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 Las últimas campañas agrícolas brindaron un panorama por demás elocuente en la provincia del Chaco: la soja ganó terreno en desmedro del cultivo social por excelencia, el algodón. Así se desprende del Censo Algodonero realizado por el Consejo Profesional de Ingenieros Agrónomos del Chaco (Cpiach) y dado a conocer por el Ministerio de Producción, que incluye un mapeo de la situación que se registra en los campos donde se cosechó algodón con la destrucción de rastrojos, práctica agrícola que es considerada fundamental para evitar la presencia y expansión del picudo del algodonero.
 
La soja ocupa el 48 por ciento de la superficie chaqueña dedicada a la agricultura. El algodón y el girasol aparecen en segundo lugar con el 16 por ciento cada uno. En función de los datos recogidos por este censo, se pueden analizar diferentes situaciones que se desprenden del Informe Final presentado por la entidad que nuclea a los profesionales de la agronomía en nuestra provincia.
 
El algodón pasó de ser un cultivo de baja escala de producción y área individual a un cultivo de mayor escala. Hoy se ubica como un cultivo con alta demanda en tecnología (biotecnología y metal mecánica) y asistencia técnica.
 
El algodón perdió terreno
 
Tomando los datos de superficie promedio de cultivos sembrados en las últimas campañas, se desprende que el área agrícola de la provincia se destina principalmente al cultivo de la soja, aproximadamente un 48 por ciento. Luego siguen en orden de importancia los cultivos de algodón y girasol con un 32 por ciento del área entre ambos cultivos (16 por ciento cada uno). El resto corresponde a maíz 9 por ciento y sorgo 8 por ciento, mientras que un 3% son ocupados para otros cultivos extensivos.
 
Este esquema se fue consolidando en las últimas campañas en base a distintas situaciones, por un lado la firme consolidación del área destinada a soja en la provincia, que fue ganando terreno especialmente a partir de fines de los años 90 en adelante, colocándose como primer cultivo en superficie, con un área destinada a la oleaginosa que se consolidó en las 600.000 a 650.000 hectáreas.
 
A esto se agrega una tendencia del algodón a reducir la superficie sembrada que, en promedio, se ubicó en las últimas seis campañas en el segundo lugar luego de la soja y por su parte el girasol, como el cultivo de renta que compite fuertemente por área con el algodón, dependiendo de las condiciones de mercado y muy especialmente de las lluvias de otoño-invierno que determinan cada año la superficie final a sembrar de este cultivo, quedando demostrado que aquellos que se dedican a hacer girasol en general le resta área de siembra al algodón.
 
Algodón por departamento
 
En la campaña 15-16 las áreas destinadas al cultivo del algodón ubicadas por departamento se distribuyeron de la siguiente manera:
 
Este cuadro resume los datos relevados por el Cpiach en su censo, discriminando entre productores independientes y aquellos que se encuentran trabajando bajo el esquema Prodaf, programa del Ministerio de Producción destinado a productores de algodón con financiamiento del BID y con fondos provinciales, y de la ley 26.060.
 
Surge de estos datos que la superficie total destinada al cultivo, producto del censo, se ubica en casi las 132.000 hectáreas, unas 20.000 hectáreas por debajo de la estimación que realiza el mismo Ministerio de Producción a través de sus Delegaciones locales al momento de la siembra y muy por debajo de la estimación nacional.
 
Perfil de productores
 
También de este informe se desprende que en la provincia hay un total de 760 productores entre chicos, medianos y grandes. En el siguiente cuadro se encuentran detallados por estrato el total de productores censados por el Cpiach y aparte aquellos que trabajan en el programa Prodaf.
 
Aquellos con menos de 150 hectáreas representan el 77% del total de productores algodoneros, mientras que aquellos de más de 150 hectáreas representan el 22% del total.
 
En este otro gráfico encontramos el total de hectáreas por estratos. Aquí los productores de menos de 150 hectáreas, encontramos que representan el 38,3% a diferencia de aquellos de más 150 hectáreas, que representan el 61,7%.
 
Se puede observar que el cultivo del algodón no escapa al fenómeno que se vino dando en las últimas décadas, producto del cual se fue concentrando la producción en manos de pocos productores con mucha superficie.
 
Este proceso de concentración sigue su curso, ante la enorme incidencia que los costos fijos o estructurales tienen en las explotaciones chicas, lo cual hace que la rentabilidad de cualquier producto caiga, y el productor chico deja de lado las rotaciones o los esquemas tecnológicamente más aptos, para destinar en cada campaña la superficie de su campo a aquel cultivo de renta que mejor precio tiene o que el productor considera que le dejará la mayor renta, como sucedió este año con el girasol.
 
En ese marco general, el algodón pasó de ser un cultivo de baja escala de producción y área individual a un cultivo de mayor escala. Hoy se ubica como un cultivo con alta demanda en tecnología (biotecnología y metal mecánica) y asistencia técnica, comparando con otros cultivos, como por ejemplo la soja, y obviamente con el costo de producción más alto que todos los otros cultivos extensivos de nuestra zona (soja, girasol, maíz, sorgo y trigo), lo cual también pesa y mucho a la hora de decidir su implantación.
 
De los datos anexos obtenidos mediante el censo también se puede concluir que más del 50% del área sembrada en la provincia se concentra en 4 departamentos del sur y sudoeste, siendo ellos Mayor Luis Fontana, 12 de Octubre, Santa María de Oro y 9 de Julio. Y si a estos se agrega el área sembrada en O’Higgings, Almirante Brown, 2 de abril y Maipú, se concentra el 80% del área provincial.
 
Por otro lado, al momento del censo, un 33% del área estaba en estado “bueno”, un 55% en estado ‘regular‘ y un 12% en estado “malo”, lo cual explica el rinde promedio que se estimó desde la Dirección de Apoyo Territorial y Agencias del Ministerio de Producción en 1.233 kilos por hectárea de algodón en bruto, muy similar al promedio de los últimos 5 años anteriores.