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“En recursos naturales es cierto que somos un país rico, pero somos mucho menos ricos, en ese sentido, de lo que creemos. Otros países como Australia, Nueva Zelanda o incluso Chile tienen mucha más riqueza en commodities por habitante que la Argentina”, apuntó el director de la consultora Elypsis. “Con los recursos que tenemos no podemos vivir de las rentas generadas por los recursos naturales”, añadió.
 
Levy Yeyati dijo que en la Argentina la demanda de la sociedad es superior a la capacidad de generar riqueza para satisfacer esa demanda. “Ningún país logró salir por sí mismo de la trampa del ingreso medio. Entonces no tenemos ningún modelo que imitar ni recetas para seguir”, afirmó.
 
“Corea del Sur hoy es un ejemplo de desarrollo, pero es un país que nunca atravesó la trampa del ingreso medio, dado que el proceso de industrialización allí se gestó en el marco de una dictadura, sin sindicatos y en condiciones que habrían sido imposibles de aplicar en la Argentina de mediados del siglo pasado”, explicó.
 
“Tenemos que cambiar radicalmente la manera en que pensamos el desarrollo de la Argentina. Nuestros problemas no se originaron sólo por nuestras malas políticas”, apuntó.
 
Levy Yeyati dijo que las políticas gubernamentales no pueden evaluarse exclusivamente por factores económicos. “Tenemos actualmente un problema de déficit fiscal. Pero también tenemos una exigencia para bajar la presión impositiva. ¿Cómo se van a lograr las dos cosas?”, señaló, para luego agregar que “las demandas sociales inmediatas no permiten crear las condiciones para crecer de manera sostenible y esa trampa no se puede resolver exclusivamente con un plan económico”.
 
El economista también recordó que buena parte de la fuerza laboral argentina es de baja calificación (apenas el 16% tiene terciario completo) y que el desarrollo debe estar enfocado en generar oportunidades para los trabajadores no calificados.
 
Levy Yeyati citó el ejemplo de la cadena de la agroindustria vitivinícola, la cual, por medio de un programa instrumentado por todos los actores de la cadena de valor (tanto públicos como privados), lograron crear una marca con proyección internacional: el Malbec.
 
“Estamos en una trampa que lleva casi un siglo. Esto no se resuelve con un solo período de gobierno. Pero creo que estamos en condiciones de escribir nuestro propio guión. Ese es del desafío”, concluyó.