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Por Martín Kanenguiser.- Los tributaristas consideraron lógicos los cambios graduales en las escalas del impuesto a las ganancias, pero reclamaron que haya un mecanismo de actualización permanente para que en el futuro la inflación no genere nuevas distorsiones.
 
En diálogo con LA NACION, cinco expertos en materia impositiva opinaron sobre el anteproyecto del Poder Ejecutivo, que contempla ajustar las escalas y ampliarlas, de una base del 6 al 40 por ciento, con cambios en los próximos tres años.
 
Por otro lado, descartaron que la alícuota máxima del 40 por ciento pueda ser considerada confiscatoria, ya que en varios países hay topes similares. Además, afirmaron que, en paralelo, el Gobierno debe aumentar los montos autorizados para el régimen del monotributo.
 
El presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas porteño, Humberto Bertazza, consideró que "en general es un cambio correcto, porque la situación es compleja, ya que por un lado hay que solucionar los problemas de la gente, pero a la vez está el cuidado de la recaudación nacional y provincial".
 
"Nosotros propiciamos tocar la escala para ensancharla y actualizarla, para que la gente no vaya enseguida al escalón más alto", indicó.
 
Darío Rajmilovich consideró que "las escalas actuales deberían multiplicarse por 15 para que queden actualizadas; colocar escalas más bajas también está bien, porque para una persona que supera por poco el mínimo, es razonable que pague el 5 o el 6 por ciento".
 
"La clave es subir todos los tramos fuertemente, aunque sea haga en forma gradual, para que el impuesto no quede más aplanado", opinó.
 
Por otro lado, descartó un planteo de confiscatoriedad por la creación de la alícuota del 40 por ciento. "Eso podría pasar con una tasa del 50 por ciento, pero no menos, tal como lo planteó la Corte Suprema en el caso de las empresas; en el mundo es muy común que la alícuota máxima sea del 40 al 45 por ciento", explicó.
 
La alícuota del 40%
 
Andrés Edelstein, socio de PWC, dijo que "cualquier aumento es razonable; lo que hace un poco de ruido es la alícuota del 40%, aunque confiscatoria no es".
 
En particular, consideró que "el aumento de la tasa máxima hace ruido en el medio del blanqueo, tiene untiming poco feliz y debería ser parte de la reforma que se discuta el año próximo".
 
Respecto de la ampliación de las escalas, expresó: "Como estaba la tabla originalmente no estaba mal, solo había que corregir los montos".
 
César Litvin, socio del estudio Lisicki, Litvin & Asociados, afirmó que "el cambio es leve, gradual y va a representar un beneficio para los salarios medios-bajos y mayor carga para los altos".
 
De inmediato aclaró que "en la medida en que no se logre la actualización automática del mínimo, mientras siga la inflación, seguiremos con el mismo problema". En este sentido, dijo que "hay que tomar los mínimos ajustados al salario mínimo, que serían unos 50.000 pesos al menos".
 
Iván Sasovsky sostuvo: "El avance es positivo, sea cual fuera el porcentaje, porque la situación en la que estamos no se puede sostener. Entiendo que se haga en forma paulatina. Era inviable hacerlo de una sola vez".
 
Sin embargo, opinó que "no es positivo seguir poniendo parches en vez de atar los cambios a una variable de ajuste de actualización automática: si es baja la inflación, será bajo el mecanismo de ajuste".
 
Alberto Mastandrea, de BDO Argentina, agregó que "el último tramo, del 40%, es excesivo en relación a la carga tributaria internacional para países como la Argentina; en otros países, se llega a esa tasa, pero en un sistema más equilibrado que el nuestro. Antes, hay que sincerar las diferentes deducciones, ajustándolas a valores corrientes".