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El conocimiento permitió mitigar las pérdidas ocasionadas por la sequía

Para apreciar el valor agregado por el conocimiento debemos tener en cuenta que años atrás el efecto de una sequía análoga hubiese resultado catastrófico.

El conocimiento aplicado a la producción agrícola permitió mitigar las pérdidas ocasionadas por la sequía y generar un volumen de producción capaz de abastecer tanto a la creciente industria nacional como a un mercado internacional cada vez más dependiente de nuestros productos. Para apreciar el valor agregado por el conocimiento debemos tener en cuenta que años atrás el efecto de una sequía análoga hubiese resultado catastrófico.

Los maíces con siembras de primera fueron bastante afectados. No obstante, se observa una gran variabilidad dentro de una misma zona, incluso entre lotes cercanos o entre plantas del mismo surco. Por su parte, los maíces tardíos o de segunda se presentan en buen estado en la mayoría de las regiones, y van a compensar parcialmente los rendimientos finales a nivel país.

La producción agropecuaria es altamente competitiva y aplica las más modernas tecnologías, junto con un ajustado manejo agronómico, para enfrentar un contexto climático desfavorable. Gracias al trabajo realizado en centros de investigación públicos y privados, fue posible identificar el fenómeno Niño y sus anomalías, que condicionan las precipitaciones. Tales avances facilitaron a los expertos en climatología predecir un año desfavorable, similar al de la campaña 2008/09. Las precipitaciones y el uso eficiente del agua que llega al suelo son elementos claves en la definición del cultivo. Entonces, las investigaciones vinculadas con la humedad del suelo y su eficiente uso son cada vez más importantes para la toma de decisiones por parte de los productores e investigadores ligados al desarrollo tecnológico del cultivo.

En la presente campaña el cultivo sembrado en fecha se desarrolló en un ambiente totalmente estresado por falta de agua y por las elevadas temperaturas infrecuentes, propias de climas más cálidos. La sincronía floral se vio fuertemente afectada, retrasándose la floración femenina, al quedar totalmente relegada por la dominancia de la panoja. Esto generó, en muchos casos, la no formación de espiga, mala polinización, mala fecundación y aborto de granos, ocasionando una pérdida substancial de rinde. Otro daño comúnmente observado fue la importante presencia de carbón de la espiga, enfermedad poco frecuente bajo condiciones normales.

La ampliación de la ventana de siembra fue una de las innovaciones más importantes de los últimos años. Semejante logro fue posible gracias al uso de eventos biotecnológicos que protegen al vegetal del ataque de insectos durante el período estival. Hoy se popularizan las siembras tardías y la elección del ciclo más adecuado. Si bien estas prácticas tienden a disminuir el potencial de rendimiento de grano debido al menor tiempo de llenado de espiga, ayudan a esquivar la sequía y el estrés severo durante el período crítico. Si se piensa en silaje, son menos rendidoras en grano pero aportan elevada producción de materia seca y mayor seguridad de cosecha.

No obstante, para las siembras tardías resulta necesario tomar ciertas precauciones:

• Mantener el lote con buen barbecho para acumular la mayor cantidad de agua en el perfil. De esta forma es posible un buen desarrollo inicial del cultivo, etapa que el cultivo atraviesa en un diciembre normalmente cálido y seco;

• Es conveniente utilizar materiales RR para lograr eficientes controles de escapes de malezas que se darán lógicamente ante el inicio de las precipitaciones;

• Disminuir la densidad de siembra respecto de una fecha temprana (por ejemplo 65 a 70 mil plantas por hectárea para zona núcleo o 55 a 60 mil plantas en zona Oeste de Buenos Aires o La Pampa), ya que al iniciarse el ciclo con mayores temperaturas las tasas de desarrollo y de crecimiento equiparan su ritmo y eso se traducirá en plantas que, ante un mismo número de hojas en comparación con siembras tempranas, tendrán mayor área foliar y por lo tanto mayor necesidad de recursos por planta, aumentando la competencia intraespecífica.

Por su parte, la comprensión de la dinámica del agua en el suelo, junto con la difusión de la siembra directa y la agricultura de precisión permiten hacer un uso más eficiente de cada milímetro disponible y mejorar los rendimientos, incluso en primaveras o veranos con niveles de precipitación acotados. En su ámbito, los mejoradores, genetistas y biotecnólogos trabajan sostenidamente para desarrollar híbridos de maíz más estables. La tolerancia al estrés hídrico es cada vez más notoria en los nuevos híbridos, los cuales obtienen en esas condiciones mejores rendimientos que en el pasado. Por otro lado, el conocimiento de la adecuada cantidad y composición de nutrientes que necesita la planta, y la excelente maquinaria disponible, conducen a cultivos con rendimientos potenciales más altos y menos riesgosos.

Para mantener la tendencia de crecimiento del área sembrada de maíz es fundamental capacitarse para perfeccionar su manejo, ya que así se puede acceder a tecnologías que solo tienen costo intelectual. Es clave lograr que coincida el ciclo del cultivo con las condiciones óptimas de cada año, dado que la incidencia sobre la rentabilidad final es altísima. Cada campaña es distinta y no existe una receta única para definir fechas de siembra, densidades, fertilización, etc. Pero hoy contamos con numerosas herramientas de predicción, que permiten disminuir los riesgos y aumentar la eficiencia.

En el cultivo de maíz se ven reflejados más de 8 mil años de investigación. Así fue evolucionando desde los maíces que sembraban los indígenas americanos hasta los que tenemos hoy, que permiten proteger el rendimiento de los factores ambientales que puedan afectarlo. A pesar de sufrir una de las sequías más dramáticas de la historia se debe pensar en el esfuerzo silencioso que hicieron y siguen haciendo todas estas personas para que en el futuro la sequía y demás inclemencias climáticas o de otro tipo sean superadas evitando así el daño que causan a las personas y al país por la caída de ingresos como consecuencia de la disminución de los volúmenes cosechados.

Es fundamental que comprendamos y valoremos el enorme nivel de conocimiento altamente complejo que existe detrás de cada planta de maíz porque este es el principal agregado de valor que hoy aporta la cadena del maíz argentino a la economía nacional y mundial. El mundo nos brinda una gran oportunidad para desarrollar en forma armónica la cadena de valor del maíz y del sorgo y generar empleo e ingresos más altos para las poblaciones de las distintas regiones de nuestro país, atenuando así las migraciones hacia los centros urbanos. El potencial de crecimiento de la cadena no tiene límites. Sin embargo, las inversiones necesarias para lograr los objetivos son cuantiosas y requieren la dedicación y participación de todos los sectores involucrados para alcanzar los acuerdos que garanticen un futuro próspero y sostenido para nuestra sociedad.

Fotos: Martín. G. Álzaga

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