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Con Dilma afuera y Maduro "en el horno", Macri mueve fichas para cambiar el rumbo comercial de la Argentina
Mientras que facciones del Partido de los Trabajadores insistían con que se trataba de un golpe de Estado, el flamante mandatario se apuró en prestar juramento y celebrar con funcionarios cercanos para luego embarcarse con destino a China, donde asistirá a la Cumbre del G-20.
Temer tiene cerca de 850 días de gestión por delante. Más precisamente, hasta el 31 de diciembre de 2018, momento en que vencerá el mandato para el que Rousseff había sido originalmente reelegida.
Será un período clave -de poco más de dos años- para el futuro de Brasil porque, además de tener que darle impulso a la economía, el nuevo Gobierno deberá hacerse cargo de un país dividido políticamente, con el agravante de que no goza de una buena imagen pública y que muchos de sus funcionarios están sospechados de corrupción.
En el plano externo, el fin de la “era Dilma” y el derrumbe del Partido de los Trabajadores, que llegó a la cumbre con Lula da Silva, significa la confirmación de que se dará un reordenamiento del tablero regional, en el que asoman perjudicados y nuevas alianzas estratégicas.
Para la Argentina, dada la fuerte impronta que Macri le está dando a su agenda internacional, el papel que de ahora en más tenga Brasil y el modo en que ejerza su influencia en el vecindario, será determinante.
Según analistas, el cambio de signo político en la mayor economía de Sudamérica generará impacto en cinco frentes clave:
1. Una consolidación de la “grieta” en la región
Una vez que cumplió con el protocolo de prestar juramento y prometer defender la Constitución, los primeros países en reconocer la legitimidad del flamante Gobierno fueron dos: Argentina y Estados Unidos.
La contracara de esta rápida reacción fue la “contraofensiva” protagonizada por el eje bolivariano.
Apenas se puso punto final a la presidencia de Rousseff, Bolivia, Ecuador, Cuba y Venezuela salieron a expresar su rechazo y, en algunos casos, hasta rompieron relaciones.
Para los analistas, había una clara línea divisoria regional que permanecía en una suerte de estado de latencia.
Pero el fin de la presidencia de Rousseff crispó las diferencias políticas e ideológicas.
“La caída de Dilma terminó por generar una enorme grieta en la región. Si antes había tensiones, hoy ya podemos hablar de una clara línea que cruza y divide a América del Sur en términos ideológicos”, afirma el analista Gustavo Segré.
“Los gobiernos bolivarianos comenzaron a tener una postura más dura”, apunta Marcelo Leiras, director de la carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de San Andrés.
El comunicado de la Cancillería argentina –que fue consensuado por Susana Malcorra y el jefe de Gabinete, Marcos Peña- fue escueto pero bien claro.
“Respeto del proceso institucional”, “hermano país”, “camino hacia una efectiva integración” y “deseo de continuar trabajando en conjunto” fueron algunos de los conceptos cuidadosamente elegidos en el texto oficial.
En paralelo, el reconocimiento desde Washington llegó a través del portavoz del Departamento de Estado de los EE.UU., John Kirby, quien afirmó que la administración de Obama respetará la decisión del Senado, negando que se haya tratado de un golpe de Estado, para luego prometer que trabajarán junto con Temer.
Como parte del “eje bolivariano”, Venezuela tomó la decisión más drástica: retiró a su embajador y congeló las relaciones con Brasil.
Rafael Correa, de Ecuador, hizo lo propio con su encargado de negocios; mientras que Evo Morales, de Bolivia, convocó a sus diplomáticos apostados en Brasilia para definir su futuro.
2. Una Venezuela más debilitada y resistida
Si bien el destino de Rousseff parecía jugado, en Venezuela se mantenían expectantes, sabiendo que estaban a punto de perder a uno de sus últimos grandes aliados en la región.
Para Segré la confirmación del fin de la presidencia de Dilma reforzará el proceso de aislacionismo en el que se encuentra sumido el gobierno de Nicolás Maduro, en un contexto en el que la Argentina y Brasil ya dieron sobradas muestras de que continuarán con su proceso de apertura internacional.
Esta visión es compartida por el consultor Marcelo Elizondo, quien considera que los dos mayores socios del Mercosur, ya finalizado el proceso de juicio político, pasarán a tener posturas mucho más duras para con el gobierno chavista.
De hecho, días atrás, el propio canciller brasileño y brazo derecho de Temer, José Serra, llevó la tensión diplomática al máximo cuando afirmó que, más temprano que tarde, el “régimen en Venezuela va a caer”.
“Fue una declaración muy fuerte y sorpresiva viniendo de un ministro de Relaciones Exteriores, pero que deja a las claras que Maduro está cada vez más debilitado y solo en el mapa regional”, sostiene Elizondo.
En el caso de la Argentina, el experto remarca que Venezuela ya ni siquiera es relevante en el plano comercial.
“Durante la gestión kirchnerista, ese país llegó a ser el quinto mayor destino para nuestras exportaciones. Hoy está en el puesto número 20. No sólo porque no hay afinidad política, sino porque en este último tiempo la crisis económica hizo muy difícil hacer negocios con ellos”, agrega Elizondo.
Entre enero y julio de 2016, las ventas a Venezuela fueron de u$s420 millones, casi 70% menos que uno de los últimos récords, alcanzado en igual lapso de 2012 (u$s1.300 millones).
“Con los problemas de pagos que tienen y los graves conflictos institucionales, la tendencia es que este país siga perdiendo relevancia en 2017”, recalca.
3. Un mayor acercamiento entre Brasil y Argentina
El último pacto importante se celebró hace unos meses cuando ambos gobiernos decidieron prorrogar hasta el 2020 el acuerdo que regula el intercambio de la industria automotriz.
Se trató de algo trascendente, por cierto, dado el peso de esta rama de actividad en el comercio bilateral.
Pero, más allá de esta medida y de algunos gestos recíprocos, la realidad es que la vinculación entre los mayores socios de la región estaba virtualmente frenada, a la espera de la definición del futuro de Rousseff.
Sin embargo, para Segré, la “puesta a punto” de la relación entre ambos gobiernos ya comenzó desde el momento en que la gestión de Macri se movió rápidamente para reconocer a Temer como nuevo mandatario.
“La velocidad con la que enviaron el comunicado desde Cancillería y el tono elegido claramente forman parte de un `operativo seducción`”, apunta el CEO de Center Group.
Pero la mayor muestra de sintonía tendrá lugar a principios de octubre, más precisamente el día 3, cuando Temer viste la Argentina para entrevistarse con Macri.
Es cierto que ambos mandatarios se cruzarán antes en la Cumbre del G-20, en China. Pero el viaje que hará el nuevo presidente a este país será el primero de carácter oficial a una nación.
“Con esta visita, Temer vuelve a confirmar la prioridad que le da a la Argentina y, lo que es más importante, reafirma el regreso de la `diplomacia presidencial`, que se había visto interrumpida en los últimos dos años”, afirma Elizondo.
Para Leiras, de la Universidad de San Andrés, “será un encuentro importante, sin dudas. Temer vendrá en busca de legitimidad, dado que el frente interno lo tiene muy complicado. No hay que olvidar pesan denuncias de corrupción muy serias sobre parte de su gabinete”.
Las expectativas en la relación con Brasil están puestas en lo que suceda en 2017, cuando debería comenzar la ansiada recuperación de su economía.
Las consultoras prevén que el PBI del vecino país crecerá entre 0,9% y 1,6%, lo que ayudaría a traccionar exportaciones argentinas hacia ese destino que, por ahora, vienen cayendo a un ritmo del 30%.
4. El surgimiento de un “liderazgo compartido”
Hasta hace unos meses, con un Brasil abocado a resolver su crisis interna, la Argentina se había “cortado sola” y había asumido el papel de líder de la región.
En julio, Macri viajó a Bruselas para encontrarse con la canciller de la Unión Europea, Federica Mogherini, y relanzar la relación con ese bloque.
Previamente, el jefe de Estado había cruzado la Cordillera con destino a la nación trasandina, para participar de la cumbre de la Alianza Pacífico.
Allí, logró que la Argentina sea reconocida como miembro observador de la coalición de cuatro naciones, conformada por Chile, Perú, Colombia y México y que ya representa el 50% del comercio de América latina.
Se trataba de un paso clave, dado que para el macrismo era el testeo inicial de cara a su verdadera ambición: sumarse al controvertido Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP).
Además, así como en los últimos años la Argentina había estado afuera de la agenda de los presidentes de EE.UU. que viajaban a la región, este año Brasil fue el que quedó relegado de la gira del líder de la Casa Blanca.
Así, la activa agenda internacional que tuvo Macri en sus manos contrastó con el marcado ostracismo de la cancillería brasileña, que se mantuvo en un impasse hasta que se resolviera la crisis política.
Sin embargo, para los analistas, ahora la nación vecina comenzará a mostrar una faceta mucho más agresiva en cuanto a su política exterior.
“Temer venía siendo un presidente de transición y su estrategia en el plano internacional fue muy mesurada. Ahora que tiene todas las atribuciones como jefe de Estado, veremos un cambio notorio”, apunta Elizondo.
Si se pudiese trazar un paralelismo con el mundo del espectáculo, es como si la Argentina, de pasar a tener el espacio principal en la marquesina, ahora deba achicar su nombre para compartir lugar con su socio. Un cambio que, a ojos de los expertos, no necesariamente será negativo.
Elizondo prevé que la Argentina tendrá una actitud menos sumisa hacia Brasil -país que históricamente fue líder-, pero sin que esto implique un desafío o una confrontación entre ambas naciones.
“El Gobierno de Macri demostró tener una postura más autónoma en su relacionamiento internacional. Tiene intereses compartidos con Temer pero también posee una agenda propia, como la Alianza Pacífico, que no está en los planes de su par”, apunta.
Para el experto, durante los poco más de dos años que dure la gestión del mandatario brasileño, habrá una suerte de liderazgo compartido, en la que imperará la buena sintonía entre los dos mayores socios del vecindario.
Segré coincide: “Los dos presidentes y los dos países se necesitan mutuamente. En momentos de problemas económicos y de tensión política, Temer y Macri saben que tienen bastante por ganar si se alían, en lugar de pelear por un protagonismo regional que no les dará mayores beneficios".
Para Leiras, el macrismo podrá desmarcarse un poco del liderazgo brasileño, pero sin haber un objetivo de intentar reemplazar la posición estratégica que el país vecino –por tamaño de mercado y tradición diplomática- ocupó históricamente.
“Afortunadamente, hay muchas complementariedades que son importantes en la relación entre ambos socios”, señala.
5. La confirmación de que se viene un Mercosur más “light”
Respecto del Mercosur, el presente no es alentador. El bloque está paralizado políticamente porque Venezuela está ejerciendo la presidencia pro témpore pero Argentina, Brasil y Paraguay se resisten a reconocerla.
Incluso, el canciller Serra insistió con la posibilidad de que la Argentina asumiera el mandato antes de enero. Idea que, por cierto, no es compartida por Maduro.
Sin embargo, para Welber Barral, quien fuera secretario de Comercio Exterior de Lula hasta 2011, se está avanzando hacia un camino sin retorno.
Un cambio decisivo que se dará con el fin de la era Dilma, según el ex funcionario, es que “se estará confirmando definitivamente la desbolivarización del bloque, que pasará a ser más comercial que político”.
Cuando los funcionarios hablan de “reformar” el Mercosur, indirectamente están señalando la necesidad de “flexibilizarlo”, en momentos en que otras uniones, como la UE, están teniendo grandes problemas de cohesión, tal como quedó de manifiesto con el Brexit.
Los intentos del macrismo por aflojar el corset e ir hacia un Mercosur más “light”, según Elizondo, responden a este cambio de paradigma a nivel global, por el cual el mundo asiste a un desencanto hacia los grandes bloques cerrados.
Y si bien no prevé un desarme brusco, considera que el proyecto que alguna vez se gestó con el fin de crear un mercado común, no sólo no se fortalecerá sino que mutará hacia un esquema más simple.
Para Segré, “tanto la Argentina como Brasil plantean la idea de retrotraerlo para negociar acuerdos con mayor libertad, un planteo que también es compartido con Paraguay”.
“La baja de los precios internacionales de los granos y la actualización de costos nos colocan en una zona roja de la cual debemos salir de manera inmediata”, dijo el titular de la Federación de Acopiadores, Fernando Rivara.
El pasado miércoles 16, el Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Javier Alonso participó de una reunión de la Mesa de Trabajo para la Seguridad Rural con representantes de diferentes entidades que nucléan a los productores rurales, con el objetivo de coordinar acciones para prevenir los delitos en las zonas rurales de la Provincia de Buenos Aires.
Lo resolvió la presidenta del directorio de gestión y funcionaria cercana al gobernador Axel Kicillof, Jimena López; se seguirá en el trabajo de una próxima licitación; había incertidumbre sobre la continuidad luego que trascendiera un supuesto interés del gobierno provincial de controlar un 30% de la operatoria. LA NACION - 26/09/2024
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