NOTICIAS Y VIDEOS /
Se complicó el negocio del biodiesel para quienes no tengan aceite propio
El aumento de las retenciones a la exportación de biodiesel provocará cambios en la estructura de un joven negocio que tenía como epicentro de inversiones al Gran Rosario. Y el más evidente es que las empresas que operan en el mercado interno de manera no integrada con aceiteras tendrán pocas posibilidades de seguir en carrera.
Al menos así lo advirtió la Cámara de Empresas Pyme de Energía y Biocombustibles (CEPEB) al señalar que “los nuevos precios dejarán a las pequeñas y medianas empresas fuera del negocio”. Según dijo su titular, José Luis Martínez Justo, “a quienes no pueden hacer el crushing y tienen que comprar el aceite, el número no les va a cerrar para ser proveedores del corte”.
Radiografía aceitera
Con más de u$s1.000 M invertidos en 30 plantas, la industria de los biocombustibles debutó en 2006 y desde ahí siguió creciendo a un promedio anual de 156% hasta convertir al país desde 2009 en el principal exportador del mundo. Con una capacidad de 3 M de toneladas, en 2011 exportó 1.6 M de toneladas por u$s 1.900 M. Y las expectativas son interesantes: hay 13 plantas proyectadas que deberían estar en producción en los próximos 8 años que permitirán llegar a las 6 M de toneladas al año.
Los principales jugadores del negocio son Renova (joint venture entre Vicentin, Glencore y Molinos), Unitec Bio (Euernekian), Explora, Ecofuel, Dreyfus, Patagonia y Viluco. Cargill también tiene una planta en Villa Gobernador Gálvez, y las inversiones de ACA (Villa María) y Renova (en Timbúes) son las principales en marcha.
Los biocombustibles, que tienen a Europa como principal destinto, también fueron una tabla de salvación para el aceite argentino, y por ende, de todo el complejo oleaginoso, desde que en 2010 China empezó a reducir sus compras para priorizar la importación de granos.
En efecto, aprovechando el diferencial (la alícuota es del 20%, pero efectiva era del 16% contra el 32% de los aceites) muchas de las empresas pudieron zafar de tener que vender el aceite más barato en otros mercados (por la competencia con otros aceites, como el de palma) para volcarlos al biodiesel.
Ese diferencial también alentó a industrias independientes de las aceiteras a incursionar en el negocio de agregado de valor de origen. También hacia 2008 comenzó a desarrollarse el mercado interno con la obligatoriedad a las petroleras de un corte del gasoil con 7% de biodiesel, y ahora cerca del 50% de la producción queda en la Argentina.
La previa venía calentita
El negocio, tanto externo como interno, era sustentable. Pero si bien actividad y comercio había, no todo eran rosas en el mercado ya desde 2011. El encarecimiento del aceite estaba dejando afuera del mercado a las empresas independientes (las que no tienen integrada la producción con una aceitera) y la suba de costos –con el de los recursos humanos a la cabeza- también conspiraba contra las que operaban en el mercado interno porque el Gobierno mantenía retrasados los precios. La demanda interna (aumento de corte) y externa (tendencia a combustibles ecológicos en Europa) estaba y el negocio había llegado a quedarse, pero el sector avanzaba indudablemente a la concentración.
Pero este año la situación se complicó aún más. No sólo por la caída de la producción aceitera por la seca y el aumento de precios récord de la soja, sino que también el Gobierno le quitó desde 2012 los subsidios a la energía al sector y –sobre todo- tras la estatización de YPF, España –que era el principal comprador- suspendió las compras del biodiesel argentino e inició un boicot en todo el viejo continente contra la exportación nacional. Con el mercado externo en dificultades, la apuesta era a la suba cuanto antes del corte interno con el gasoil y llevarlo al 20% en el mediano plazo.
Impacto y silencio de radio
Desde finales de julio sonaba la versión del aumento de las retenciones al biodiesel, que llegaron a hacer bajar el precio de la soja. Incluso a principios de semana la versión cobró fuerza ya que se hablaba que el Gobierno iba a concentrar las compras para volcarlas exclusivamente en el mercado interno, aumentando el corte, para reducir las importaciones de combustibles, que es la principal fuente de desequilibrio cambiario de la Argentina.
Finalmente, el Gobierno puso el viernes sus cartas sobre la mesa (ver aparte el detalle de las medidas punto por punto): elevó los derechos de exportación del biodiesel del 14 al 24%, pero además eliminó un reintegro del 2,5%. Pese a lo contundente de la medida, las principales entidades empresarias –como la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), la Asociación Argentina de Biocombustibles, la Cámara Aceitera Argentina (Ciara) y el Foro de Productores Agroindustriales de Soja- no se pronunciaron.
¿Cómo será el reacomodamiento? La mayor presión fiscal conspira contra la competitividad de una industria que nació pensada como exportadora. Ante este escenario, las cuentas para las empresas más chicas, que venían presionadas por aumentos de costos, sufrirán el embate.
Por el contrario, las compañías que ya hayan sumado pasos en el agregado de valor hacia la industria oleoquímica, como es el caso de T6 que fabrica glicerina en base a biodiesel de soja que ella produce, podrán esquivar el zarpazo, así como las aceiteras hicieron con el biodiesel.
El problema es que son las menos las que lo hicieron y con la incertidumbre que genera el cambio de reglas de juego, más el cepo cambiario para el giro de utilidades, habrá que ver si más empresas, incluso las que tienen espalda para hacerlo, y están muy metidas en el negocio del biodiesel -como el caso de Dreyfus- quieran invertir millones de dólares para sumar valor agregado y evitar así el efecto negativo de la suba de retenciones.
Si bien el Gobierno dio señales claras de que quiere más producción en el mercado interno para incluso en el futuro aumentar el corte y reducir así importaciones de biocombustibles, la situación no es mejor para quienes le venden a las petroleras, porque el Gobierno también quiere contener el precio de los combustibles.
Precisamente, el viernes también se conocieron los precios fijados para el corte obligatorio, que se determinan mes a mes, y saltó que –pese al aumento de costos, sobre todo de la materia prima que es la soja que hoy tiene precios récord en el mundo- los valores de agosto son inferiores a los del mes de julio (bajó de $5.195 la tonelada a $4.405), lo que dejaría fuera de competencia a la mayor parte de las empresas, sobre todos las que no tienen aceitera propia.
No por nada hasta el momento sólo desde la Cámara de Empresas Pyme de Energía y Biocombustibles (CEPEB) se manifestó, al señalar que los "nuevos precios dejarán a las pequeñas y medianas empresas fuera del negocio". Es que este segmento se encuentra más abocado a abastecer el mercado interno. “A quienes no pueden hacer el crushing y tienen que comprar el aceite, el número no les va a cerrar para ser proveedores del corte”, dijo José Luis Martínez Justo, titular de la Cepeb.
Finalmente, más allá del reacomodamiento que producirá en el mercado las últimas decisiones, que tendrá ganadores y perdedores en el ámbito empresario, el sabor que queda en la industria es la incertidumbre y su inseparable aliada: la parálisis de inversiones. Esos u$s 1.000 M ya fueron “enterrados” por las empresas pensando en un negocio de impronta exportadora ahora, por lo bajo, se quejan de que les cambian las reglas de juego. Más complicadas aún están las empresas que están en pleno proceso de inversión.
El biodiesel –un negocio mundial que llegó para quedarse haciendo frente a las necesidades de combustibles limpios que tiene el mundo- ya estaba en las puertas de destapar en la Argentina la industria oleoquímica y al mismo tiempo ya atraía inversiones extranjeras en el país para producir nuevos insumos para la industria, como el caso de la alemana Evonik que se largó a producir metilato de sodio y la posibilidad de que Basf haga lo propio en Alvear. Pero todo este proceso demanda inversiones y estabilidad jurídica que ahora las empresas no encuentran.
Foto: ennotas.com
El pasado miércoles 16, el Ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Javier Alonso participó de una reunión de la Mesa de Trabajo para la Seguridad Rural con representantes de diferentes entidades que nucléan a los productores rurales, con el objetivo de coordinar acciones para prevenir los delitos en las zonas rurales de la Provincia de Buenos Aires.
Lo resolvió la presidenta del directorio de gestión y funcionaria cercana al gobernador Axel Kicillof, Jimena López; se seguirá en el trabajo de una próxima licitación; había incertidumbre sobre la continuidad luego que trascendiera un supuesto interés del gobierno provincial de controlar un 30% de la operatoria. LA NACION - 26/09/2024
Enviá tu comentario