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Por la aduana de Colón, provenientes del puente que une a la localidad entrerriana con la costa oriental de Paysandú, ingresaron al país la semana anterior camiones despachados por la empresa uruguaya Granosur cargados con 290 toneladas de trigo rumbo a un molino bonaerense.
 
El volumen es mínimo si se considera que la producción total de este lado de la frontera fue de 11 millones de toneladas, el consumo actual es de 5 millones de toneladas y tampoco quedará en la historia como la primera importación de trigo que hace Argentina, tal como se destacó, porque en 1973, durante el gobierno provisional de Raúl Lastiri con extensión a los primeros meses de la 3ra. presidencia de Juan Domingo Perón, se trajeron de Estados Unidos 500 mil toneladas del rubio cereal, según Guillermo Rossi, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario.
 
Pero sí se trata de una operación emblemática y no porque haya escasez de volumen del grano en el país, sino problemas graves en la calidad del trigo (de entre 3 y 4 puntos menos que lo necesario para elaborar pan) que se plantó el año pasado y se cosechó con el arranque de la gestión del presidente Mauricio Macri. El importado posee una proteína mínima de 11%, o sea, medio punto por encima del mínimo de proteína base húmeda demandado para hacer la harina del pan, explicó el presidente de la Federación de la Industria Molinera (FAIM), Diego Cifarelli.
 
La entidad eligió a la alternativa uruguaya como la más viable para mejorar la materia prima necesaria para elaborar la harina con estándares correctos para su comercialización, en el mercado interno y externo.
 
De todos modos, Cifarelli desestimó que se esté generando una corriente comercial del cereal con Uruguay, al proyectar para próxima campaña argentina mayores volúmenes de trigo de mejor calidad.
 
La producción triguera fue de casi 11 millones de toneladas, pero por los desincentivos a la actividad de la era kirchnerista y el temor a que ganara las elecciones Daniel Scioli, quien aseguraba ser la continuidad del proyecto, hicieron que en la siembra pasada –que se hizo entre mayo y agosto de 2015– se aplicara poca tecnología, lo que redundó la merma de calidad.
 
Ahora, cuando ya arrancó la nueva siembra del trigo, la expectativa es que no sólo crezcan el área sembrada y la producción, sino que mejore significativamente el valor proteico del grano.
 
El Gobierno prevé que se siembren este año 5,3 millones de hectáreas con trigo, el mayor área destinada al grano en 9 años, y casi 24% por encima del año previo.
 
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en tanto, calculó ayer que el área triguera crecerá "significativamente" hasta las 4,5 millones de hectáreas implantadas.
 
Cuestión de precio
 
Hay analistas que sostienen que esta primera importación puede constituirse en una señal hacia el mercado interno: se compra en un país cercano trigo de calidad a "precio razonable” como para marcarle la cancha a los productores que aún tienen cereal, y de calidad razonable, en sus expectativas de no desprenderse del grano hasta que el precio suba más.
 
Hoy el trigo en la Argentina se paga en torno a US$ 188 la tonelada, pero no se descarta que hacia agosto pueda valer u$s 250, justamente por los problemas de calidad que dejó el ciclo 2015/2016.
 
José Pedro Sánchez, gerente de la firma exportadora de Uruguay, Granosur, dijo que en los próximos meses podrían agregarse entre 1.000 tn y 2.000 tn, un volumen no obstante bajo.
 
Las expectativas que se manejan en la entidad que agrupa a los molinos son mucho más ambiciosas: ubican las necesidades de importación de Uruguay en unas 200.000 tn. Aunque también en esos cálculos puede estar incidiendo una cuestión de conveniencia en el precio, ya que el trigo uruguayo queda en U$S 220/tn puesto en Argentina, mientras que el nacional se paga más de U$S 260.
 
Pero Cifarelli asegura que el requerimiento de trigo de alta calidad de la industria es para hacer frente a la molienda en los meses que quedan hasta que esté disponible la próxima cosecha local, que recién comenzó a sembrarse y se recogerá hacia fines de noviembre.
 
Sin embargo, la realidad es que los valores del trigo local están altos: –el cereal con la calidad requerida por la industria se ubica en torno de $ 4.000 la tonelada, lo mismo que la soja–, e inclusive con los gastos, importarlo desde el Golfo (con un precio de u$s 190 la tonelada) es competitivo a gran escala, es decir como mínimo unas 20.000 toneladas.
 
En ese sentido, los operadores que comulgan con la apertura comercial de la frontera  comentaban que "las condiciones de mercado están dadas como para importar trigo desde el Golfo, si se quiere, que es el de mejor calidad del mundo". O desde Paraguay, un mercado al que últimamente también se volcó Brasil por la calidad del grano y su precio levemente inferior al argentino.
 
Los productores paraguayos hace rato que venían oteando a los vecinos antes de sacar de sus silos trigo que desde el 2014 estaba guardado. Esta actividad produjo un aumento de 136% en volumen de exportación de trigo en los primeros cuatro meses del año, con relación al mismo periodo del 2015, según datos publicados por la Unión de Gremios de la Producción (UGP).
 
El presidente del gremio, Héctor Cristaldo, dijo que se logró vender el trigo “a precio muy razonable”. Recordó que Argentina está con problemas, al igual que Brasil, país que eventualmente también necesitará de nuestro alimento. “Paraguay está empezando a llamar la atención de distintos lugares para diversos rubros”, manifestó el empresario.
 
La exportación del trigo stockeado durante 2 años significó un respiro para el sector, ya que el rubro exigió un costo financiero altísimo, admitió.
 
Demanda brasileña
 
La Argentina logró exportar a Brasil algo más de 3,8 millones de toneladas de trigo durante 2015, lo que implica un alza de 143% interanual. Los datos se desprenden de las estadísticas oficiales de la Comisión de Abastecimiento de Brasil (Conab), en su informe de cierre de 2015, en el que se informó que las importaciones de trigo sumaron 5,17 millones de toneladas durante el año pasado, contra las algo más de 5,78 millones de toneladas que había comprado en el exterior un año antes.
 
Esa merma en las compras externas del cereal están relacionadas con la crisis que atraviesa el principal socio del Mercosur y también a que su propia campaña triguera fue el año pasado mejor a las anteriores, aunque sigue sin alcanzar para abastecer su gran mercado interno.
 
Así, la Argentina se reposicionó como el principal proveedor del cereal para el gigante sudamericano, al explicar el 74% de las importaciones del cereal que realizó Brasil en los últimos 12 meses.
 
El dato cobra mayor relevancia luego de que el gobierno de Mauricio Macri determinara el fin de las retenciones a las exportaciones del grano, así como el fin de las trabas comerciales, que estaban vigentes desde 2008 y "asfixiaron" el mercado triguero local.
 
Las fuertes restricciones que aplicó la administración de Cristina Fernández de Kirchner a las ventas externas de trigo –bajo el argumento de "cuidar la mesa de los argentinos"– habían tenido su pico en 2013 y 2014, cuando las exportaciones con destino a Brasil alcanzaron 2,5 millón y 1,5 millón de toneladas, respectivamente.