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Por Pablo Adreani.- E n el primer semestre de 2016, el productor tuvo como principal factor de mejora en la rentabilidad de su negocio el aumento en el precio de las commodities agrícolas.
 
La eliminación de las retenciones en trigo, maíz y girasol, y el aumento en el precio del dólar a 15 pesos ayudaron para mejorar los márgenes, pero no son factores que por sí solos van a perdurar en el tiempo. Una eventual baja de precios tendrá un efecto negativo directo sobre los márgenes del productor.
 
Si analizamos las principales variables del negocio, vemos que en el último año el dólar oficial acumuló una suba del 65 por ciento (de 9,1 a 15 pesos); en el mismo período, el gasoil subió el 40 por ciento en pesos, pero bajó el 15 por ciento en dólares.
 
El flete camión subió 23 por ciento en pesos y en dólares bajó el 25 por ciento. Y, finalmente, el salario de un tractorista ha tenido una mejora del 28 por ciento en pesos, pero bajó un 22 por ciento en dólares.
 
Sucede que, en el total del costo de producción, estos bienes y servicios en pesos llegan a representar el 25 por ciento del costo total, mientras que el restante 75 por ciento son costos de insumos dolarizados. Y es por este motivo que los márgenes del negocio no han mejorado y los rindes de indiferencia han bajado por el aumento en el precio de los granos.
 
La suba de los precios ha sido explosiva en casi todos los productos; el maíz disponible acumuló subas del 91 por ciento o su equivalente de 90 dólares por tonelada, pasando de 99 a 189 dólares entre julio de 2015 y 2016.
 
Pero sucede que ahora el maíz disponible está cotizando a 163 dólares por tonelada, con una baja acumulada en lo que va del mes de agosto de 26 dólares.
 
Y para el maíz de la nueva cosecha, el mercado está indicando 146 dólares para abril y 144 para julio 2017. Y aquí es donde la baja del mercado refleja en toda su magnitud su impacto negativo sobre los márgenes brutos.
 
Y la rentabilidad del cultivo de maíz baja en forma abrupta con respecto a la rentabilidad que el productor obtuvo en plena época de cosecha, cuando los precios llegaron al máximo histórico de esta última década.
 
Si analizamos los márgenes en soja pasa algo muy similar, con la ventaja de que su costo de producción es mucho menor y sus rindes de indiferencia se ubican en un nivel que les permite tomar aceptables márgenes de ganancia.
 
Se concluye entonces que la soja vuelve a ser una mejor alternativa que el maíz en casi todas las zonas productivas, destacándose la zona núcleo con la mayor rentabilidad.
 
Un reciente trabajo de la Bolsa de Comercio de Rosario, arroja que los márgenes de un productor de soja de primera en campo propio o alquilado en zona núcleo se repartirían así: el 30 por ciento para el Estado en concepto de derechos de exportación; el 13 por ciento al pago de impuestos, el 39 por ciento a la compra de insumos.
 
Al productor le quedaría neto, después de pagar todos sus impuestos, el 18 por ciento del negocio.
 
Las cifras lucen algo desproporcionadas para el productor, que corre con todos los riesgos. En el caso de la soja, el precio tuvo una suba acumulada de 70 dólares (30 por ciento), de 230 a 300 dólares, comparando julio 2016 con julio 2015. Sucede que el precio de la soja disponible hoy es de 282 dólares y, en el caso de la soja nueva cosecha, está cotizando en el Matba a 260 dólares la posición abril 2017.
 
Vemos que tanto la soja como el maíz nueva cosecha están mostrando un camino bajista hacia el 2017 y con precios que están bastante lejos de los obtenidos por el productor durante la actual cosecha.
 
El maíz futuro 2017 consolida una baja del 28 por ciento con respecto a los máximos de la actual cosecha; en el caso de la soja, la baja es del 18 por ciento entre el futuro abril 2017 y el máximo en el disponible.
 
Así, la actual relación soja/maíz de la nueva cosecha, se ubica en 1,80:1, netamente favorable al primero. Por el momento, la tortuga (soja) le está ganando a la liebre (maíz).