méndez.
Técnicamente, Alonso describe que lo que realiza el gasificador es una combustión incompleta, que genera lo que se denomina “gas pobre”, de menor poder calórico que el gas natural, pero que “se quema en la caldera como cualquier otro gas”. Cuando todos los procesos estén afinados, el gas que produce este generador de bioenergía equivaldría a 10 megavatios térmicos, suficientes para hacer funcionar todos los procesos que dependen del vapor.
Evaluaciones
Hoy, la posibilidad de usar el sorgo como materia prima está en etapa de pruebas. Hasta el momento, se evaluaron materiales de empresas privadas y del Programa Nacional de Mejoramiento de Sorgos del Inta durante dos campañas (ver página 3). “Algunos dieron resultados promisorios, de más de 40 mil kilos de materia seca por hectárea. Ahora estamos probando de qué manera adaptar ese sorgo para poder entregarlo al equipo gasificador”, agrega Méndez.
En concreto, tras ser cosechado, picado y ensilado, el material necesita ser densificado y contar con un porcentaje de humedad y una estructura determinadas para poder ser introducido al gasificador. La alternativa más potable detectada es que la planta madure bien en el campo, para que tenga la menor cantidad de humedad posible, y luego de su recolección, ser prensada. Otras posibilidades serían generar “briquetas” o “pellets” de sorgo pero, por ahora, fueron descartadas ya que tienen un costo de procesamiento muy alto, en términos energéticos. “Para secar, hay que usar energía. Por eso estamos afinando los procesos, para poder entregar el material al gasificador como este lo necesita, pero sin gastar energía de más”, puntualiza Bragachini.
Durante el último año, Manfrey sembró las primeras 60 hectáreas de sorgo biomásico en un campo propio, y lo ensiló para poder iniciar las pruebas. A futuro, necesitará implantar unas 400 hectáreas por año para cubrir una demanda de 50 toneladas de materia seca por día. Una estrategia que evalúan es tentar a productores asociados para que formen parte del negocio. Esto es, que en los campos donde tienen los tambos, en vez de cultivar soja o maíz, siembren este sorgo y sean a la vez proveedores de leche y de esta biomasa.
De la cosecha, al silo; del silo, a la prensa
Una vez cosechado, el sorgo biomásico se pica y se ensila. Luego, para poder ser utilizado como fuente energética, necesita ser secado y densificado.
Una combustión que genera gas “pobre”
Allí se produce una combustión que genera un “gas pobre”, de menor poder calórico, pero mayor volumen que el gas natural, y que luego se quema en la caldera.
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Agrovoz
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Acopio News
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2024-10-23
Acopio News
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