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Estándares. La caída de la proteína

Un tropezón para la soja

La última cosecha volvió a remarcar la tendencia a la caída del contenido de proteína que viene mostrando la producción argentina. la merma tiene relación directa con los altos rendimientos obtenidos. la preocupación del sector es la repercusión en las cotizaciones internacionales de las harinas derivadas de esa oleaginosa. 
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Martín G. Alzaga
Por Daniel Valerio.- En soja, la abundancia y la escasez son dos caras de la misma moneda. Los altos rendimientos de la campaña pasada en la región Pampeana aparecen entre las principales causas de la caída de la proteína. La magra cosecha sojera del norte del país, como consecuencia de la sequía, también aporta al problema, ya que esa región suele ofrecer granos con niveles proteicos mayores que otras zonas productoras.
El tema genera preocupación en la cadena de la soja debido a la incidencia que tiene en la formación del precio de la harina. Precisamente, es el contenido de proteína el principal componente nutritivo que caracteriza a ese derivado de la oleaginosa. Prácticamente la totalidad de la soja argentina se exporta. El 80% de la producción nacional sale de los puertos locales bajo la forma de harina o aceite, que son los derivados de la industrialización, y el 20% restante se comercializa en los mercados internacionales directamente como poroto.
La harina representa el 80% del volumen que surge del procesamiento de la soja y el aceite es el 20% restante. De uno y otro producto, la Argentina es el primer exportador mundial. Y ese no es un dato menor, dado que semejante gravitación en la oferta mundial lleva a que los países demandantes tengan una alta dependencia de la producción local.
En el 3º Taller de Proteína que se realizó en la Bolsa de Comercio de Rosario organizado por Acsoja, Adrián Gómez, presidente de la Asociación Argentina de Grasas y Aceites (ASAGA), explicó que “A partir del cambio del estándar de comercialización, que se dio en junio de este año, en el mercado internacional nuestras harinas valen entre 10 y 15 dólares menos que el año pasado y esto está directamente relacionado con el contenido de proteínas”. El objetivo de ese Taller fue, según Acsoja, elaborar un cronograma de trabajo que aporte posibles soluciones y aunar esfuerzos para revertir esta situación que hoy genera pérdidas económicas y hace que la producción industrial encuentre dificultades para alcanzar los estándares de calidad exigidos por los mercados internacionales.
“En el diagnóstico hubo una gran coincidencia y se trazaron líneas de acción concretas. Se conformó un grupo de trabajo con sectores representados por la industria, la producción y el sector de investigaciones de universidades para iniciar una búsqueda de distintas mejoras en cuanto a proteínas”, indicó el presidente de Acsoja, Miguel Calvo, quien además destacó la participación del sector público en el taller.
               
Las causas
Un informe elaborado por Martha Cuniberti y Rosana Herrero, del Laboratorio de Calidad Industrial de Cereales y Oleaginosas del INTA Marcos Juárez, señala que la calidad industrial de la soja argentina se caracteriza por presentar históricamente altos contenidos de aceite y relativamente baja proteína, sobre todo en la zona Pampeana Norte y Pampeana Sur, coincidiendo con el comportamiento de las variedades más difundidas que fueron seleccionadas para altos rendimientos. También indica que en las zonas de menor latitud (norte del país) esta relación no se cumple, dando valores altos de proteína y aceite a la vez, sobre todo de proteína.
El mismo trabajo explica que en la última campaña, debido a las muy buenas condiciones ambientales que favorecieron un buen llenado de los granos, los rendimientos se incrementaron en forma significativa con una caída muy pronunciada en la cantidad de proteína.  A esto se sumó un hecho inédito, ya que el contenido de aceite, que normalmente crece a medida que aumentan los rindes, en esta cosecha -por primera vez en la historia del cultivo en el país- fue inferior a lo esperado porque en la etapa de llenado no hubo buena luminosidad y días soleados como requiere la concentración de aceite en el grano.



“De allí que el Profat (proteína+aceite) fuera también el más bajo de los últimos 16 años, haciendo que en la harina de soja de alta proteína HIPRO (90% de la producción) se hiciera casi imposible llegar al límite requerido por la exportación”, señalan las especialistas del INTA. Y agregan que “para poder exportar se debió modificar la base de comercialización para la harina de soja de origen argentino, bajando la base de 47% a 46,5% con penalidad de 1 punto y la tolerancia de 46% a 45,5% con penalidad de 2 puntos. Además, el complejo sojero debió bajar la humedad de 12,5% a 10%, con una disminución de 2,5% menor a la base para concentrar la proteína, tanto en harina de soja como en poroto. Esto trae problemas de logística en la carga, transporte y descarga de mercadería por ser muy seca y fina, además del aumento de salmonellas, micotoxinas, etc.”
Según los datos del INTA, en la última cosecha el promedio de proteína se ubicó en 37,1% y el de aceite en 22,1% frente al promedio de 16 años de 38,7% y 22,7%, respectivamente. En soja de primera el promedio fue más bajo aún, con 36,3%. El Profat fue de 59,2% cuando el promedio de los 16 años fue de 61,4%.
En la determinación de la calidad influyen factores ambientales, genéticos y de manejo del cultivo, siendo el ambiente el más importante para la expresión de la cantidad de proteína y el aceite. Así lo dejó en claro Cuniberti en el Taller de Acsoja al señalar que “en un estudio que realizamos sobre 20 mil muestras, el resultado fue que el ambiente influye en un 56% en la expresión de la calidad, ya sea de la proteína como del aceite”, explicó la especialista. 
Al respecto, las altas temperaturas y el estrés hídrico durante el llenado de los granos producen alteraciones en el contenido de proteína y de aceite. “La temperatura, sobre todo el estrés calórico, lleva a un aumento de la proteína,  por la caída del rinde, pero hay además otros factores ambientales que intervienen en la definición de la cantidad de proteína de la soja de cada campaña. En el aceite el efecto de las temperaturas durante el llenado de los granos es más directo, a mayor temperatura mayor aceite”, explica el trabajo del INTA.
Otro de los factores en juego es la fecha de siembra. Al respecto, una investigación realizada por Herrero muestra que a medida que se atrasa la fecha de siembra de noviembre a enero, la proteína aumenta de 39,2% a 41,5% y el aceite disminuye de 22,4 a 19,9%. En la Región Pampeana Norte, por cada mes de atraso en la fecha de siembra de octubre a enero el aceite disminuye 0,53% y la proteína aumenta en promedio 0,45%.
También influye el grupo de madurez al que pertenece el cultivar, ya que hay una tendencia a mayor contenido de proteína y menor de aceite en los grupos de madurez más largos.
El trabajo realizado por las especialistas del INTA señala que para cada región o grupo de madurez se cuenta con una diversidad de comportamientos en cuanto a contenidos de proteína, aceite y Profat, dado que dentro de las variedades más sembradas algunas se destacan genéticamente por su alto contenido de alguno de estos componentes.
Los especialistas concluyen que, dado que el ambiente no se puede controlar, para mejorar el contenido proteico se debe mejorar la genética, generando variedades estables para alta proteína en distintos ambientes. Luego, a nivel de campo, la genética debe ser acompañada de un adecuado manejo del cultivo para potenciar el nivel proteico de la soja argentina.
 


Recuadro
Manda la demanda
Según Enrique Erize, especialista de la consultora Nóvitas, la caída del precio de la harina de soja argentina en el mercado internacional no será proporcional a la merma que tuvo su contenido de proteína en la última campaña. “Acepto que habrá un descuento en el precio –explicó Erize-, pero si por el menor tenor proteico de nuestras harinas la demanda busca surtirse en Estados Unidos eso repercutirá subiendo las cotizaciones del mercado de Chicago, que es el precio que se toma como referencia pero que refleja fundamentalmente la situación de disponibilidad de mercadería estadounidense”.
“En síntesis –agregó el analista-, es altamente probable que ese descuento por calidad sea compensado con un aumento en Chicago. Además, hay que tener en cuenta que Estados Unidos tiene comprometido el 70% de su saldo exportable desde antes de la cosecha, por lo tanto es poco lo que queda por definir”.
Por otro lado, la Argentina no es un jugador menor, sus exportaciones de harina de soja representan el 40% del mercado mundial. Y lo mismo ocurre con el aceite, ya que la oferta externa de Estados Unidos y Brasil, en conjunto, no llega al 70% de lo que exporta la Argentina. “Por lo tanto, si se pretendieran castigar a nuestra harina o a nuestro aceite no existen posibilidades de surtirse de otros proveedores”, apuntó.  
En cuanto a las exportaciones de poroto, Erize indicó que rondan entre 8 y 10 millones de toneladas que sólo representan el 20%  de las ventas externas del complejo sojero, y China, que es el principal cliente, se lleva 7 millones.
Respecto de las voces de alarma que suenan sobre las mermas de precios que provocarían los grandes volúmenes de producción que se estiman para la siguiente campaña, que hablan de 53 millones de toneladas de soja en la Argentina y de 88 millones en Brasil, Erize señaló: “hay que entender que este es un mercado en el que domina la demanda y no la oferta, es al revés de lo que ha sido siempre. Por lo tanto no es un problema que haya una oferta récord, ya que es la demanda la que está poniendo al mundo contra las cuerdas año tras año”.    
El contenido proteico de la soja brasileña de la última campaña -mayor que el argentino-, es otro de los factores que pueden jugar en la preferencia de los compradores. Al respecto, Erize dijo que “seguramente influirá, pero también se deben tener en cuenta los problemas de logística de Brasil, ya que si este año con 82 millones de toneladas tuvo serios problemas con kilómetros de camiones y grandes esperas para los embarques, en el caso de alcanzar los 88 millones esto se podría agravar generando los altos costos que implica cada día de demora de un barco”.
Medio de comunicación
Federación de Acopiadores

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