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Por Ismael Bermúdez

El año pasado, los argentinos mandaron al “colchón”, a cajas de seguridad o al exterior la friolera de US$ 18.476 millones, a razón de unos US$ 1.500 millones por mes. Y ya acumulan fuera del sistema un poco más de US$ 161.000 millones. Así, según las cifras del INDEC difundidas ayer, desde la crisis de 2001, cuando sumaban US$ 81.875 millones, esos activos se duplicaron: aumentaron en casi US$ 80.000 millones.

El mayor atesoramiento de divisas fuera del sistema se produjo en 2011, superando el récord anterior de 2009. El grueso de esa plata salió del sistema en los últimos 5 años ya que sumó más de US$ 50.000 millones. Y los US$ 161.000 millones ya son de una magnitud tal que superan la deuda externa (pública y privada) que ronda los US$ 140.000 millones y más que triplica las reservas del Banco Central. Con todo, parte de los dólares podrían estar fuera de los bancos (en el “colchón”) pero declarados ante la AFIP.

Este proceso es de larga data. Si bien luego de la crisis de 2001/02 y la devaluación del peso hubo una desaceleración de la fuga de divisas, y con el dólar “planchado” hasta se registró un atisbo de ingreso de capitales para aprovechar el diferencial de tasas de interés”, a mediados de 2007, con el inicio de la crisis global, se acentuó la “dolarización” de los ahorros.

Eso se produjo a pesar que esos dólares bajo el colchón o en cajas de seguridad no rindieron interés y depositados en plazos fijos en el exterior obtuvieron rendimientos muy bajos por el desplome de la tasa de interés.

Al impacto de la crisis internacional sobre las inversiones financieras, se agregaron factores domésticos. Lo que pasó primero es que se produjo la “intervención” al IPC-INDEC con la consiguiente manipulación del coeficiente de ajuste de los bonos. Luego vino el choque con el campo y después la crisis por el pago de la deuda pública con reservas. Y el año pasado el fuerte déficit fiscal y la pérdida del excedente externo de la balanza de pagos hicieron desaparecer los “superávits gemelos”, debilitando la capacidad de pago del país.

Desde hace unos meses, y por el agotamiento de las reservas de “libre disponibilidad”, se agregaron las fuertes restricciones a la compra de moneda extranjera, el freno de importaciones y del giro de utilidades. La apuesta oficial es achicar el atesoramiento y la fuga de divisas, pero esas medidas abrieron una brecha cada vez creciente entre el dólar oficial y el paralelo, con muchas operaciones de compra y fuga de divisas con la operatoria de bonos en dólares.

Todo esto, más los pagos de vencimientos de la deuda, explica que, a pesar de préstamos recibidos, el Banco Central perdiera el año pasado reservas por casi US$ 6.000 millones. Y con US$ 46.376 millones a fines de 2011, el nivel de reservas retrocedió a los niveles de finales de 2008, absorbiendo las divisas del superávit de la balanza comercial.

Fotos: Martín. G. Álzaga.