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Por Manuel Alvarado Ledesma
Es increíble, pero es así: todavía se sigue hablando de una gran cosecha de soja para nuestro país.
Según la consultora Lanworth la cosecha sería de 53,1 millones e Informa Economics estima un volumen de 54,5 millones de toneladas aunque, justo resulta reconocerlo, el número es más bajo que el del informe previo de 58,4 millones.
El Tejar parece estar más cerca de la realidad al considerar una producción próxima a 50 millones.
No se toma debida nota del clima sufrido en los últimos cuatro meses.
Después de pasar un trimestre (octubre/diciembre) con precipitaciones extraordinarias que dificultaron la siembra y, en algunos casos, la impidieron, todo el mes de enero se caracterizó por la ausencia, casi total, de lluvias.
La falta de agua durante el mes de enero no fue el único problema. También las elevadas temperaturas de varios días, hicieron lo suyo al acentuar la evapotranspiración de los suelos.
Ello está sucediendo en el período crítico de definición de rindes. Porque enero no es cualquier mes.
No creemos exagerar si afirmamos que la situación ya es grave.
De esta forma, es irracional aguardar una cosecha récord. Tampoco resulta lógico, a esta altura de la campaña, esperar que sea buena.
Pese a todo esto, la autoridad agrícola de EE.UU. sigue con su viejo relato.
Se espera que el próximo reporte del USDA revele para la Argentina una estimación de 54 millones de toneladas.
Como sabemos, los mercados se mueven bajo la fuerte influencia del reporte del USDA.
Y hoy nos predice una cosecha buena. Se trata de 54 millones de toneladas.
También lo hace con respecto al resto de Sudamérica. En el caso de Brasil, se espera que el próximo informe establezca un volumen de algo más de 82 millones de toneladas.
Sin embargo todavía hay imponderables para la región que pueden generar bajas. De hecho, el clima en Brasil y en Paraguay dista de ser ideal.
Para el caso particular de nuestro país, lo que vaya a suceder con el clima en las próximas dos semanas es crucial.
Desde nuestra óptica, es muy difícil que se supere el nivel de 50 millones de toneladas. Y, si en los próximos diez días, no se registrasen lluvias de consideración, es muy probable que tal volumen se reduzca a una cifra inferior a 48 millones de toneladas.
En tal caso, y aún cuando la cosecha de Brasil, Bolivia y Paraguay alcance los niveles estimados por el USDA, la caída de volumen de la Argentina incidiría claramente en los precios.
Quizás sea éste el motivo por el que los productores se resisten a incrementar el ritmo de ventas de la cosecha nueva.
Se agrega a ello la evolución reciente del dólar. Frente a la pérdida diaria del valor del peso, es lógico que, con una brecha entre el valor oficial y el informal de 60%, el productor tome a la soja como un reaseguro frente a una eventual devaluación.
Lo curioso es que este comportamiento se auto-alimenta en la medida de que subsista la brecha de esta magnitud. En rigor, está premiado por tal brecha; y así es probable que tal resistencia se mantenga por mucho tiempo.
Por esta razón, los exportadores no liquidan divisas. Es que, al no vender el productor su mercadería, impide la exportación y, en consecuencia, la liquidación de divisas que tanto aguarda el Gobierno.
De acuerdo al Ministerio de Agricultura, al 23 de enero, se había adquirido tan sólo 5,7 millones de toneladas. Es apenas poco más del 10% de la cosecha futura. Se trata de casi la mitad de lo adquirido en promedio de los últimos cinco años.
Así están las cosas. A la hora de vender u operar con futuros, resulta lógico plantear previamente un escenario de menor cosecha.
Foto: Martín. G. Álzaga