Gacetillas
Cebada, colza y carinata: la oportunidad de los alternativos
El pulso de las alternativas al trigo y las oportunidades que presentan los cultivos de invierno en cada zona.
Cuando se habla de cultivos de invierno alternativos al trigo, lo primero que surge en la cabeza de los productores argentinos es la cebada. Pero en A Todo Trigo 2022 también se habló de colza y carinata, otro cultivo de la familia de las brassicas.
Fernando Giménez (INTA) desplegó las opciones en cebada cervecera. Dijo que solo tres variedades ocupan el 75% de la superficie. Es un mercado en el que se hace mucho contrato pero que solo cuenta con el 26,34% de la semilla fiscalizada.
En el ranking de posiciones en base a los ensayos de la red de cultivares, Giménez enumeró las variedades Sinfonía, Charles, Overture, Montoya, Militza, Fátima y Andreia, siendo la primera la de mejor performance durante las campañas 2020 y 2021. Los datos pueden consultarse en www.cultivaresargentinos.com
Entre las cebadas pastoriles, Giménez destacó su alta tasa de crecimiento inicial para pastoreos de invierno, “dan bastante pasto en corto tiempo”, dijo y acotó que “la desventaja es que pierden calidad cuando pasan el período productivo”.
Tienen baja producción de grano, ideales para para pastoreo directo y aportan un piso potencial de 800 kg/ha de materia seca.
El silaje de planta entera con cebada es otra de las opciones. A la que se suma una nueva cebada cervecera patagónica INTA, desarrollada para las comarcas del sur con destino a reservas forrajeras.
Deborah Rondanini (IFEVA CONICET) introdujo a la audiencia al mundo de las brassicas: la colza y la carinata. La Brassica carinata es la mostaza etíope. Está en auge y se usa para producir biodiesel para aviones. La colza es ya una vieja conocida, muy expandida en el mundo, con destino a aceite de consumo doméstico y también se usa para combustibles.
“Donde se cultiva trigo es posible cultivar brassica”, dijo Rondanini. En el mundo se producen entre 71 y 75 MT, sobre 34-37 M has cosechadas y con una producción promedio de 2000 kg/ha. Ofrece adaptabilidad a distintos ambientes, hay genotipos invernales y primaverales.
El dato es que la colza está avanzando en Sudamérica, posicionándose como oleaginosa invernal. En Brasil suma 35 mil hectáreas, en Paraguay 40 mil, en Chile 50 mil y en Uruguay 70 mil hectáreas -duplicándose-, disparó la especialista, para aclarar que los países con más tradición triguera le dan menos proporción a las brassicas.
“En Argentina, la colza aprovecha cuando al trigo le va mal”. En 2012 y 2013, la colza alcanzó casi 90.000 has cultivadas, de ahí descendió a las 25000 has actuales. La relación fue entonces 3 a 1 con el trigo, y hoy es 300 a 1. El rendimiento ha ido creciendo en los últimos 20 años, pero mientras el trigo ha crecido a razón de 42 kg/ha/año, la colza a 26 kg/ha/año. “En los últimos tres años el rendimiento promedio nacional de la colza fue de 1800 kg/ha y el del trigo 3200 kg/ha”, expresó.
¿Que aprendimos? La especialista enumeró que la calidad dejó de ser un problema en colza y hay mejoramiento local. También que no necesariamente los ciclos largos rindes más que los cortos. “Los ciclos largos comenzaron a ser una rareza”, apuntó.
¿Qué falta ajustar? Entender mejor la estabilidad y la interacción genotipo por ambiente que explica el 80% de la variabilidad. Ver la incidencia del agua y atender la inversión. “Es un cultivo que se hace con baja inversión, entonces es lógico que rinda menos”, expresó
Marina Castro (INIA- Uruguay) trajo a A Todo Trigo la experiencia del vecino país. “La colza ha tenido un despegue impresionante. Pasamos de 60 mil a 160 mil y para este año los pronósticos hablan de 250 mil hectáreas. Va a ser 1/3 de los cultivos de invierno. Es un gran desafío. Desde el punto de vista logístico, de los cultivares, de los sistemas de cosecha”, enumeró.
De Carinata se sembraron 10.000 hectáreas en 2020, y fue el área más grande del mundo. De ahí para acá volvió a caer. Se obtienen rendimientos de 5000 kg/ha.
“En ambos cultivos, arrancar con una buena implantación es clave. El drenaje es fundamental. La densidad ronda las 90 pl m2 en primaverales y 50 pl en las invernales. Se llega a cosecha entre 40 y 50 pl m2. Y es clave la calidad de siembra”, enumeró.
La especialista relató que lo ideal son las fechas de siembras tempranas. Son cultivos demandantes de fertilización, de nitrógeno, fósforo y especialmente azufre. Pero las enfermedades, como las del complejo Damping off, han comenzado a preocupar con el crecimiento del área.
Según Castro, Carinata tiene menos problemas sanitarios que la colza. Pero son cultivares muy largos, aunque ya hay una variedad que se está acercando más a las colzas.
Por las zonas
Para hablar sobre los sistemas de producción de la zona oeste estuvo presente Diego Rotili, investigador de la FAUBA y miembro de AACREA. Esta zona abarca la región 9 y la región 6 de lo que es el nuevo mapa de las regiones trigueras. Después de caracterizar los distintos ambientes y compartir ejemplos de prácticas de manejo que influyen en los rendimientos de trigo en esta región, Rotili mostró algunas proyecciones interesantes para esta campaña en base a encuestas realizadas (que cubren 75.000 has de trigo). El 41% de los encuestados considera muy importante el cultivo de trigo en los sistemas, pero cuando se les consultó qué sucederá con la superficie triguera respecto a la campaña pasada, el 48% señaló que disminuirá y el 44% dijo que se mantendrá igual.
Según el relevamiento, el 80% va a mantener el nivel de fertilización respecto a la campaña pasada. En este sentido, Rotili dijo que no se esperan disminuciones de rendimientos en la zona pero sí de la superficie. Sobre los ambientes que se irán del trigo, Rotili dijo que serán los de mayor riesgo, que pierden rinde o captura de precios.
“Es una región muy triguera donde claramente obtuvimos efectos importantes del manejo en el rendimiento, lo que se traduce en una mejor rentabilidad. La disminución en los ambientes más frágiles nos preocupa porque es donde más necesitamos el trigo”, cerró.
Belén Agosti, asesora privada, fue la encargada de hablar sobre los sistemas de producción en la zona Norte del área triguera argentina, con foco en los sistemas intensificados. “En nuestra zona podemos incorporar cultivos de invierno para intensificar, tanto cultivos de grano o de servicio”, contó. Entre las ventajas de los sistemas intensificados sustentables en esta región, destacó. “Vimos mejoras en los rendimientos y mejoras en el aporte de C al sistema. A nivel de suelo, observamos mejoras en la MO del suelo, mejorando la actividad biológica y la estructura. En cuanto al ambiente, reduce la toxicidad y el uso de agroquímicos”, destacó, al tiempo que mostró la otra cara, y que es el hecho de que demanda más trabajo durante el año, implica el planteo de nuevas estrategias de manejo -siembra, cosecha, fertilización-, pensando siempre en el sistema, y exige ser más eficientes en el uso de recursos.
El último del panel fue Gonzalo Filipuzzi, miembro AACREA, quien describió los sistemas de producción de la zona Centro, que abarca 18 grupos CREA. Se trata de zonas muy heterogéneas, que van desde el Oeste de Buenos Aires hasta el Este de San Luis y Norte de Córdoba. En esta zona, relevaron 23.000 has de trigo para la campaña 21/22. Entre los datos interesantes que compartió, se destacó el análisis que están haciendo para los cultivos de trigo bajo riego, que en la zona están cobrando una relevancia importante. “Hay muchos emprendimientos y se logran rendimientos de 78.5 qq/ha promedio”, destacó Filipuzzi.
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