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Fin de ciclo: Estados Unidos sube las tasas

El N° 2 de la Reserva Federal, Stanley Fischer, tiene la postura más agresiva. La delicada maniobra ocurrirá en pleno proceso electoral. Las otras alternativas en danza.
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Agrofy News
Por José Siaba Serrate.- Mensaje desde Jackson Hole: la economía de los EE.UU. goza de buena salud. Lo asegura Janet Yellen, mandamás de la Fed. Tanto que, de continuar así, le dará el alta a una nueva suba de tasas. Que podrían ser dos antes que termine el año, dice Stanley Fischer, quien la secunda al comando. La salud, empero, no debe descuidarse. Nadie está inmune a una recaída. Yellen, más allá de la coyuntura, se adentró en el examen de los tratamientos aprobados por la Fed y las medicinas disponibles en su botiquín. Otras terapias, algunas en uso en otros bancos centrales, podrían sumarse más adelante, pero "requerirán una evaluación muy cuidadosa de costos y beneficios y, en ciertos casos, nueva legislación".
 
Yendo al grano, el paciente está bien y en franca mejoría. ¿Suba de tasas? ¿Cuándo? Yellen no sabe/ no contesta, pero el "lobo" Fischer apura y pone pimienta. Quedan tres reuniones en el calendario del Comité de Política de Mercado Abierto. La de noviembre termina 6 días antes de elegir al próximo presidente de los EE.UU. y nadie cree se utilice para jalar el gatillo (ni hay antecedentes). Ello obliga a mirar el mitin del 20 y 21 de septiembre con otros ojos. En 2004, a Ben Bernanke no le tembló el pulso para izar un cuarto de punto la tasa de fed funds y llevarla a 1,75% (había arrancado en junio a partir de un piso del 1%). ¿Rara avis? Sí. Y estaba más urgido y dotado de mayor intrepidez que los bancos centrales de la actualidad. Antaño se temía la fuga de la tortuga, hoy que no sobreviva el maltrato. ¿Qué opinan los mercados? Los futuros de tasa prestan atención, pero no son creyentes. Las chances de suba en septiembre se perciben como una en tres. Se piensa que el tablero mudará recién después de la elección. En diciembre, las probabilidades de intervención trepan al 64%.
 
¿Y qué dijo Yellen del debate de fondo? ¿Hay quórum para aumentar la meta de inflación al 4% como se sugirió desde la Fed de San Francisco? ¿O para emigrar a metas de nivel general de precios (en ese caso, si la inflación resultase menor a la prevista, el banco central debería recuperar la brecha con una inflación en exceso en los períodos siguientes)? ¿Y para encarar una variante todavía más amplia, las metas de PBI nominal (que exijan compensar también las insuficiencias de crecimiento real)? Las carpetas se apilan, y Yellen no trepidó en mencionarlas. Van desde acrecentar el menú de activos que podría adquirir el banco central hasta la complementación con la política fiscal de una manera explícita. Todos, a priori, pecados graves en condiciones "normales" y únicamente tratamientos "respetables" si la anemia económica es la patología de Hansen del estancamiento secular. Mal podría Yellen hacerle asco a la innovación. Ella fue crucial para que la definición operativa de estabilidad de precios se ubicara en 2% anual y no en 0% como pensaba su jefe, Alan Greenspan (y el senador Mack en 1995). Yellen contó con una ayudita extra de su marido, el (luego) Nobel George Akerlof quien, junto a Dickens y Perry, mostró que, por la rigidez nominal de los salarios, la inflación óptima a perseguir (para alcanzar el pleno empleo) era moderada, pero no cero. Y fue 2% nomás cuando, tiempo después, Ben Bernanke adoptó el sistema formal de metas de inflación en 2012.
 
Yellen imagina posible que la heterodoxia se abra paso en la Fed. Pero los roles cambiaron. Hoy ocupa el sitial de Greenspan, y lleva el timón. John Williams, uno de los revolucionarios, está sentado en su viejo banquillo. ¿La imaginación al poder? En un futuro, puede ser. "Son temas importantes para el estudio", dixit. Hoy en día, y fue taxativa, la Fed no considera su aplicación. Si la situación empeora, y se desata una crisis, Yellen se las arreglará con más de lo mismo, lo "no convencional" conocido. Planea usar las herramientas que ya tiene: la expansión cuantitativa (QE), el pago de intereses sobre las reservas bancarias, y la comunicación, la llamada "forward guidance". La espada, la pluma y la palabra. Si el banco central nos muestra el detalle de las armas que alista el Departamento de Investigación, para luego guardarlas bajo llave doble, eso es comunicación pura. Uno diría, una guía "muy forward".
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