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Por Juan Morelli

Los dos vieron prácticamente duplicar el tamaño de su cosecha en la última década. Juntos ganaron mercados internacionales y posicionaron a Sudamérica como el mayor proveedor de la oleaginosa a nivel global, superando como bloque a Estados Unidos.

Sin embargo, a pesar de las semejanzas, hay cuestiones que dividen el comportamiento de los productores de uno y otro país.

En Brasil, la devaluación reciente del real y una inflación contenida hace que los productores intenten captar hoy los buenos precios (consecuencia principalmente de la magra cosecha sudamericana y la demanda por parte de China). Los números del negocio cierran y eso lleva a que el ritmo de venta se encuentre adelantado, tanto en el mercado disponible como en el anticipo de la nueva campaña.

El país vecino ya comercializó 87 por ciento de la cosecha 11/12, cuando el promedio de los últimos cinco ciclos a esta altura del año es 68 por ciento. A su vez, ya se vendió, según informa la consultora Celeres, el 28 por ciento de la producción estimada para la campaña 12/13, cuando dicho porcentaje es habitual para los meses de noviembre y diciembre.

En Argentina se da una situación diferente. La pérdida de reserva de valor que sufre el peso por la creciente inflación lleva al productor a pensar en dólares y buscar posicionarse en dicha moneda. Sin embargo, la política gubernamental pone al sistema en jaque, al no dejar que aumente el dólar para la exportación al mismo ritmo que la suba general de precios, cuando los insumos y otras variables que se suman a los costos productivos sí lo hacen.

La caída de la rentabilidad que ello implica hace que los precios de la oleaginosa, aún cuando están en valores históricamente altos, no sean lo suficientemente atractivos para disparar ventas en la precampaña.

Las restricciones para la compra de divisas y la obligación de liquidar los dólares del comercio exterior al tipo de cambio oficial son factores que se suman para que la soja termine actuando como refugio de valor y quede en los campos en vez de ser introducida al circuito comercial. Si bien se comercializó hasta aquí el 61 por ciento de las casi 40 millones de toneladas obtenidas en el ciclo 11/12, se observa una ralentización de las ventas y una retención por parte de los productores. Ni hablar de la campaña 12/13, en la que los negocios hasta aquí fueron escasos.

La cobertura con puts en los mercados a términos, en momentos donde las volatilidades son bajas, es una opción siempre vigente.

Foto: Martín. G. Álzaga