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Por Alejandro Rollán

Salvo excepciones, en esta campaña no va haber ningún productor agrícola que no pierda plata. La severa sequía que afectó durante buena parte del desarrollo de los cultivos de soja y de maíz se tradujo, en algunos casos, en fuertes pérdidas sobre el capital invertido (ver infográfico).

De esta situación no fueron ajenos los fideicomisos agrícolas, organizaciones jurídicas que comenzaron a difundirse en los últimos 10 años y que permitieron a los pequeños inversores participar de la renta de la producción de granos sin estar vinculados con el campo.

El ahorrista participa con un aporte (cuotaparte), que es utilizado para afrontar los costos de producción de los cultivos y que, al finalizar el ejercicio (por lo general al término de la cosecha), es devuelto junto con la ganancia. Así vino ocurriendo en los últimos años, cuando los fondos de mayor trayectoria y mejor manejados obtuvieron una rentabilidad promedio en dólares superior al 20 por ciento anual en un plazo de 10 años.

Pero en este ejercicio no habrá nada para repartir. Todo lo contrario. En el mejor de los casos, los fideicomisos que diversificaron las zonas de producción, para atenuar justamente el riesgo climático, y realizaron un correcto manejo agronómico, tendrán quebrantos del 10 al 20 por ciento.

Sin embargo, algunas organizaciones en el sur de Córdoba, que concentraron los aportes sólo en esa zona, perderán hasta un 40 por ciento del capital. Es decir que por cada 100 pesos invertidos, sólo recuperarán 60. Debido a que aún falta por recolectar los cultivos más tardíos, que lograron escapar al comportamiento dañino de “La Niña”, las pérdidas en algunos casos podrían morigerarse.

Inversión a plazo. La soja, el principal cultivo de la provincia, tendrá en esta campaña un rendimiento promedio de alrededor de 20 quintales, un escaso aporte en el que coinciden estimaciones de diferentes instituciones privadas. Muy lejos de los 26,55 quintales que muestra el promedio de los últimos cinco años, según cifras del Ministerio de Agricultura de la Provincia.

En algunos lugares donde los fondos alquilaron campos por los que pagaron 13 quintales por hectárea, a los que hay que sumarles el equivalente a otros 11 quintales en insumos y servicios, el resultado no alcanza para cubrir los costos.

“Es posible que algunos inversores se retiren, porque no les gusta perder plata, pero si se observa la evolución de la rentabilidad en los últimos cinco años es positiva, y si se extiende el período a 10 años es muy buena”, destacó Daniel Rivilli, integrante de Marca Líquida, uno de los fideicomisos más grandes del país, con sede en Córdoba, que en la última campaña trabajó 30 mil hectáreas en el sur de Córdoba y Santa Fe, norte de Buenos Aires y Salta. En los últimos cinco años, este fondo cordobés aportó una rentabilidad promedio en dólares del 16,06 por ciento; medida a 10 años, la ganancia fue del 20,53 por ciento.

A diferencia del productor tradicional, el ahorrista que participa en estos fondos piensa en una inversión a más largo plazo, que incluya varias campañas. Además de su atractiva rentabilidad histórica, los fideicomisos agrícolas se han convertido en el medio para dolarizar los ahorros. “Se paga la rentabilidad en pesos pero se liquida en dólares, porque la producción se vende en la moneda estadounidense al valor oficial”, precisó Rivilli.

Toma de ganancias

Luego de la suba de nueve dólares por tonelada que había alcanzado el jueves el valor de la soja en Chicago, una toma de ganancia de los inversores redujo ayer el precio en 18,19 dólares por tonelada. La posición mayo cerró en 515 dólares.

Fotos: Martín. G. Álzaga