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El hecho de que haya hombres de negocios en altos cargos políticos despierta suspicacias ante cada medida que adopta el Gobierno nacional y, en ese sentido, el gabinete de Mauricio Macri es un bocatto di cardinale.  Un caso paradigmático es el de la relación comercial de la estatal Aerolíneas Argentinas con la angloholandesa Shell, de la que nadie puede olvidar que el ministro de Energía, Juan José Aranguren, fue CEO y quedó como accionista (de su última declaración jurada se desprende que aún posee más de $16 millones en acciones). A punto tal que la senadora rionegrina Silvina García Larraburu envió un pedido de informes al Poder Ejecutivo Nacional para conocer los fundamentos normativos y técnicos a través de los cuales se dispone que Shell provea combustible a la flota de Aerolíneas.
 
Por otra parte, la contratación de un hotel para alojar a las tripulaciones en el que figuran vinculados varios apellidos como el materno del jefe de Gabinete Marcos Peña también alborotó el avispero, porque para colmo relegó una mejor oferta económica que había realizado el hotel de la ex presidente Cristina Kirchner.
 
En el agasajo a los periodistas, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, anunció lo que podría ser una buena noticia para este año: que "en el primer cuatrimestre ahorramos US$70 millones en el gasto de Aerolíneas. Proyectado al resto del año significará un ahorro de US$210 millones". Pero como resulta que en esa cuenta está incluida la decisión de comprarle el combustible a la Shell de la que viene el ministro Aranguren, el eje se desplaza hacia una de las cuestiones más controvertidas de esta propuesta de “nueva política” macrista: la compatibilidad ética entre la función pública y los intereses privados. Aunque, justo es reconocerlo, ver ahora a ex gobernantes del lado privado del mostrador invitaría a preguntar cómo hicieron para consolidar esa posición de poder económico particular estando en la Casa Rosada.
 
Volviendo a Dietrich, también indicó que "LAN está creciendo en rutas de cabotaje, y Avianca se está instalando en el país", lo cual serían buenos indicadores de competitividad sino fuera porque uno de los laderos de Peña en la Jefatura de Gabinete, Gustavo Lopetegui, viene de la conducción de la filial argentina de la compañía aérea de origen chileno. Ya hace dos meses, este funcionario fue corrido de lugar del plan de restructuración de Aerolíneas por una supuesta inclinación hacia los intereses de sus ex empleadores.
 
Y que Avianca ingresara al cabotaje tuvo un antecedente fundamental que no escaparía a ningún teórico de las conspiraciones: la compra por parte de Avianca Holding de la empresa MacAir de Argentina, perteneciente a la familia Macri.
 
La operación la piloteó Germán Efromovich, el principal accionista y actual presidente de la junta directiva de Avianca Holding, controlada junto con Avianca Brasil por el grupo Sinergy Speed, quien declaró en ese momento: "La Argentina es un mercado importante, y la idea es empezar con esta aerolínea [por MacAir], que es regional, para atender un nicho doméstico interesante y para alimentar no solo Star Alliance sino también a Avianca, tanto Avianca Brasil como Avianca Colombia, que tiene una operación importante con Argentina".
 
La explicación que dio Dietrich al respecto podría ser algo así como “poner al gordito dueño de la pelota como el 9 de la selección en las finales de un Mundial”, según ironizan en los gremios. "Aerolíneas tiene que hacer ejercicio para competir que no es lo que ha hecho, pero es lo que está haciendo", sostuvo Dietrich, quien señaló que "internacionalmente, hay que seguir mejorando los costos y negociando mejores salarios".
 
Cuando los árbitros de esa disputa vistieron antes la camiseta de los contendores, como es el caso de Lopetegui con LAN o de don Franco que hizo negocios con la dupla brasileña-colombiana, los entrecejos forzosamente se fruncen.
 
Es cierto también que si provienen del kirchnerismo, podrían atribuirse a que le buscan el pelo al huevo.
 
# Licitación con hoteles
 
Pero la cuestión ya entra en el tono castaño oscuro cuando en la licitación Alto Calafate a la que convoca Aerolíneas Argentinas, el hotel de Cristina, Hotesur, presenta la mejor oferta económica para el hospedaje de las tripulaciones en el enclave turístico santacruceño pero se lo terminan adjudicando al hotel Esplendor, que forma parte de Turismo Doss, de los hermanos Sebastián y Carlos Braun, quienes están vinculados a través de sus respectivos abuelos, Oscar José Braun Menéndez y Alejandro Braun Menéndez. Bajando por el árbol genealógico se llega al secretario de Comercio, y su primo, el jefe de Gabinete.
 
Escarbando un poco en los directorios resulta que Nicolás Braun, Pablo Braun, el secretario de Comercio Miguel Braun y Tomás Braun, comparten el de Pampa Cheese, que tiene entre sus fundadores al coordinador de la Jefatura de Gabinete, Lopetegui, y a su esposa, Ximena Teresa de Toro García. En esa sociedad participa el grupo Pegasus, que perteneció al otro secretario del área de Peña, Mario Quintana, y la familia Braun.
 
Poco convincente sonó en consecuencia la excusa brindada por la Aerolíneas conducida por la ejecutiva automotriz Isela Constantini, al justificar que los $1.298 por habitación ofertados por el hotel Esplendor eran preferibles a los $1.049 de Hotesur porque "en el pliego estaba estipulada que no se elegía sólo por el mejor precio, sino que que se tenía en cuenta además otros factores, como servicios y accesibilidad al aeropuerto, que hicieran del elegido el hotel más conveniente".
 
El jefe de Gabinete, que podrá saber mucho de marketing pero aún no distinguió que el arte de comunicar no es lo mismo, dio explicaciones que no conformaron a nadie, cuando afirmó desconocer que hubiera familiares suyos en el negocio hotelero.
 
Lo mismo sucedió cuando, pretendiendo defender que un ministro, como Aranguren, tenga intereses privados en el área donde actúa, dijo: “La ley es muy clara, no hay incompatibilidad, estamos hablando de acciones que no tienen que ver con Shell Argentina, es de Shell internacional, que son ínfimas respecto a la empresa y donde él como ministro no tiene ninguna vinculación con Shell internacional ni ninguna decisión de él tiene ningún impacto sobre eso”. Fue en referencia a los $16 millones de activos en la petrolera que posee Aranguren, con lo cual negó que Shell Internacional y Shell Argentina estén vinculadas.
 
Y en ese terreno las suspicacias se tornan perpetuas, porque primero la senadora rionegrina García Larraburu quiere saber los motivos del “incumplimiento del decreto presidencial 1189 del 2012; información de la licitación, si hubiera existido, y en caso afirmativo quiénes se presentaron y contenido de sus respectivas ofertas; el criterio de selección y modalidad de contratación utilizado para la designación de Shell como proveedora de combustibles para las aeronaves y la evaluación y diferencia tarifaria entre Shell y otros oferentes, en particular con la empresa estatal YPF”.
 
Pero en seguida su presentación destaca: “Ojalá no se trate de otro acuerdo financiero con las empresas que están detrás del Ejecutivo. Aranguren fue CEO y es accionista de Shell, no se trata del primer negocio que ha hecho, recordemos la compra de gas a Chile o las 7 de 8 licitaciones de barcos de gasoil que se llevó la misma firma”. Y va más lejos al manifestar su preocupación de que “este escenario se corresponda con la decisión de vender pozos petroleros en la provincia de Río Negro, con el objetivo de deshacerse también de otros yacimientos patagónicos. Da la sensación que apuntan al vaciamiento del Estado”.
 
Juicios de valor como éstos basados en suspicacias sólo pueden prender en la leña seca que dejaron los tarifazos en la opinión pública, por lo que la cabeza del ministro Juan José Aranguren sube cada vez más de precio para todo el arco opositor.