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Si se toma el primer índice de las 500 mayores empresas que se elaboró en los EE.UU. en 1955 y se lo compara con el actual, se verifica que sólo el 8% de esas compañías siguen dentro de ese listado. El 92% se achicaron o desaparecieron. “¿Qué creen que les faltó? ¿Trabajo, conocimiento, eficacia? ¿O habrá sido innovación?”, preguntó Vartorelli.
 
Con respecto a los distintos centros de investigación de Monsanto en América del Sur, Vartorelli dijo que “mi objetivo no es verificar que todos cumplan diariamente con su rutina, sino que lleguen al final del día con ideas nuevas y pensamientos distintos. No basta con que se aboquen a mejorar lo que estaban haciendo”, señaló.
 
Y explicó que hay tres tipos de compañías: las que se encuentran estancadas; aquellas que crecen de manera lineal, avanzando de manera progresiva; y las que lo hacen de manera exponencial por medio de la introducción de cambios disruptivos.
 
“Con el valor actual de mercado de Facebook, se podría comprar a Monsanto, BASF, Bayer, Syngenta y Dow”, explicó. “La pregunta clave que se tienen que hacer en los grupos CREA es cuál de esas tres clases de empresas aspiran a ser”.
 
Vartorelli desarrolló a continuación cinco puntos que, en su opinión, resultan críticos para poder contar con equipos de trabajo orientados a la innovación.
 
1. Diversidad. “En Monsanto tenemos una gran diversidad de género, edades, nacionalidades y formaciones académicas”, expresó. “La diversidad es lo que nos sacadel pensamiento lineal. Sin diversidad, uno puede generar soluciones mejoradas, pero no distintas”. Generar diversidad implica el desafío de dejar de seleccionar personas parecidas a uno mismo. “No tiene sentido escuchar gente que alimente nuestro ego; más útil es aquel que nos cuestiona”.
 
2. Inspirarse en la realidad. “Hay que cuestionar, hacerse preguntas”. Se calcula que un chico de cinco años hace un promedio de 120 preguntas diarias. A los seis años, la cantidad ya se reduce a 60 preguntas. Y la cifra sigue disminuyendo a medida que avanza la edad. “Debemos recuperar esa capacidad de cuestionamiento”, dijo Vartorelli.
 
3. Liderar el cambio. Las moléculas de ADN fueron descubiertas en 1953. Desde entonces han sido objeto de numerosas etapas de experimentación. Eso fue lo que, con el tiempo, llevó al desarrollo de los transgénicos. “Cuando cada una de las etapas parecía suficiente, se emprendió otra nueva. Eso significa liderar el cambio”.
Pero hay que diferenciar dos cuestiones: una cosa es liderar el cambio y otra es la transición de ese cambio. Recuerdo haber presenciado una charla de (Mijaíl) Gorbachov, el último dirigente de lo que fue la Unión Soviética. A él le tocó liderar la transición luego de 70 años de comunismo. Y nos explicó que esa transición era lo más difícil del proceso. Todo el mundo compra la idea del cambio y se entusiasma. Pero poca gente se anima a liderarlo”.
 
4. Innovación colaborativa. Para Vartorelli, ya no existe el genio aislado que revoluciona al mundo. “En Monsanto recibimos a 400 empresas emprendedoras por año que nos traen proyectos para asociarse. La innovación es hoy colaborativa. Yo intercambio veinte ideas diarias con mi equipo de trabajo. Eso da 20.000 por año”. Compartir las ideas en el momento, en línea, es fundamental. “No siempre hay tiempo para esperar hasta una reunión. La conexión constante es la que permite un crecimiento exponencial de las ideas”.
 
5. Creatividad al servicio de la innovación útil. La innovación tiene que ser práctica y útil. El disertante puso el ejemplo de la organización “Diseños que importan”, que trabaja para resolver problemas en lugares como Africa. Allí notaron que había un alto índice de mortalidad infantil. Y que la solución era contar con incubadoras. Eso no fue ningún hallazgo. De hecho, varias empresas donaban equipos de incubación muy sofisticados. Pero el problema, era que cuando esos equipos dejaban de funcionar, nadie los sabía reparar. “Esta organización vio que en el país africano en cuestión había un importante parque automotor. Surgió entonces la idea de hacer incubadoras con partes de autos. A partir de entonces, los mecánicos fueron capaces de mantener y reparar las incubadoras”, concluyó.