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Por Manuel Alvarado Ledesma

Por fin, el gobierno ha dado señales alentadoras. Y no pareciera que fuese por racionalidad económica sino más bien por la necesidad de dólares frescos provenientes del exterior. La liberación de saldo exportable de 15 millones de toneladas de maíz de la nueva campaña permite una mirada diametralmente opuesta.

El número liberalizado es interesante. Veamos:

A las pruebas hay que remitirse. Desde el anuncio de liberalización del mercado, se ha registrado una visible mejora en la plaza local de la relación entre los precios de mercado y los FAS teóricos correspondientes a la nueva cosecha.

Aunque se trata de una inversión inicial más importante, ahora hay que hacer bien las cuentas, sobre todo si los campos comprometidos vienen con un plan de rotación demorado.

Es probable que, entonces, la agricultura argentina abandone el plan de siembra establecido hace poco tiempo por uno nuevo con mayor superficie de maíz y algo menos de soja. Muchos agricultores, seguramente, se encuentran hoy haciendo una revisión al respecto.

Es cierto que el temor a nuevos cambios en las reglas de juego ahuyenta los deseos de mayor siembra de maíz. Pese a ello, habría una reconsideración en la superficie, sobre todo si la tendencia positiva en los precios se afirma en los próximos días.

Distintos estudios muestran que de mantenerse tal tendencia en los precios locales, el maíz sería más rentable que la soja cuando se trata de la explotación en áreas cercanas a los puertos, por la fuerte incidencia en los costos que implica el transporte por camión.

La situación nueva se potencia con la posibilidad de que El Niño cumpla con las expectativas de una gran descarga de agua a lo largo de la campaña agrícola en la Argentina, especialmente en la pampa húmeda.

La realidad es que los precios, por encima de las causas estructurales derivadas del mayor consumo mundial a consecuencia del mayor desarrollo y aumento de la población en gran parte de los países emergentes, el gravísimo problema climático golpea con inusual crudeza. Y lo hace, justamente, donde más duele: en el corn belt de EE.UU.

Vale recordar también que la demanda está cada vez más ligada a la necesidad de abastecer de combustible a la economía norteamericana. La industria de etanol absorbe cerca de 125 millones de toneladas de maíz.

A esta altura de las cosas, es posible pensar en una caída del 15% en la producción de este país. Así lo estiman varios analistas.

Se trataría de una rebaja productiva de más o menos 50 millones de toneladas. Más de dos veces la cosecha argentina.

De acuerdo a Commodity Weather Group, por ejemplo,los rindes girarán en torno a 85,5 qq/ha. De esta forma, la cosecha americana sería la más reducida de las últimas diez campañas.

Además, no olvidemos algo: por más que llueva abundantemente en el famoso corn belt, la posibilidad de mejora es casi nula. Las cartas ya están sobre la mesa. En cambio, el cuadro es diferente para la soja, que alberga todavía esperanzas de suave mejora en los rindes de esta zona.

Foto: Martín. G. Álzaga