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Escándalo de corrupción en Brasil

Dos campamentos, termómetros del clima de juicio político

Militantes del PT y manifestantes a favor del impeachment esperan la votación del domingo.
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La Nacion
BRASILIA (De nuestro corresponsal).- Anticipándose a la crucial votación que el domingo se realizará en la Cámara de Diputados sobre el juicio político a Dilma Rousseff, grupos a favor y en contra de la presidenta ya acampan en Brasilia para presionar al Congreso a declararse "en contra del golpe" o por "el impeachment ya".
 
Hasta el momento, los más numerosos -unos 2000- son los que defienden a Rousseff, movilizados con colectivos desde todos los rincones del país por el oficialista Partido de los Trabajadores (PT), la Central Única de Trabajadores (CUT) y el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). Como el gobierno del Distrito Federal prohibió acampar en la central Explanada de los Ministerios, ahora cercada por vallas y cortada por un muro de metal para separar a los manifestantes, se instalaron al lado del Estadio Nacional Mané Garrincha, en el norte de la ciudad. Montaron allí sus carpas, hamacas, colchones inflables, baños químicos, ollas populares y hasta un auditorio para "informar al pueblo" sobre el intento de "golpe" que está en curso.
 
"El impeachment contra Dilma no tiene base legal. La derecha no soporta haber perdido las elecciones de 2014 y quiere sacar al PT del poder como sea, además de quitarnos a los trabajadores los derechos conquistados en los últimos años. Vamos a hacer valer nuestro peso en las calles para evitar el golpe y resistirlo si se instaura un eventual gobierno del vicepresidente Michel Temer", afirma a LA NACION Paulo João Estausia, 53, presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores de Transporte y Logística (Cnttl), que no descartó huelgas y bloqueos de rutas si Dilma es apartada del poder.
 
Pese a los enormes carteles con palabras que hacen alusión constante a la "defensa de la democracia", el "golpe", la "lucha" y las "armas del pueblo", el ambiente en el campamento es de fraternidad y casi fiesta, no de guerra. Hay gente tocando guitarra, pandereta y los infaltables bombos, voluntarios preparando comida, grupos de gaúchos compartiendo mate, nordestinos durmiendo la siesta en sus hamacas debajo de los árboles, muchos jóvenes que visten remeras con la imagen de una Rousseff en sus tiempos de guerrillera, del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva cuando era líder sindical y hasta del Che Guevara. Los únicos insultos que se escuchan provienen de autos que pasan por la avenida del Eixo Monumental, que gritan "¡Fuera, Dilma!", "¡Vayan a trabajar, vagabundos!".




Había unos 2000 defensores de Dilma acampando ayer frente al estadio 
"Vivimos un momento de mucho odio, de gran polarización política. No sé qué sucederá cuando todo esto termine. No reconozco en esta gente a mi querido Brasil", dice la abogada Alexsandra Maranho, 29, que es crítica del gobierno de Rousseff, pero no quiere su salida de esta forma.
 
A menos de 2 km de allí, pero del lado sur del Eixo Monumental, en el Parque da Cidade, se concentran los grupos pro impeachment, con apenas unas 30 personas en el campamento. Resaltan que, a diferencia de sus contrarios, ellos son gente que trabaja y no puede darse el lujo de estar acampando todo el día. Pero afirman que el fin de semana serán miles más, llegados de todos los estados, para exigir que los diputados abran el juicio político a Dilma y celebrar su victoria frente a este "gobierno corrupto".
 
"Acá somos personas de todas las corrientes políticas, con ideas muy variadas, pero que tenemos en común nuestro deseo de un país mejor, sin el PT en el poder, que ha instituido la corrupción como el mecanismo normal de hacer política", indica la abogada jubilada Beatriz Kicis, 53, coordinadora del "campamento de resistencia", mantenido por donaciones de personas voluntarias que se acercan y aplauden su postura.
 
La mayoría de los ahí presentes es consciente de que la salida de Rousseff no será la solución de todos los problemas; es más: podría generar otros mayores, con la asunción de Temer -acusado de haberse beneficiado del esquema de sobornos de Petrobras-, o eventualmente del presidente de la Cámara baja, Eduardo Cunha, procesado por el petrolão.
 
"¿Pero qué debemos hacer? ¿Dejar que la república sea abusada como lo está siendo ahora? No. Si a una chica la están violando, no se le pregunta con quién se casará después; hay que sacar al violador. Luego ya se verá con quién se casa, si es que lo quiere hacer", grafica el profesor de Filosofía Allan Lopes dos Santos, 33, quien aseguró que el movimiento pro impeachment seguirá vigilante después del juicio político a Rousseff.
Medio de comunicación
La Nación

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