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Argentina cayó en el ranking de exportadores de alimentos
Lo asegura un informe difundido por la consultora económica Ecolatina y la especializada en investigación de mercados, Key Market. En un grupo de 14 productos, Argentina retrocedió escalones en 9 de ellos en los últimos 10 años.
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Infocampo
El informe, realizado por las consultoras Ecolatina y Key Market, sostiene que el atraso cambiario, el aumento de costos y de trabas a las exportaciones encarecieron relativamente los productos argentinos y se perdieron mercados de exportación. Asimismo, la falta de políticas tendientes a insertar los alimentos argentinos en nuevos mercados bajo condiciones más favorables para el país, contribuyeron a la pérdida de posicionamiento.
De la misma manera, el sector se ha visto afectado por la caída de los precios internacionales, los cuales acumulan 5 años de retracción. La ecuación que originó el auge de precios de los commodities en 2007-2008 se revirtió y desde el 2012 los precios de los alimentos vienen en declinación. Las mejoras sostenidas en la producción mundial de alimentos y el aumento de las existencias, junto con la apreciación del dólar; la desaceleración de la demanda mundial y la caída en el precio del crudo explican dicha tendencia bajista.
Al magro contexto externo de los últimos años, se sumaron condiciones macroeconómicas en el plano local que limitaron el crecimiento del sector de alimentos y bebidas. Por el lado de la oferta, el proceso inflacionario y la apreciación del tipo de cambio le quitaron competitividad a la actividad. Además, el control de precios, la presión impositiva y las retenciones a las exportaciones otorgaron rendimientos negativos en algunos productos, principalmente en la producción primaria. Por el lado de la demanda, reflejo del estancamiento que viene experimentando la economía argentina en el último tiempo el consumo interno del sector se estancó. Las ventas minoristas de alimentos y bebidas retrocedieron 0,3% entre 2011 y 2015.
Por sus características intrínsecas, las economías regionales han sido las más afectadas por el atraso cambiario, la dinámica inflacionaria y las trabas comerciales. La lejanía de los establecimientos productivos con los principales puertos del país hace que los costos de logística y transporte tengan mayor relevancia. En este sentido, entre 2011 y 2015, dichos costos aumentaron 176%, el costo de combustibles 181% y el de mano de obra 189%, según datos de la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos, mientras que los precios generales de la economía lo hicieron un 170%.
Las expectativas de una campaña prometedora en los cultivos extensivos tras la eliminación de los derechos de exportación y el levantamiento del cepo, traccionaría la actividad en los molinos el próximo año. Por su parte, la recomposición de stocks ganaderos en el marco de una economía más estable y abierta el mundo, sumado a la creciente demanda de la Unión Europea por cortes de calidad, aumentaría la actividad industrial de la cadena bovina. De la misma manera, la actividad azucarera se mostraría más aceitada tras la recuperación de los precios internacionales, los cuales ya están mostrando luces verdes, y la industria láctea con un Brasil reactivándose y mejores precios internacionales podría retomar la senda del crecimiento. Asimismo, el reingreso de los limones al mercado estadounidense torna optimistas las perspectivas de la actividad y genera expectativas de volver a posicionarse como principal exportador mundial.
En esta línea, teniendo en cuenta que el sector de alimentos y bebidas tiene un 97% de empresas entre micro y medianas, la recientemente reglamentada Ley Pyme permitiría a la actividad incorporar capital productivo para hacer frente a una mayor demanda, tanto interna como externa, con productos de mayor valor agregado.
Por otra parte, de la mano de la reactivación de la economía, de la desaceleración de la inflación y de la recuperación del poder adquisitivo de los salarios, el mercado interno impulsaría la industria de alimentos y bebidas en todos sus segmentos. En este sentido, la mayor confianza del consumidor volcaría los ingresos hacia un mayor gasto y las ventas en supermercados se recuperarían en el mediano plazo.
De la misma manera, el sector se ha visto afectado por la caída de los precios internacionales, los cuales acumulan 5 años de retracción. La ecuación que originó el auge de precios de los commodities en 2007-2008 se revirtió y desde el 2012 los precios de los alimentos vienen en declinación. Las mejoras sostenidas en la producción mundial de alimentos y el aumento de las existencias, junto con la apreciación del dólar; la desaceleración de la demanda mundial y la caída en el precio del crudo explican dicha tendencia bajista.
Al magro contexto externo de los últimos años, se sumaron condiciones macroeconómicas en el plano local que limitaron el crecimiento del sector de alimentos y bebidas. Por el lado de la oferta, el proceso inflacionario y la apreciación del tipo de cambio le quitaron competitividad a la actividad. Además, el control de precios, la presión impositiva y las retenciones a las exportaciones otorgaron rendimientos negativos en algunos productos, principalmente en la producción primaria. Por el lado de la demanda, reflejo del estancamiento que viene experimentando la economía argentina en el último tiempo el consumo interno del sector se estancó. Las ventas minoristas de alimentos y bebidas retrocedieron 0,3% entre 2011 y 2015.
Por sus características intrínsecas, las economías regionales han sido las más afectadas por el atraso cambiario, la dinámica inflacionaria y las trabas comerciales. La lejanía de los establecimientos productivos con los principales puertos del país hace que los costos de logística y transporte tengan mayor relevancia. En este sentido, entre 2011 y 2015, dichos costos aumentaron 176%, el costo de combustibles 181% y el de mano de obra 189%, según datos de la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos, mientras que los precios generales de la economía lo hicieron un 170%.
Las expectativas de una campaña prometedora en los cultivos extensivos tras la eliminación de los derechos de exportación y el levantamiento del cepo, traccionaría la actividad en los molinos el próximo año. Por su parte, la recomposición de stocks ganaderos en el marco de una economía más estable y abierta el mundo, sumado a la creciente demanda de la Unión Europea por cortes de calidad, aumentaría la actividad industrial de la cadena bovina. De la misma manera, la actividad azucarera se mostraría más aceitada tras la recuperación de los precios internacionales, los cuales ya están mostrando luces verdes, y la industria láctea con un Brasil reactivándose y mejores precios internacionales podría retomar la senda del crecimiento. Asimismo, el reingreso de los limones al mercado estadounidense torna optimistas las perspectivas de la actividad y genera expectativas de volver a posicionarse como principal exportador mundial.
En esta línea, teniendo en cuenta que el sector de alimentos y bebidas tiene un 97% de empresas entre micro y medianas, la recientemente reglamentada Ley Pyme permitiría a la actividad incorporar capital productivo para hacer frente a una mayor demanda, tanto interna como externa, con productos de mayor valor agregado.
Por otra parte, de la mano de la reactivación de la economía, de la desaceleración de la inflación y de la recuperación del poder adquisitivo de los salarios, el mercado interno impulsaría la industria de alimentos y bebidas en todos sus segmentos. En este sentido, la mayor confianza del consumidor volcaría los ingresos hacia un mayor gasto y las ventas en supermercados se recuperarían en el mediano plazo.
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Infocampo
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Acopio News
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Acopio News
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