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CÓRDOBA. La empresa IGT Energy empezó un proceso de inversión en plantas de biomasa, sumándose a las propuestas de energía alternativa. En un año y medio destinará 25 millones de dólares a diez usinas que se alimentan con chips de madera o cultivos non food (no alimentarios).
 
Martín Amengual y Domenico Capello explicaron que el costo de esta energía está 30% debajo de la térmica generada a partir de combustibles fósiles. Apuntaron que este tipo de tecnología es "muy recomendada" para industrias de consumo energético constante.
 
La tecnología es italiana, la trajo de su país Capello, donde instaló unas 25 usinas. Planteó que las características agrícolas y climáticas argentinas son "ideales" para expandir la empresa a escala global.
 
Los gasificadores a biomasa se fabricarían en una metalmecánica cercana a Río Tercero o en talleres de Buenos Aires. Hay cuatro modelos diferentesm todos alimentados a biomasa. Para Capello son una alternativa para solucionar problemas energéticos a la vez que disminuyen el impacto ambiental y el costo.
 
El costo de una planta que produce 2,5 y 3 Mw/hora, incluida la instalación, ronda los 2,2 millones de dólares. Hay usinas que pueden transformar el syngas en electricidad. En ese caso el precio ronda los 5 millones de dólares.
 
La amortización se calcula entre tres y cuatro años en función del nivel de consumo y del proyecto de biomasa que se desarrolle en cada lugar.
 
Hay que tener en cuenta que las usinas transforman sustancias orgánicas en un combustible gaseoso llamado syngas (conversión que se hace en un reactor o gasificador). Es una modalidad diferente al biogás, que se obtiene a través de un proceso anaeróbico donde actúan bacterias.
 
Una ventaja del syngas es que puede usar restos de madera o cultivos no aptos para la alimentación. El ciclo tiene un balance de emisiones prácticamente nulo y los desechos pueden emplearse como fertilizantes naturales.
 
Amengual dijo a La Nación que a las industrias dejan de depender de la disponibilidad energética, "lo que puede acelerar mucho más el proceso de amortización de la inversión". Una clave es que la planta debe estar cerca de la industria para que no impacte el costo del flete; lo ideal es que no más de 50 kilómetros.
 
En esta primera etapa los interesados están en el Litoral, hay industrias como lácteas, papeleras, frigoríficos, cementeras, fabricantes de alimento para mascotas y productores de hacienda. Hay diez pedidos en marcha.
 
La propuesta, dijeron los empresarios, viene a cubrir un vacío en el mercado argentino, ya que ofrece la tecnología y la gestión de la planta. En Europa y el Caribe este modelo está extendido.